Pensar en la premisa el saber es poder, puede resultarnos interesante para entender ante qué tipo de niñez estamos hoy. Veamos.
La idea de analizar esa premisa, viene de la ya difundida presentación del Secretario de Educación, Aurelio Nuño en un evento, en donde más que equivocarse, se trató desde nuestra perspectiva, de demostrar otra vez, el poco acercamiento que tiene para con la educación.
En ese contexto, pudimos apreciar cómo Andrea, la niña que corrigió al funcionario público, demostró un poder que ha dado de qué hablar. En la escena a la que hacemos referencia, una niña corrigiendo a un adulto, se puede hablar de cómo el saber es poder.
La niña en este caso, sabe la forma correcta de pronunciar una palabra –leer por ler-, y vaya que era importante hacerlo bien, pues el evento en el que estaban los actores, era nada más y nada menos, que ¡una feria de libro!
Además, la niña supo intervenir en el momento exacto para emitir su palabra. No esperó como seguramente hubiera hecho un adulto a que pasara el tiempo y ya tras bambalinas comunicar tan tremendo error.
Con la niña y su actuación, podemos analizar que sabía en qué lugar estaba ella y los otros niños, incluso en el video que ya se hizo viral, vemos a Andrea ansiosa por participar, y cuando le pide la palabra al funcionario, éste se extraña y se acerca a ella con un vulgar “¿qué?”
Con este caso, deseamos establecer una relación hacía el ámbito social que nos rodea, el de los niños que parecen saber más que los adultos, de los niños que demuestran mayor sabiduría en ciertos círculos de conocimiento.
Antes de avanzar en nuestro análisis, cerraremos el caso del Secretario de Educación señalando que en ese desliz ha dejado ver además de lo que ya decíamos antes, el tipo de protagonismo en la cual se haya inserta la ya consabida reforma educativa.
Y no es sólo por ese acontecimiento frente a los niños y en una feria de libros, ya es una suma de eventos que han aclarado quién es el representante y qué es lo que representa en realidad; de entrada podemos afirmar, que no representan en definitiva nada que tenga que ver con literatura.
Pero continuemos, pues decíamos que los niños hoy, ostentan un saber, como tal vez nunca se ha visto en la historia. Nos referimos por ejemplo, al saber tecnológico.
Y por supuesto que ese tipo de saber significa poder. ¿Acaso no hemos atestiguado a un niño manejando con toda facilidad algún dispositivo tecnológico frente a la mirada extrañada de los padres?
El manejo de las tecnologías por parte de los niños representaría acceso, control, tiempo, entre otros elementos, que están dirigidos hacía los adultos, a favor o en contra. Éstos últimos compran los productos para los niños, muchas veces hasta mejores que los que ellos conservan, lo cual ya es una forma de medida desde el infante.
Se dice comúnmente, te ha tomado la medida, pues en lo que respecta a la niñez y la tecnología, parece que en efecto, ellos llevan la delantera en relación con muchos adultos a veces temerosos, otras resistentes a adentrarse a ese mundo tecnológico.
De cualquier manera, pensamos que ese tipo de saber, no viene sin un costo. El costo es en función de la ya consabida separación del mundo social.
Los niños dejan cada vez más los juguetes o juegos que incluyen la participación con otros niños; incluso se puede revisar a manera de demostración y con números, la clase de regalos que prefieren los niños de hoy, sea en Navidad, Reyes o cumpleaños.
Parques solitarios, ludotecas con uno o dos pequeños, pues la mayoría prefiere estar en casa ampliando un saber tecnológico en detrimento de un saber social, que creemos, en definitiva, tiene que ver con un saber ser, en tanto el contacto con el otro.
Fenómeno que ha sido estudiado ampliamente por el psicoanálisis, cuando se observa que para que el yo exista se requiere de otro con el cual conformarse, a través de la relación que permite el lenguaje.
Ahora tenemos niños que saben manejar dispositivos con una facilidad que asombra a muchos, pero esos mismos niños, no saben andar en bicicleta. Niños que tienen cualquier cantidad de amigos virtuales, pero que en su colonia, a veces incluso en la escuela, no conocen a nadie, mucho menos pueden convivir con ellos.
Diríamos en suma que, los niños de hoy poseen el poder de la información, los de antaño, el poder de relacionarse, ¿cuáles serían las consecuencias de las nuevas estructuras psíquicas de los niños? Lamentablemente el tiempo lo dirá.
Falta saber si es posible que tengamos una combinación de saberes en los niños actuales, pero para eso, por supuesto que es indispensable el papel de los padres y maestros.
El día que podamos acompañar sin miedos y resistencias a los niños por los diferentes caminos del saber, puede ser que estemos ante algo nuevo en la vida, y es que como vimos con Andrea, a ellos no les da miedo decir lo que saben.