Sí. Hoy amanecimos con resaca electoral; nos preguntamos ¿en serio este Trump es el nuevo presidente de nuestro vecino del norte? Llenamos las redes sociales de comentarios, análisis, pseudoanálisis, memes, etc. y todos, o casi todos, de este lado de la frontera así como otros lugares del mundo sentimos algo de miedo o, más bien, de incertidumbre por lo que vendrá.
Los más atrevidos, cargados de cierto grado de ignorancia y soberbia se atrevieron a hacer análisis económicos, políticos y sociales de lo que nos depara, otros se rasgaron las vestiduras y, los más, lloraron pensando en la estatua de la ¿libertad?
Sin embargo, después de una noche sin dormir y de esperar, escuchar y leer resultados, las cifras son claras y contundentes, en Estados Unidos se necesita alcanzar 270 votos de los 538 que conforman el Colegio Electoral y las cifras (más o menos, dependiendo del medio) nos dicen que Trump logró 306 votos frente a 232 de Clinton.
El güero loco que más que político es empresario y estrella mediática se convertirá de esta manera en el 45º presidente de Estados Unidos. Ya ni llorar es bueno dicen por estos rumbos. Efectivamente, en enero de 2017 Trump gobernará al mayor imperio económico y armamentístico del mundo. Y lo hará con el apoyo de su gente, de su pueblo, de varios estados que creyeron en sus palabras.
¿Qué tiene Trump que no tuvo Hillary? Tiene el carisma que ella no, tiene la empatía con el americano de a pie, sabe lo que quieren escuchar y se los dice de una manera tan directa y particular que su mensaje no ha caído en saco roto: menos productos chinos, importaciones en detrimento de la producción nacional, menos inmigración ilegal, mayor trabajo para los nacionales, menos despilfarro en otros puntos del globo e inversión en la economía local. En resumen, América para los americanos.
Hillary, por otro lado, traía el viejo discurso demócrata pro de los “Derechos Humanos”, la responsabilidad de América con el mundo y se convertiría en la primera mujer en gobernar Estados Unidos.
Con una retórica progresista se rodeó de todas las estrellitas de Hollywood o los showman o woman, dependiendo, latinos: Ricky Martin, Salma Hayek, Vicente Fernández y ¡cómo no! la ex reina de belleza, Alicia Machado, víctima del misógino, xenófobo e ignorante de Donald Trump. Intentó vender con la imagen de la venezolana el mensaje de: ¡tú, mujer latina, identifícate con ella, si la humilló a ella también lo hará a ti!
Clinton creía representar a las mujeres, a los latinos, a la razón frente a la locura. ¿Le dio resultado? No. No nos engañemos, también tiene un pasado que recordar: respaldó las acciones militares en Afganistán, votó a favor de la guerra de Irak y apoyó la intervención militar en Libia, fue la embajadora del imperio que se sentó con todos los líderes del mundo para asegurar la hegemonía americana y esto, como no, pasó una factura de sangre y dolor para muchas familias americanas, entre ellas familias de origen latino.
Ni Clinton ni Trump son trigo limpio, eso lo sabemos. Pero ¿por qué ganó un discurso xenófobo, racista y misógino? No me atrevería a decir que fue por hartazgo de los políticos de siempre y de la política repetitiva de los últimos años. Más que hartazgo es desencanto, y hastío de ver un gobierno que actúa como padre por conveniencia del resto del mundo y se olvida de sus propios nacionales.
Con el beneplácito de la OTAN y la ONU y bajo el pretexto de ser “los salvadores del mundo” enviaron a su juventud a guerras al otro lado del globo, tuvieron que “aceptar” a millones de indocumentados porque los países de éstos no eran capaces de dar trabajo a su propia gente, se auto adjudicaron el papel de jueces de otras naciones a la hora en que las “democracias jóvenes” elegían a sus gobernantes y en todo ese proceso de dominación mundial se olvidaron del americano común, no de la élite, del americano que trabaja en fábricas, del obrero, del camionero.
Y entonces llegó Trump. Sí, cual Mesías salvador, el 16 de junio de 2015, en Nueva York, anunció su precandidatura para las elecciones de 2016, bajo el eslogan «We are going to make our country great again» (Vamos a hacer a nuestro país grande de nuevo). Con este mensaje las masas vibraron, la gente recibía un mensaje que le hacía creer en su país de nuevo, en ese producto hecho en casa del que tan orgullosos fueron en el pasado.
¿Hoy nos levantamos juzgando su elección como errónea? ¿Es erróneo un discurso populista? ¿Acaso el populismo sólo es válido en América Latina? Esto es democracia señores y así se la debe respetar. Es democracia igual que Bolivia eligió a Evo Morales para presidente, Venezuela a Chávez o Ecuador a Rafael Correa.
La democracia es el mejor sistema político desde Grecia que confiere al pueblo el derecho a elegir a sus gobernantes y controlar a sus instituciones. Es mediante la participación del pueblo que se legitima a sus gobernantes, a las ideas y al programa político que traen consigo. Es este sistema político el que permite que un “ignorante populista” sea el individuo que pueda elevar el orgullo americano y legitimar su gobierno.
A diferencia de las elecciones en otros países, incluido el nuestro, las elecciones de Estados Unidos no han tenido denuncias de que los candidatos hayan comprado el voto del pueblo con una torta y unos cuantos pesos.
¿Qué pasará con la economía? La economía funcionará, ha funcionado y seguirá funcionando. Es seguro que habrá cambios en las reglas del juego que afecten la economía internacional, sin embargo, todos los jugadores tendrán que acoplarse a las nuevas reglas. Wall Street ha comenzado su día asustado pero se acuesta lleno de optimismo, el Dow Jones sube un 1,7%, hasta los 18.645 puntos, y se coloca en por encima del récord que marcó en agosto de 2015.
Como soy del otro lado del muro también me pregunto, como otros, ¿qué pasará con nuestra gente, con todos esos que se fueron pal gabacho en busca de mejor vida, habrá una crisis de Derechos Humanos? Sí. Es muy posible, no podemos ignorar que toda política migratoria trae consigo enormes consecuencias, sin embargo, seamos responsables, dejemos ya de culpar a los otros de nuestros males.
No es culpa de una tercera nación que nosotros los países con problemas sociales y económicos no tengamos gobiernos maduros que sepan generar trabajo para su gente, que estemos podridos en corrupción y no encontremos salida a nuestros males.
Pa´crisis de Derechos Humanos la nuestra, veamos nuestras fronteras, cuántos niños se “pierden” en el camino, cuántas mujeres son violadas en el sur, cuántos hermanos centroamericanos mueren antes siquiera de pisar Tijuana, con el beneplácito y complicidad de autoridades.
Que la historia juzgue a Trump, mientras, yo me quedo aquí, con lo mío; del otro lado de la frontera.