En el preescolar le han pedido a mi hijo que lleve una prenda de vestir solo de niño y otra solo de niña, pensé que hablaban de calzoncillos y calzones (las únicas prendas que a mi parecer son solo de hombre y mujer), pero no, se refieren a otras cosas, me cuesta entender. Reviso los libros y me encuentro con redundancias entre ropa con flores para mujeres y corbatas para hombres, de forma escueta mencionan la única diferencia razonable entre hombre y mujer: el aparato reproductor.
Claramente entiendo que tendré que enseñarle a mi hijo a desaprender la imposición normas inútiles. Así empiezan las distancias que ponemos, no debemos ni podemos seguir formando parte de ello.
La sexualidad es un tema tan amplio y complejo que no la define la indumentaria ni la biología ni la psique por separado, es un todo. El hombre puede y debe usar lo que quiera y del color que quiera; la mujer también.
Entre absurdos y tabúes
La sexualidad humana es un absurdo en nuestros tiempos. Es un tema explotado pero mítico a la vez, sin embargo, en edades preescolares el Sistema Educativo se limita a distinguir niño de niña; hay padres que esperan incluso que no se les hable de sexo, como si los niños fueran inmunes a la publicidad.
Un alto porcentaje de familias dejan que solo en los centros educativos se hable de sexualidad con los pequeños, con una tendencia a ausentarse de este tema y dejarlo en abandono; a esta ausencia se suma que la mayoría de educadores preescolares son mujeres, normalmente las más cohibidas al momento de hablar sobre el contenido.
Todo crea un caldo de cultivo ideal para pensar que actitudes, colores y tradiciones definen el sexo de una persona, y desde pequeños somos bombardeados con comentarios machistas, homofóbicos, anti feministas y conservadores. Atravesamos la niñez con mitos como la ropa definiendo el sexo, tan falso esto como el ratón Pérez o Santa Claus.
En edades preescolares ver y repetir son el pan diario, con la sexualidad ocurre lo mismo, los pequeños repetirán lo que ven. La verdad, sencillez y exactitud deberían ser bandera en este lapso, ¿estaremos explicando verdades de forma sencilla y exacta?
Sexo e igualdad
Por otro lado, comenzamos a pensar que hombres y mujeres somos equivalentes, de hecho llevamos muchas décadas luchando por igualdad y aunque nuestra bilogía muestra diferencias, esas, las sexuales, son las únicas que deberían contar. Las lecciones no deberían ir acompañadas por los comportamientos, ropa y juguetes que “deben” tener los y las niñas, sino centradas a sus sentimientos, a identificarse y conocer el sistema reproductivo; volverlos capaces de llamar pene al pene, vagina a la vagina y romper con los diminutivos melosos o albureros con los que se les nombra en casa o fuera.
La conducta no es sexualidad, paremos de decirles a las niñas que ellas deben ser más quietas y silenciosas, no podemos seguir permitiendo que se nos confine solo a ciertos espacios y actitudes.
Que nos abunden las niñas igual de valientes que un varón y los niños igual de sensibles que una nena; la humanidad necesita esos cambios. Más niños libres de ser y sentir y no condenados al machismo y a la oda al vaso frágil.
Por derecho, niños y niñas deben tener libre opinión y expresión, libre conciencia, pensamiento e identidad, todas palabras y conceptos mayores, va siendo hora que nosotros busquemos esa misma libertad y no les atemos con nuestras propias limitantes. Autoevaluémonos, demos pasos hacia atrás cuando repetimos patrones de conducta nocivos y no temamos en redirigir el camino, los niños están hechos de sueños limpios que debemos aprender a respetar.
No hay recetas de felicidad, pero sí la hay claramente definidas para el respeto, dediquémonos a acatar la libertad de los niños que solo así iremos brindándoles la felicidad que tanto merecen.