Iosi Havilio me seduce una vez más con esta Pequeña flor llena de huecos mágicos, nos cuenta tanto Iosi con lo que no nos cuenta, y nos cuenta tanto con lo que nos insinúa, que se podría hablar de Literatura icebergiana.
«Esta historia empieza cuando yo era otro. Como cada día desde que nos habíamos mudado al pueblo, ese lunes por la mañana me subí a la bicicleta y me puse a pedalear».
Tiene ritmo la prosa de Iosi, tiene también precisión, y chispa, y tiene una atmósfera que se te pega al pecho y ya no te suelta, desde el principio hasta el final puedes, más que leer, vivir la historia inmerso en su clima.
«Le pregunté si estaba bien. Bien muerta, dijo y se acostó en la cama sin desvestirse. Estiró el brazo para manotear el control remoto y encendió el televisor. Ni siquiera preguntó por Antonia, que dormía hacía rato en su cuna».
Consigue Iosi mantener el nivel, Opendoor, Estocolmo, Paraísos, todavía no he leído La serenidad, apuntada queda, consigue Iosi progresar con la naturalidad de los inspirados, consigue Iosi ―una vez más― hacer Literatura de la que no se olvida.
«Un temblor sacudió mi cuerpo. Seguía siendo una página maravillosa. No adelantaba la trama, tampoco nombraba los personajes, ni planteaba una intriga y sin embargo contenía la médula de la historia. ¡De todas las historias!».
Pequeña flor es un ejercicio de estilo y también un ejercicio de reflexión. Pequeña flor es un libro sutil, indagador, inquietante. Pequeña flor es el espejo que nos muestra lo que podemos llegar a ser.
«El azar va a ser siempre el azar. Laura salió del baño cinco minutos más tarde, los labios pintados, los ojos delineados, el pelo concienzudamente revuelto. Sin necesidad de palabras, ambos nos entregamos a la dramatización».
Iosi Havilio escarba en las debilidades humanas de esta sociedad nuestra de cada día, tanto en las pequeñas como en las grandes, todas cuentan, todas suman, todas nos rompen, ¿qué queda de la persona en un entorno tan hostil?
«Una Navidad, Laura compró un ajedrez flotante, nos pasamos todo un enero en la pileta con tragos a mano y anteojos oscuros haciendo olas cuando el partido no nos favorecía. Habían sido tiempos felices. La vida se encargó de disolver el interés y la práctica».
Una historia brusca, accidental, dramática.
Iosi Havilio es un escritor inconfundible.
Y Pequeña flor, un libro punzante.