Cuando el gobierno de un país y su legitimidad se encuentran en una verdadera crisis, la administración de la democracia tiende al fascismo, decía el politólogo greco-francés Poulantzas. Ante su inminente derrumbe y la ausencia de credibilidad por parte de la ciudadanía, el Estado se ve obligado al totalitarismo: dicta y no pregunta. La intimidación, el uso de la fuerza y la amenaza por probables desapariciones, serán sus herramientas. El Ejército (y la Marina), sus principales aliados. Lamentablemente, México no será la excepción.
Si acaso Poulantzas se refirió más bien a los fascismos surgidos en la Alemania nazi o estudió esa Italia de Benito Mussolini, nuestro breve postulado es el siguiente: México está muy cerca de convertirse en una dictadura militar abierta y constitucionalmente avalada por sus distintos poderes legislativos.
Desde diciembre del año pasado, el Congreso de la Unión y el Senado de la República, con el apoyo de su coordinación parlamentaria del PRI en la cámara de diputados y el PAN en la de senadores, presentaron dos iniciativas de ley por la regulación de las labores del Ejército y la Marina en las calles.
Sí, hablamos de la iniciativa de Ley de seguridad interior, donde la total capacidad de mando puede entregarla el Presidente de la República a la Secretaría de Gobernación, de acuerdo con el artículo 10 de la iniciativa de Ley para la “…implementación gradual de Acciones de Seguridad Interior” cuando se presenten amenazas a ella misma como por ejemplo “actos violentos tendientes a quebrantar la continuidad de las instituciones, el desarrollo nacional, la integridad de la federación, el estado de derecho y la gobernabilidad democrática en todo el territorio nacional”, desastres naturales o simplemente “cualquier otro acto o hecho que ponga en peligro la estabilidad, seguridad o paz públicas en el territorio nacional o en áreas geográficas específicas del país”.
El documento firmado por el coordinador de la bancada del Revolucionario Institucional en la Cámara de diputados, César Camacho Quiroz y la diputada Martha Sofía Tamayo Morales, se justifica en “amenazas, preocupaciones y otros desafíos a la Seguridad Nacional” y por ello, su necesidad de darle mayor alcance militar a las calles del país.
Desde 1990 el escritor Mario Vargas Llosa le dijo a un Octavio Paz por galardonarse con el Premio Nobel de literatura: “México es la dictadura perfecta. La dictadura perfecta no es el comunismo. No es la URSS. No es Fidel Castro. La dictadura perfecta es México”. Desde entonces, para el también Premio Nobel de literatura de 2010, nuestro país “es la dictadura camuflada. Tiene las características de la dictadura: la permanencia, no de un hombre, pero sí de un partido. Y de un partido que es inamovible”.
Y ese es el caso todavía hoy de la administración del presidente Enrique Peña Nieto. El PRI regresó desde finales del 2012 al poder, después de dos sexenios de ausencia, para equivocarse desde el autoritarismo mediática y políticamente con el pueblo de México y a costa de él. La herida por los 43 normalistas desaparecidos la noche del 26 de septiembre de 2014 en Iguala, Guerrero, sigue abierta; la violencia desatada y las muertes sufridas por la guerra contra el narcotráfico desde el sexenio del ex presidente panista Felipe Calderón Hinojosa, abruma once años después y todavía a todo el país; el escándalo de la Casa Blanca de Peña Nieto en noviembre de 2014 o el plagio de al menos diez autores en su tesis de licenciatura por parte del poder Ejecutivo para hacerse del título de licenciado en Derecho en la Universidad Panamericana, conflicto develado a finales de agosto de 2016, aún indigna; o además el recibimiento del ahora presidente de los Estados Unidos en México, Donald Trump, el 31 de agosto del año pasado como todavía entonces candidato y a quien se le dio un trato ya de mandatario de la nación más poderosa del mundo.
Según el mismo senador del PAN, Roberto Gil Zuarth, el Estado de México y Guerrero y de acuerdo al número de su población, concentran el mayor número de elementos militares desplegados en el país y por ello, opacan una necesidad civil: la seguridad. Luego entonces, la justificación del Ejército en todo el territorio nacional, es evidente. Apenas ayer César Camacho anunció los grandes avances de la iniciativa de Ley de Seguridad Interior y sus próximas posibilidades a ser dictaminada en el Congreso de la Unión.
¿Estamos ante un esbozo de una dictadura militar?
Espero equivocarme.