“Pain is meant to wake us up.”
Jim Morrison
El escorpión pidió ayuda a la rana. El escorpión necesitaba cruzar un lago y sugirió ir en la espalda de la rana. La rana, temerosa, le dijo que no podía hacer eso porque la picaría. El escorpión le prometió que no haría tal cosa, pues si lastimaba a la rana él también se condenaría. La rana accede y sube al escorpión a su espalda. A mitad del camino, el escorpión pica a la rana. La rana dice: “¿por qué has hecho eso? Ahora moriremos los dos”. El escorpión responde: “porque es mi naturaleza”. Nadie duda de la intención y naturaleza del escorpión, pero ¿quién analiza la naturaleza de la rana que auxilia a pesar del temor y la certeza?
Drive es una película que sigue a la rana, tratando de dar explicación al goce del mártir. El protagonista, sin nombre, se dedica a ser conductor en operaciones ilegales. Él no comete el crimen, su trabajo es llegar al destino, mientras otros se encargan de condenarse por sus acciones. Se trata de un acercamiento neo noir del cine actual, de la mano de uno de los directores más enigmáticos en la actualidad, Nicolas Winding Refn. Una historia dentro de un mundo corrupto con personajes igual de grises, contradictorios y violentos, pero con un giro importante en la trama.
Mientras las películas clásicas del noir, como The Maltese Falcon o Dark Passage se enfocan en un misterio que debe resolverse y que en el proceso concederá algo de humanidad al personaje principal, Drive no oculta el crimen y le da prioridad a la anormalidad de la existencia del personaje principal. En el camino se reestructuran los personajes clásicos de detectives. El investigador principal aquí es un conductor que ya trabaja del lado de los criminales y no de la ley, la femme fatale es ama de casa y madre de un niño al que busca proteger a toda costa. El delito no lleva la trama, la complejidad del protagonista sí; nunca averiguamos su nombre, pero él busca revelarnos tantas cosas.
Hay personas que están destinadas a ayudar a otras, no necesariamente buenas, pero ahí radica el encanto. El dolor de ayudar a otros y siempre verse afectado, emocional o físicamente, es el motor primario de este personaje. Es una labor de mártir que justifica así su soledad y su imposibilidad de amor. Es la rana que sabe que el escorpión la traicionará, que conoce la naturaleza predecible y egocéntrica de todos los que habitan este mundo, y que aún así ofrecerá su ayuda, no por el agradecimiento de otros, sino por la oportunidad de sufrir, de mantener su estilo de vida.
El protagonista siempre buscará lo que el dolor le tiene preparado, lo que va a revelar sobre su persona. Esos sentimientos a los que no tiene acceso de otra manera. No es la justificación del adicto que aclara sus emociones con cada inyección, o la del comedor compulsivo que busca olvidar el estrés; se trata, en cambio, de las razones primarias de su existencia, se trata de resolver su paradigma, su universo. Cada dolor es merecido, cada pérdida es justificada, es la reafirmación constante de su martirio.
No hay oportunidad de cambio. No es posible el engaño. A pesar de que el protagonista rompe su código, se involucra con las personas equivocadas y asesina, él nunca podrá ser el escorpión. Simplemente es una extensión de su dolor, son nuevos métodos para alcanzar la gratificación que tanto busca. Él no puede quedarse con la chica, no puede disfrutar del botín y, definitivamente, no puede morir y él lo sabe con certeza. Todos sus “trabajos” son ensayos de una vida que no le pertenece más que en el vistazo apresurado del que conduce un auto a toda velocidad.