“Tijuana no es nada bonita, como Cancún, eh. La verdad. Pero se está volviendo un destino turístico por su gastronomía, por la ruta del vino en Mexicali…”. Gran insulto nos llevamos los habitantes de la frontera de México y Latinoamérica cuando hace algunas semanas Xóchitl Gálvez declaró semejantes palabras a nivel nacional, mientras se encontraba en Quintana Roo.
Duele el ataque… pero lo peor es que mentiras no dice (aunque si lo dice alguien que no sea de la Baja, sí está mintiendo).
Recuerdo que en una reunión de la Red de Nacional de Estudiantes de Lingüística y Literatura, en Guadalajara, una amiga de Chihuahua realizó su propuesta para que la siguiente edición fuera en su ciudad. “La verdad, es que Juárez es fea…”, iniciaba cada tanto en los cambios de diapositivas. Incontables veces quise ponerme de pie y gritarle, o al menos pasarle un papelito, para que dejara de promover a Ciudad Juárez de tal manera.
“Sólo falta que usted me diga que hoy Tijuana es un paraíso de paz y seguridad, con calles bien pavimentadas, llena de parques y espacios públicos de calidad y sin ningún tipo de problema”, respondió la candidata presidencial ante las declaraciones dadas por nuestras autoridades, alcaldesa y gobernadora, defendiendo la patria noroeste.
Lo cierto, y a pesar de las desmitificaciones, es que Tijuana, en infraestructura, es fea. Es un secreto a voces que todo el dinero que ingresa a la ciudad -la entidad- no se queda… pero tampoco se va a otros estados, como luego se quejan algunos políticos en sus respectivos gobiernos. Dizque arreglan calles y bachean, y con una lluvia colapsa el mundo. Siguen creciendo las urbanidades verticales y horizontales, pero no los servicios de agua potable. Las deudas administrativas nomás se traspasan con cada trienio y sexenio. Aquí el dinero se esfuma misteriosamente.
Tremendo impacto me he llevado al visitar o conocer de “pequeñas” ciudades en otras partes de México, y maravillarme ante edificaciones y calles bien sedimentadas, con una visión y funcionalidad que sinceramente no tenemos en estos rumbos.
Nadie pone en duda que Tijuana es fea… excepto cuando una candidata ajena a la entidad decide declararlo a nivel nacional, sin aprovechar tal declaración como argumento ante BC sobre cómo ella podría haber ayudado a que estos norteños tengamos el estado de alto nivel que merecemos.
Y aunque nadie pone en duda que Tijuana en infraestructura es fea, igualmente nadie puede negar que Tijuana es bella (y no sólo de noche) Si algo muy cierto es el cliché de que Tijuana recibe a la gente con los brazos abiertos, ofreciendo oportunidades para todos. Y además, a diferencia de grandes metrópolis mexicanas donde los prejuicios de clase parecieran intrínsecos a la ciudad, en la nuestra no abundan (tanto).
Fui de las pocas que votó por Juárez. Naturalmente, el grueso de los delegados votó por Guadalajara. Pensaba en qué habría hecho yo en su lugar, si hubiera tenido que promocionar Tijuana a sabiendas de que no soy su mejor promotora. Quiero pensar que lo habría dado todo. Sería profeta. Así como el mexicano ama más a México fuera de su tierra, amo y defiendo cada vez más a la Tijuana cuando estoy fuera.