Con la aplicación de las políticas económicas de corte neoliberal a partir del régimen de Carlos Salinas de Gortari, resulta obvio que México ha dejado de lado sus intereses que buscaban lograr un desarrollo social sustentable, y que finalmente ayudara a la mejora de la calidad de vida de la mayoría de los habitantes del país.
Por ende, la nación y sus ciudadanos, han quedado relegados a un papel subsidiario en todos los ámbitos, por lo que es verdad que estamos atrapados por la inercia de los intereses geoestratégicos y económicos de los Estados Unidos de América, los cuales, se encuentran representados por las grandes corporaciones empresariales transnacionales que operan con total libertad en el territorio nacional.
En el caso específico de la Política Exterior mexicana, este deterioro ha sido más que evidente, siendo el nombramiento del economista del ITAM, Luis Videgaray Caso, como encargado de la Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE) el colmo de dicha situación.
En esta tesitura, se puede afirmar que este es un claro ejemplo de que en México se opera sin un rumbo fijo e independiente en materia internacional, por lo que es válido mencionar que el único mérito del personaje antes mencionado, el cual le ha permitido obtener altos puestos en la administración pública federal, se basa en el hecho de que es uno de los mejores amigos del presidente Enrique Peña Nieto y cuya incompetencia quedó probada durante su comisión como jefe de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SCHP), gestión que ha sido calificada por diversos sectores e importantes expertos como una de las más nefastas que se recuerden en tiempos recientes, hecho que parecía sumamente difícil de suceder tomando en cuenta el pésimo trabajo de sus predecesores en este cargo.
Lo anterior prácticamente ayuda a establecer que nuestro país no cuenta con una política internacional propia y que frente al reto que representa la llegada al poder de Donald Trump nos encontramos prácticamente en la indefensión más absoluta.
Asimismo, es necesario resaltar que este síntoma que manifiesta la Política Exterior es una prueba tangible del desdibujamiento que ha sufrido el estado mexicano en las últimas tres décadas, siendo los principales beneficiarios de este fenómeno los cleptócratas y empresarios sin escrúpulos que detentan el poder en la actualidad.
Teniendo en cuenta lo antes referido, es prioritario dejar de lado la visión edulcorada y propagandística promovida por los grandes cleptócratas y talibanes del mercado que controlan el funcionamiento del gobierno mexicano y los grandes medios de comunicación masiva, personajes que se empeñan en presentar las catástrofes financieras y sociales que han aquejado al país como meros fallos transitorios, obviando torpemente que la realidad supera y contradice esta perorata.
Finalmente, vale la pena recordar que a partir del establecimiento del neoliberalismo en México, nuestra nación se encuentra comparativamente en ciertos rubros del desarrollo humano en circunstancias que nos equiparan con algunos países del África subsahariana y el sudeste asiático, por lo que el sueño del primer mundo promovido desde el libremercadismo no es más que una absoluta patraña.