“Al principio, los sueños eran caóticos; poco después, fueron de naturaleza
dialéctica”.
El siguiente ensayo aborda, desde la perspectiva de género fantástico el cuento de Jorge Luis Borges “Las ruinas circulares”, diseccionando los elementos que lo justifican como parte del género. Con el apoyo de los estudios realizados por Tzvetan Torodov y Tolkien (entre otros), el análisis sustenta la presencia de características del género fantástico como: la adjetivación para reforzar la atmosfera, el rechazo a la lectura poética, las clasificaciones del héroe según su naturaleza; así como la postura del mismo Borges acerca de las clasificaciones del género fantástico. El propósito final del ensayo pretende ofrecer perspectiva acerca del genero fe la fantasía, desde la visión de uno de los exponentes más grande de la literatura hispanoamericana.
Si damos por hecho que la literatura cumple una función representativa a la hora de recrear el mundo del lector, el camino para entender algunas de las facultades del género fantástico se vuelve más sencillo. Hablando del género como tal, es difícil negar que las tradiciones anglosajonas y francesas están más nutridas de la esencia fantástica en su literatura. En su ensayo: Sobre los cuentos de hadas Tolkien (2009) puntualiza este hecho haciendo referencia a las condiciones culturales y sociales de dichos países (Inglaterra y Francia para ser precisos), tomando como consecuencia que, en un uno, la fantasía se volvió diminuta y en el otro se volvió ostentosa y llena de diamantes. Ahora bien, ¿Qué hay de la tradición castellana? el prólogo del libro “La imaginación: la loca de la casa” escrito por Bernardo Fernández (BEF), explica de manera – a mi parecer razonable – la situación de la literatura fantástica en el idioma español.
Así, mientras Rabealis cuenta historias de gigantes que beben vino en barriles y Shakespeare pone en escena una fastuosa fiesta para el pueblo de las hadas, Cervantes siente vergüenza de mandar al Quijote a la luna montado en Claviceño y se ve obligado a justificarlo como un sueño. Hemos heredado ese pudor en toda Hispanoamérica donde la literatura de la imaginación, ha sido tradicionalmente vista como rareza, mutación literaria alejada del canon, divertimento o en el peor de los casos aberración de poco valor. (Fernández, 2015: 13).
No obstante, escasez no significa inexistencia, ya que, si nos ceñimos a las manifestaciones fundamentales obtenidas de Tolkien para señalar un relato fantástico, encontramos que una de ellas responde al cumplimiento de los deseos primordiales del hombre, entre los cuales se encuentra conquistar las honduras del tiempo y el espacio (Tolkien, 2009); esta clasificación y el relato “Las ruinas circulares” escrito por Jorge Luis Borges brindan un resquicio de luz a la hora de considerar que la fantasía en Latinoamérica existe. A la hora de desglosar el texto para darle un vistazo analítico, tratando de encontrar todas las marcas estilísticas que el autor dejó tras de sí, se vuelve cada vez más evidente que se trata de un relato de corte fantástico. La puesta en escena desde un primer párrafo utiliza una adjetivación constante, que refuerza el tono y la atmosfera de la narración, brindando en los primeros compases un sentido de misticismo.
“Nadie lo vio desembarcar en la anónima noche, nadie vio la canoa de bambú sumiéndose en el fango sagrado, pero a los pocos días nadie ignoraba que el hombre taciturno venía del Sur y que su patria era una de las infinitas aldeas que están aguas arriba, en el flanco violento de la montaña, donde el idioma zend no está contaminado de griego y donde es infrecuente la lepra. (…) Hacia la medianoche lo despertó el grito inconsolable de un pájaro. Rastros de pies descalzos, unos higos y un cántaro le advirtieron que los hombres de la región habían espiado con respeto su sueño y solicitaban su amparo o temían su magia. Sintió el frío del miedo y buscó en la muralla dilapidada un nicho sepulcral y se tapó con hojas desconocidas.” (Borges, 1944:24)
Este tono y atmosfera fueron de principal interés para el escritor norteamericano H.P Lovecraft quien puntualizó “debe de ser realista y ambiental (la narración), limitando su desviación de la naturaleza al canal sobrenatural elegido, y recordando que el escenario, el tono y los acontecimientos son más importantes a la hora de comunicar que lo que se pretende de los personajes y la acción misma.” (Roas: 2001:18.) La puesta en escena en la narración de Borges se plantea desde el inicio, pero el canal de desviación sobrenatural se presenta hasta el segundo párrafo y no es sino hasta el cuarto, que la carga semántica revienta a los incrédulos ojos del lector.
