Aunque recuerdo haber usado una computadora u desde los cinco años, fui de las últimas generaciones que aún tenían que esperar a estar en cierto grado de primaria para poder ingresar al Salón de Computación.
De cuarto a sexto, fueron tres años de repasar la santísima trinidad de los programas de Microsoft Office: dominar las fórmulas de Excel, memorizar las funciones de Word y gestionar las diapositivas de PowerPoint.
En ese entonces, la norma aún no era hacer exposiciones con presentación digital, por lo que si alguien compartía algo en este formato, era impacto seguro ante compañeros y profesores, aunque muchas veces implicara una reducción en el tiempo de clase por el embrollo de ir a solicitar uno de los pocos cañones y laptops disponibles, además del miedo de que a última hora se descompusiera el equipo o se fuera la luz.
La verdad es que no recuerdo en qué instante el PowerPoint se volvió la herramienta de cabecera, pero a los 16-17 ya todos los maestros nos pedían proyectar presentaciones. De calidad.
No podría haber imaginado que gracias a Twitter conocería mi más grande sueño oficioso en lo que unos llamarían como “de ñoños”, pero que los verdaderos cultos reconocerán como el amor al chisme: las fiestas de PowerPoint (o PowerPoint Parties, tomando en cuenta que su popularidad se debe a los internautas de habla inglesa alrededor de 2010).
Grosso modo, estas fiestas consisten en una reunión donde los distintos asistentes “exponen” ante los demás sobre un tema que se les antoje mediante el apoyo visual de diapositivas. ¿Te gusta hablar mucho? ¿Necesitas expresar esa anécdota personal o ajena que nadie buscaba oír? ¿Padeces de vómito verbal? ¿Extrañas ir a congresos donde más que una pregunta, tenías una ponencia? El PowerPoint Party es para ti.
Desde algo tan polémico como probar que Juan Gabriel se fue a retirar a la misma isla que Michael Jackson, como algo tan nicho como se habrían evitado siete relaciones fallidas del primo de tu amiga, o incluso lo más chusco como por qué no cenar sandía, pero sí tacos, estas exposiciones funcionan para pasar una velada entretenida con temáticas que si bien hallan su espacio en la inmensidad del internet, a veces lo que queremos es compartirlas en vivo, con amistades y personas que conocemos, pero que quizás las circunstancias no nos han llevado a hablar sobre tal o cual asunto.
El concepto ha permeado al punto que esta dinámica se puede convertir en concurso a la mejor presentación, o incluso en la actualidad hay grupos que hacen tales fiestas para actualizarse sobre su vida, porque es muy cierto que la adultez de los veintes y treintas no siempre se sincroniza con las agendas de todos sus participantes. Sea la modalidad en que se “juegue”, sin duda las fiestas de PowerPoint nos hacen el crucial recordatorio de apasionarnos por lo que nos gusta, sin miedo a compartirnos y expresar lo impresionante que es vivir. Organicemos una.