El término “prosperidad”, tan tradicionalmente socorrido, usado y desgastado durante estas fechas, implica para quien lo desea y para quien lo recibe, la posibilidad de enfrentar condiciones favorables, propicias, venturosas en su vida… mejores circunstancias pues.
Así que el deseo de un próspero año nuevo siempre se agradece, especialmente ahora con la reciente y última final de otro campeonato de soccer; el surgimiento de tendencias y modas tan absurdas como el “reto del maniquí”; importantísimos eventos sociales como la llegada a la edad de las ilusiones de una jovencita en San Luis Potosí, y, por supuesto, todas esas fiestas y eventos gratuitos que las autoridades de todos niveles organizan para que nosotros, el pueblo, estemos bien contentos y felices de llegar -como sea- al final de un año y atestiguar esperanzados el inicio de otro más.
No hay razón ni motivos para el pesimismo entre la población de un país tan aferrado a las reglas eclesiales y tan amedrentado y asaltado por la clase política.
Así que la Navidad fue feliz, como dictan los cánones tradicionalistas, y ni los 28 homicidios reportados, ni los tres policías baleados, ni las seis personas decapitadas esa noche (todo ello solo en tres estados del país: Guerrero, Chihuahua y Michoacán), son razones suficientes para teñir de rojo el llevado y traído espíritu navideño que tanto disfrutamos y compartimos.
Sí, fue una linda nochebuena.
Muchos estuvieron reunidos con sus más cercanos y compartieron trozos de pan, pedazos de carne y múltiples viandas preparadas con harto amor y los mejores ingredientes de la nuestra y otras cocinas, sin olvidar por supuesto las copas de vidrio o los vasos o cualquier otro recipiente de esos que permiten retener bondadosas porciones de líquidos hechos a partir de diversos frutos de esta y otras temporadas. Hubo risas, abrazos y buenos deseos y gorritos en las cabezas y abrigos en los cuerpos y dulces y postres y sonrisas infantiles ansiosas de despertar y revisar los obsequios que un supuesto sujeto de rojo habría colocado bajo el árbol adornado de esferas y escarchas y luces de colores.
Pocos fueron quienes no tuvieron la fortuna de pasar una noche llena de amor y tranquilidad, como el pobrecito ex gobernador de Veracruz, Javier Duarte, a quien se señala por la presunta desaparición de algo así como 35 mil millones de pesos (“pinche ratero” es la descripción menos agresiva que he escuchado en torno al otrora primer priista de aquella entidad y hoy prófugo de la justicia).
Otros, después de hacer lo que normalmente hacen en la intimidad de sus hogares, se fueron a acostar para soñar con la posibilidad de ser los elegidos: unos a gubernaturas, otros a diputaciones y muchos más a presidencias municipales.
Es verdad, no miento, este 2017 se elegirán en Coahuila 38 ayuntamientos, 25 diputaciones y la gubernatura; en Nayarit, son 20 municipios, 30 diputaciones y el Ejecutivo estatal; en Veracruz, 212 autoridades locales y no olvidemos la joya de la corona, el Estado de México, donde los votantes saldrán a las urnas para elegir al sucesor de Ávila Villegas, un gobernador amante de las cámaras y los reflectores, tal como demostró con la reciente tragedia en Tultepec, donde el mercado de artificios pirotécnicos desapareció luego de una explosión cuyos orígenes siguen aún generando dudas entre propios y extraños y que dejó un saldo de más de 34 muertos y decenas de heridos y desaparecidos.
Lo cierto es que siempre es un gusto observar las sonrisas fingidas y/o ensayadas de quienes quieren ser algo deseando toda clase de bonanza y parabienes a los electores a través de cuanta plataforma esté al alcance: redes sociales, pantallas, frecuencias, páginas impresas… todos hablan de lo bonito de la época, de perdón, del excelente futuro que nos espera y demás espejismos que, evidentemente, son bien recibidos por la gran mayoría.
Sí, en este país hay una gran mayoría. Es la que decidió que enrique peña era la mejor opción para dirigir el destino de nuestro México. De hecho son los mismos que no se han percatado de que el dólar ha alcanzado niveles peligrosamente históricos; los que están al pendiente de lo que hacen o dicen las estrellas de la farándula y recitan de memoria cualquiera de sus ocurrencias; los que están a favor o en contra del arbitraje en alguno de los campeonatos que cada semana ofrece el amadísimo soccer y, evidentemente, quienes siguen diciendo que las reformas planteadas por su majestad y avaladas por sus esbirros en los congresos han sido las mejores decisiones que se pudieron haber tomado para el país. Por eso las movilizaciones magisteriales, los desacuerdos comerciales y las carencias energéticas, pero eso es algo que los que saben tienen la obligación de explicar.
Lo bueno de esta administración que además lleva la marca de más de 15 mil desaparecidos -poco más que cada uno de los sexenios anteriores a su término-, es que ya está por finalizar.
¿Próspero año nuevo? Usted perdone, pero no lo creo…