Encuentra Román Piña el tono exacto para contarnos una historia cruda, entrañable, agridulce. Encuentra también los nueve gramos de magia que toda obra literaria necesita. Y encuentra, cómo no, el ritmo, la atmósfera y la voz que toda obra literaria debe contener.
Una heroína intergaláctica es un oasis, con sus palmeras y todo, en el desierto literario. Me paso la vida atravesando este desierto, compuesto por miles de libros prescindibles, y sobrevivo gracias a los oasis, benditos oasis, ¿qué haría yo sin ellos?
Román Piña se pone la piel del adolescente que fue y escribe con la soltura de los inspirados. La historia está narrada en una primera persona con vocación de tercera, pues el autor, en un desdoblamiento magistral, desaparece en la primera página.
«A pesar de todo lo que ya había rondado a Daniela, a pesar de que su cerradura se había aflojado milagrosamente y yo me había colado en el interior de su cámara, quedaban más compartimentos cerrados que debían ser reventados. Solo había iniciado el camino para alcanzar su corazón, pero quedaba mucho».
Una heroína intergaláctica es un ejercicio de memoria, un regreso a los catorce años que todos hemos tenido, más que leer, he revivido con el protagonista todo lo que iba recordando, y de su mano he recuperado al adolescente que fui.
«Me he dado cuenta de por qué soy ecologista: mientras no hay intervención del hombre el espacio es perfecto. Un montón de piedras abandonadas, un bosque, un desierto, todo lo natural tiene belleza. En cuanto nos ponemos un techo encima y empezamos a tabicarnos, lo jodemos todo. Es verdad que con eso nos protegemos de la lluvia y del frío, pero el precio es afear el mundo. La gran contradicción de mi vida es que quiero un planeta inmaculado en el que no se puede enchufar una guitarra eléctrica».
En esto de la Literatura, hay libros que dejas en las primeras páginas, esta misma mañana, sin ir más lejos, he dejado dos, uno detrás de otro, tres páginas y fuera, en esto de la Literatura siempre andas buscando el oasis, un libro que, como Una heroína intergaláctica, esté escrito con la naturalidad de lo auténtico.
«No os engañéis. A ver, mi padre es majo. Nina es un tesoro. Pero creedme, mi casa es un puto infierno».
Román Piña ha escrito una novela que sabe a realidades.
Una heroína intergaláctica tiene vida propia.
Un libro que no se olvida.