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Uno ya no sabe cuándo es un día triste para los mexicanos, hemos pasado del tan sonado héroe agachado de Paz, a uno tendido en el suelo, recibiendo estoicamente las patadas del destino en repetidas ocasiones. Nuestra historia nos consume. Desde la fundación del PNR hasta su institucionalización con el actual PRI, y el juego de militancias que simulan alternancia política a lo largo del país, hemos sido víctimas de un diplomático pillaje que se agota los recursos naturales, económicos y humanos de nuestra nación.
El cielo se cae a pedazos, y sin embargo nos detenemos apenas a verlo con algo de disgusto, pues preferimos fingir que aquellas oscuras nubes no existen, que nuestro sol es diferente al sol de los demás y brilla inocuo, sin distinciones, pero siempre efusivo para nosotros mismos sin importar el cielo de los demás. Morimos lentamente y de manera consensada, gracias a los esfuerzos de una clase política parasitaria que cree que el héroe sangrante no reaccionará jamás.
Apenas hace unas horas hemos visto al pueblo levantarse, dejar de fingir. Los analistas ya se preguntan si nuestra gente abandonará su letargo histórico. Si por una vez nos daremos cuenta que quedarnos callados significa ser cómplices de la mano que perpetra el crimen.
En múltiples ocasiones a lo largo de las últimas décadas el gobierno nos ha vejado. Pero aun así, la falta de información concreta y el propagandismo popular nos invita a olvidarnos y burlarnos de nosotros mismos. La falta de conocimiento nos hizo pensar, por muchos años, que aquí no pasaba nada.
De acuerdo con http://happyplanetindex.org/ nos encontramos en el segundo lugar, de entre 140, de los países con la gente más feliz y resignada con su manera de vivir, únicamente por debajo de Costa Rica. La expectativa de vida al parecer es amplia, pero de acuerdo con datos del Banco Mundial, el índice de crecimiento del Producto Interno Bruto per cápita, ha venido en declive los últimos 30 años.
http://datos.bancomundial.org/indicator/NY.GDP.PCAP.KD.ZG?locations=MX
¿Entonces qué nos queda esperar, si al final del día es todo o nada, si después de tanto luchar y trabajar por salir adelante van a venir a quitarte los frutos de tu esfuerzo a cambio de nada? No hablamos de países donde se pagan impuestos exorbitantes pero la recuperación en políticas públicas, sistemas de salud y educación, es constante.
Aquí lo que se llevan jamás volverá. Aquí la seguridad social es deficiente, carece de los recursos necesarios para satisfacer la demanda de una población que apenas conoce sus derechos, que viven en casas de quince personas con unos cuantos metros cuadrados a repartir para cada una, porque tampoco hay viviendas de calidad, en un país donde la educación es un privilegio para quien pueda pagarla solamente.
Aquí los impuestos crecen cada día, pero únicamente para alimentar a la clase política de nuestro país, que requiere bonos y solicita presupuestos para cubrir el reparto de utilidad entre sus allegados, para después justificar el gasto con facturas de 10, 15, 20 mil pesos por una simple pluma.
Así nos la llevamos, el sueño social de hace algunos ayeres terminó convirtiéndose en la disociación mercantil de nuestros derechos, de líderes sindicales llevándose la mejor tajada, de medios de comunicación al servicio del discurso oficial, de voces disidentes apagadas con violencia a lo largo de los años, justificándose siempre con el cuento del “no pasa nada”.
Entonces, con estas referencias, sinceramente es muy difícil saber si hoy es un día triste o no, a causa del gasolinazo, o acaso debido al despertar de las personas que hoy se queja por ello. Es difícil de decir, porque en realidad no sabemos qué tanto puede empeorar mañana.