Nos escandalizamos, nos aterramos ante la posibilidad de que la frontera con Estados Unidos termine cerrada por el prometido muro de Trump. Nos colerizamos ante las muestras de deprecio y racistas que algunos norteamericanos muestran hacia los mexicanos; hay un enorme muro ideológico que algunas mentalidades estadounidenses han construido alrededor de la comunidad latina.
Sin embargo, nosotros como mexicanos, tenemos un muro no muy diferente al de los estadounidenses; somos racistas, somos indiferentes a las minorías, llegamos a ser xenófobos; no somos distintos de los seguidores de D. Trump.
También hemos construido un enorme muro ideológico alrededor de las minorías a quienes marginamos.
A nuestro país han llegado inmigrantes de diversas nacionalidades, no sólo centroamericanos o sudamericanos, actualmente México está recibiendo a miles de haitianos y africanos que se han quedado varados en Baja California. Por supuesto que México no era su lugar de destino, como la gran mayoría de estos inmigrantes buscan llegar a Estados Unidos: México es sólo el puente que los conduce hacia ahí.
Aunque México no haya sido su lugar de destino, todos ellos están residiendo aquí; ahora ya no somos un país de tránsito sino de establecimiento.
Y es aquí, y no en Estados Unidos, donde se inicia a alzar un muro de rechazo alrededor de ellos, entorno a estos inmigrantes que también buscan una mejor condición de vida. Pero estas personas, hombres, mujeres y niños, no sólo son vulnerables en sus países, lo son también en el nuestro.
Ante esta vulnerabilidad muchos inmigrantes, como el caso de los haitianos, están pidiendo al gobierno mexicano que se les reconozca como “refugiados” y no como inmigrantes; el inmigrante y el refugiado no es lo mismo.
El inmigrante carece de derechos en el país en el que reside; el refugiado obtiene los derechos de un ciudadano en la nación que le recibe; lo único que buscan es no ser vulnerables ni ser un grupo marginado.
Les es urgente el no ser vulnerables en un país donde no se deportan a los inmigrantes, sino que se les esclaviza y se les ejecuta. Podemos recordar el caso de San Fernando donde cientos de centroamericanos fueron ejecutados y enterrados en una narco-fosa. Y este caso es sólo uno de cientos más que se presentan, que se saben pero se callan.
No somos mejores, en cuanto al trato hacia los inmigrantes, que los estadounidenses, somos peores; nuestra hipocresía nos hace ser peores porque luchamos contra los actos raciales que sufren miles de mexicanos y miles de latinoamericanos, nos enfurece la idea del muro por la connotación que éste representa pero en México las cosas no son mejores para los inmigrantes.
No cabe duda de que México cuenta con un enorme muro, un muro construido por la ideología de la gente; es un muro que oprime y destroza a los miles de inmigrantes que buscan una mejor condición de vida tanto para ellos como de sus familias.
Buscan lo mismo que los miles de mexicanos que van “del otro lado” y nos enfurece que les cierren las puertas, que les quiten todo por lo que han trabajado; mientras peleamos por esto nosotros cerramos nuestras puertas.
¡Qué lamentable es nuestro caso!