Entrevista realizada por Claudia Cárthaigh a la artista mexicana Rigel Herrera, en la que se habla sobre los temas que aborda en sus obras y más.
Rigel Herrera
Nacida en Guadalajara en 1975. Su trabajo se ha expuesto en más de 80 muestras en museos y galerías de México. Entre sus exposiciones individuales están About Shoes (2008), Oda a las Nalgas (2005) y Shibumi (2013), y participó en la exposición colectiva Catarsis Cosmética (2015). En el año 2000 fue galardonada con el Premio Italia por el Arte, en Florencia, Italia.
Quizá la primera y más repetida pregunta sería: ¿Por qué mujeres?
Sí, es “la pregunta”, pero es el cuerpo que conozco y es el cuerpo que quiero entender. Con la belleza del hombre la verdad es que no he sido suficientemente capaz de encontrar un camino que no se vaya por el lado gay. Un hombre tremendamente bello, a la hora de representarlo plásticamente, siempre se me ha ido a la parte gay, que me parece bellísimo, pero yo no he tenido la capacidad de encontrar ese camino.
Luego, las mujeres en posiciones de besitos y eso, se va también al lado homosexual, lésbico, que es una parte muy linda de la sexualidad femenina. Es tan natural, tan sutil, tan bello que no se va a la belleza agresiva de dos hombres hermosos. Puede ser que la sociedad, que no está acostumbrada y deberíamos acostumbrarnos mucho más al respeto homosexual, tiene tan permitido el asunto de que dos niñas se den un beso o de que dos mujeres se tomen de la mano, pero no algo así entre hombres. Tal vez si se tomara más natural, mi obra podría llegar a eso.
Con tu trabajo pienso en Jean Baudrillard y su término de la seducción y en ese momento en que la mujer sí es un objeto que atrae y el hombre como sujeto que tiene que alterar su realidad para permitirse atraer y tratar de alcanzar, porque en realidad no puede y de ahí la reversibilidad, a esta mujer. En apariencia son sumisas, están en ciertas poses, a veces atadas con sus propias prendas y atrapadas en un cuadro, de ahí no pueden salir.
Exacto, sí he leído y releído toda la vida a Baudrillard. Con la nueva serie en la que trabajo, traigo la frase de “yo seré tu espejo no significa yo seré tu reflejo, sino yo seré tu ilusión”; esa es la que detonó la nueva serie.
Yo no sé si la gente crea que llevo haciendo lo mismo todos estos años, pero siento que ahorita va por otro camino y tiene que ver mucho más con la seducción de la mirada, de la pincelada, de la pintura como tal, como materia; con ganas de sentarme horas a dibujar un peluchito que te va a seducir la vista. Antes me iba más por el hecho de que te seducía la belleza de la mujer, de eso ya no tengo nada más que decir.
¿Por eso tus nuevas “mujeres” tienen el rostro cubierto?
Sí, porque también está el hecho de que el poder de la publicidad te hace creer que tú puedes ser tal o cual persona. Y si hablamos de eso, sí hay una parte muy enferma en la que tú puedas reflejar tu rostro en una mujer así. Es una parte de cómo me trauma a mí de manera más personal, no porque a mí la búsqueda de la seducción plástica no sea personal, claro que estoy ahí, pero tengo otra parte muy oculta del trauma físico, de voltear a ver a todas las persona y decir: “soy pelirroja y de ojo verde, ¿por qué no mido 1.80 y peso 60 kilos?”. Ese es otro camino que sí llego a tocar en la obra, sí hay un dolor y hay ganas de tener un cuerpo que nunca voy a tener.
En este feminismo actual existe la idea de que la mujer toma control de su propio cuerpo. Me preguntaba si de alguna manera, al pintarlas, tú estás tomando posesión y control de esos otros cuerpos, que a su vez están actuando con seguridad de sus cuerpos.
Siempre he dicho que los quiero pintar como el retrato de Dorian Gray, a ver si algún día me convierto y ellas se van enfermando. También he pensado que mi pintura es la liberadora de mis deseos. Hay mil cosas que quieres hacer, y no necesariamente por limitantes o prejuicios no haces, pero a veces te satisface mucho más el pensamiento que la mera acción. Es más bonita la imaginación y eso me lo enseñó el Marqués de Sade cuando, después de haber leído todo, descubrí que lo que escribió fue en la cárcel y en realidad no realizó lo que estaba ahí. Eso a mí me da mucha más emoción.
¿Qué otras cosas te inspiran?
Yo leo todo lo que tenga que ver con sexo, si a las primeras tres páginas no hay violencia y rock and roll, ya no lo leí. Y pues he leído mucho a Luna, Ricardo Castillo, y de los clásicos, pues me gusta mucho releer, me encanta La trilogía de la Bella Durmiente de Anne Rice, leo eso y me vienen tres mil imágenes a la cabeza, pero me desespero de no tener una capacidad de producción artística masiva.
¿Usas modelos o todo sale de tu cabeza?
No, todo viene de páginas pornográficas y de revistas de publicidad. Hace mucho trabajaba con varias chavas, pero me desespero y me dan ganas de renunciar, es muy difícil combinar fotografía. Si trabajas con un fotógrafo, él ve una cosa y tú otra, y el resultado no es el mismo. Encuentro chavas, las cambio y las transformo, y eso es lo que me llena la cabeza.
¿Cómo definirías tu estilo?
Me encantaría que fuera erotismo, pero ahora estoy tratando de buscar esta parte del erotismo y sensualidad…tal vez de hasta encontrarle sexo a la pintura. Tal vez un posporno, pero hacia el lado técnico, en la pincelada. Hago muchos videos de cómo mezclo el óleo y yo me lo quiero comer, eso es lo que quiero que sientas cuando veas mi trabajo. Siempre me he preguntado por qué la gente pasa horas viendo El Nacimiento de Venus, ¿qué hace un cuadro para que una persona pase 15 minutos observándolo?, un porcentaje muy bajo sabrá qué significan los elementos del cuadro, y aún así llevan horas ahí. Quiero que observen mis cuadros de esa manera, y vean las tonalidades y noten que no son negros, por ejemplo.
Nota: la presente entrevista se publicó originalmente en nuestra XXIII edición.