La ligereza con que se aborda hoy en día cualquier tema en internet es impresionante. Se han llegado incluso a levantar facciones de uso y opinión respecto a los temas más relevantes en los últimos años. Por mencionar algunos ejemplos, entre lo más sonado se encuentran la supremacía blanca, la teoría o estándares de género e incluso, más que la guerra, el tipo de reacción particular de ciertos sectores sociales respecto a las acciones bélicas en oriente medio.
Es curioso cómo mediante opiniones criminalizamos al otro.
La sicología de masas como la describe Gustavo “el bueno” Le Bon, se constituye mediante una aglomeración de individuos que orientan sus ideas y sentimientos hacia un factor común, dejando de lado la personalidad individual y actuando de manera sugestible, con base en la credulidad hacia todo aquello que provenga del grupo.
Temas como estos no son ajenos al esquema político moderno si pensamos, sin ir muy lejos, en la propagandística y el triunfo del nazismo y el fascismo en la primera mitad del siglo XX. No obstante el pensamiento de masa debe ser dirigido, como al seguir una guía de arreo con el ganado. ¿Entonces cómo se “dirigen” las ideas en internet?
Hasta hace unos años era difícil que alguien, que no fuera estadista, identificase el término “tendencia” como una línea de acción basada en comportamientos reales. Las tendencias sociales, antes únicamente importantes para la moda, hoy día se estudian mediante algoritmos programados en red y sirven para listar temáticas o incluso términos cuya popularidad muestra comportamientos por encima de la media y comiencen a desplazar otras ideas en el cúmulo de la masa.
Es decir, conforme un concepto se populariza en red, se vuelve un hilo conversacional común en el proceso de interacción de las redes, respecto al que todos opinamos y generamos al menos una opinión al respecto.
La parte curiosa es que, debido a que las tendencias son guiadas por algoritmos cuyo único trabajo es identificar comportamientos en 1/100, 1/50, 1/10, etcétera, éstas también pueden ser manipulables generando estadísticas de trabajo para el los mismos algoritmos identifiquen cómo explosionan términos o ideas en cuestión de horas, mediante un comportamiento inducido.
Pues bien, todo esto viene a colación para que podamos entender los dimes y diretes de tanto chisme en nuestros celulares. Pero sobre todo, cuando comienza a hablarse de bots y grupos que coadyuvan tales o cuales ideas, ya sea por dinero, por pertenecer a una facción político-social, o simplemente por querer ver arder el mundo.