“Si dos extraños caminan en la calle y su ropa se roza entre sí es porque entonces deben haberse conocido en vidas pasadas”.
¿Qué es peor (y mejor) que una película que te haga llorar? Una que te deje con el pecho atorado. Y en la sala de cine, con mi mamá sentada a un lado, yo sabía que Past lives era una película para ver sola.
Algunas travesías cuestan más que otras; algunas travesías te cuestan toda la vida. Bajo esta premisa implícita, Celine Song presentó su ópera prima en 2023, a partir de la historia de Nora Moon/Na Yeong y Hae Sung, amigos y amores de la infancia cuyos caminos se alejan cuando la familia de Nora emigra a Canadá.
Siendo la película perfecta para millenials, naturalmente, sentada en el cine con mi madre de otra generación, no coincidíamos en lo genial y profunda que fue esta propuesta para mí; menos aún explicarle que cada escena me recordaba a un amor desaparecido.
El verano se ha convertido en un mes de reminiscencias de Javier. En inglés, el término moderno para esa clase de vínculo es “situationship”. En español: un algo que no se concreta.
Era julio cuando intenté sincerarme sobre mis prioridades interpersonales, acabando por primera vez con cualquier intento de una relación romántica entre ambos.
Era julio cuando nos volvimos pareja en una llamada de madrugada pandémica.
Era julio cuando muy en el interior supe que él ya había pasado página, mientras lloraba en una banca sobre el hombro de un amigo respecto a aquel perdido amor.
Llegó agosto y me rompí. Se habla mucho del corazón roto como catalizador del arte. También ya se analiza como padecimiento médico. El impacto en mí fue el del duelo.
Era agosto y lloré.
Fue una novela para jóvenes adultos, publicada en 2013 (y traducida al español por la extinta comunidad de Libros del Cielo), la que me enseñó que las conocidas etapas del duelo no ocurren sólo cuando fallece un ser querido, sino que pueden trasladarse a escenarios aparentemente más frívolos en comparación, como el de superar un corazón roto. El duelo como proceso en etapas fue establecido por la doctora Elisabeth Kübler-Ross en cinco fases, aceptadas mundialmente por la humanidad, aunque estudios posteriores han manifestado hasta siete etapas (no siempre ocurren todas, ni pasan de manera lineal). Kelly Oram tomó prestadas las fases para que Avery, su protagonista, viviera el duelo del amor: el shock, negación, negociación, culpa, ira, depresión y aceptación por medio de un experimento científico.
Cuando Nora llora tras despedirse de Hae Sung, está concluyendo un duelo que no sabía, en los brazos de Arthur, su esposo y amor de la adultez.
Pasó julio y no me salían las palabras para escribir de Javier.
Llegó agosto y ya no lloré ni tuve esa carga sentimental que aún esperaba.
El duelo terminó.
En el amplio universo cinematográfico de las películas romántica, Song aprovechó para distinguir su obra al mostrar una historia semiautobiográfica de amor contemporáneo, que explora los “hubieras” y la conciliación con los destinos no concretados, mediante un largometraje que exige la intuición del espectador y una trama dividida en tres temporalidades y dos latitudes paralelas (Estados Unidos y Corea del Sur).
La primera vez que leí sobre el hilo rojo fue en un correo reenviado de Hotmail. La historia no la recuerdo, pero sí la esencia del mensaje, sobre las almas conectadas a través del tiempo y espacio y etcétera. Y claro, el consabido reenvío del correo a mínimo 5 contactos sí querías tener suerte; 10 si querías que se cumpliera antes de tanto tiempo. Seguramente por eso no se me cumplió la conexión en 2022. Es preferible pensar que fue culpa de no reenviar un correo antes de mi falta de responsabilidad afectiva vs mi intento de asertividad.
En la película, los protagonistas abordan el concepto de que nuestras raíces necesitan encontrar su lugar. Y así como las raíces llevaron físicamente a Javier a un país extranjero durante una temporada, metafóricamente esas raíces que llevaban entrelazándose desde años atrás, no pudieron crecer más; el hilo rojo no se sostuvo. Si bien Celine Song toma el concepto de “In-Yeon” para justificar este cruce de caminos, éste funciona para explicar por qué dos personas pueden dejar de encontrarse debido a las circunstancias.
Mientras intentaba escribir sobre mi uno de mis leitmotivs, voltée atrás y ya no pude generar esa nostalgia desgarradora que ocurrió mientras veía Vidas pasadas; o cuando escuché el combo musical de “Young and Beautiful” de Lana del Rey y “Fuentes de Ortiz” de Ed Maverick; o en todas las otras veces que repetí mi historia como una anécdota con subtramas y spin-offs.
A veces las personas se convierten en personajes inspiración de tu vida para seguir elaborando artículos; un nuevo hilo que quizás se clave como las espinas de la rosa al ruiseñor de vez en cuando, pero que, como Hae Sung al finalizar la película, te lleve a un breve viaje del que te despidas al amanecer. Hacia otra vida.