La incredulidad o el efecto de extrañamiento en el lector es un elemento recurrente dentro de la literatura de corte fantástico. Esta facultad se presenta por efecto de una intromisión brutal del misterio del mundo narrado en el mundo real (Castex, 2001). Esta compaginación que se da entre el mundo narrado y el mundo del lector, tiene como consecuencia el hecho de que, si el lector puede justificar los hechos narrados con su propia naturaleza, el relato se vuelve un relato extraño, si no lo consigue, se convierte en un relato maravilloso. Esta consecuencia ha llevado a la malinterpretación de cuentos fantásticos por parte de la comunidad lectora, en donde encuentran salida fácil al momento de darle sentido, tomando la ruta de concepciones metafóricas que nublan el significado de lo fantástico real dentro de la obra (como el caso de las ruinas circulares).
La prosa casi poética que se puede encontrar en algunos de los párrafos escritos en el cuento de Borges, donde con suma delicadeza y elección magistral de palabras crea imágenes nítidas de situaciones imposibles presenta un problema que explica una de las grandes dificultades a la hora de aproximar a considerar un relato como fantástico: la lectura poética no tiene cabida dentro de la fantasía (Tzvetan, 2005). Haciendo uso de suspensión de la incredulidad, la literatura fantástica requiere del lector un contrato de credulidad que impida a la lectura poética remplazar a las descripciones por metáforas o analogías.
“Una tarde, el hombre casi destruyó toda su obra, pero se arrepintió. (Más le hubiera valido destruirla.) Agotados los votos a los númenes de la tierra y del río, se arrojó a los pies de la efigie que tal vez era un tigre y tal vez un potro, e imploró su desconocido socorro. Ese crepúsculo, soñó con la estatua. La soñó viva, trémula: no era un atroz bastardo de tigre y potro, sino a la vez esas dos criaturas vehementes y también un toro, una rosa, una tempestad. Ese múltiple dios le reveló que su nombre terrenal era Fuego, que en ese templo circular (y en otros iguales) le habían rendido sacrificios y culto y que mágicamente animaría al fantasma soñado, de suerte que todas las Criaturas excepto el Fuego mismo y el soñador, lo pensaran un hombre de carne y hueso.” (Borges, 1944:27)
El párrafo anterior en particular está lleno del tipo de descripciones y sucesos que bien podrían ser convertidas sin dificultad alguna en metáforas acerca del existencialismo y la condición del hombre que interioriza dentro de sí mismo para descubrir que su esencia es infinita; esa es la cualidad de la lectura poética que debe de ser dejada de lado a la hora de leer un cuento fantástico para no romper el contrato de credulidad con el autor. De esa manera, lo imposible escrito por Borges, se vuelve completamente verosímil dentro de su propia realidad.
Otra de las puntualizaciones que se pueden hacer en referencia a significar “Las ruinas circulares” como un relato fantástico va de la mano con las propiedades de su protagonista dentro de la diégesis de la historia. El protagonista escrito por Borges, este hombre gris, el forastero, el mago; funciona como actante principal y está sujeto a leyes naturales en la diégesis misma de la obra. Pero la condición de relato fantástico de la narración, concede al protagonista la facultad de desafiar esas leyes, llevándolo a la disyuntiva a la hora de clasificarlo dentro de alguna de las categorías que Frye propone para dignificar a un personaje dentro de estos relatos. El mago, al estar en una posición superior dentro del orden natural tanto del lector, como de la naturaleza diegética de la obra, puede clasificarse dentro de la categoría de protagonista de leyendas (Carlos, 2003).
El mismo Borges propone tres clasificaciones a las obras fantásticas, que se compaginan de manera natural con las propuestas por Tolkien. Estas propuestas responden a las clasificaciones de a) la representación de la obra dentro de la misma obra, b) la contaminación de la realidad por el sueño y c) el viaje en el tiempo (Rodriguez, 1976).
Se vuelve más clara la intención de Borges de escribir un relato fantástico después de conceptualizar la propuesta b) la contaminación de la realidad por el sueño, en donde “Las ruinas circulares” son un claro ejemplo de ello. Borges en su literatura no reniega de las metáforas y este cuento en particular no es diferente en ese aspecto. Sin embargo, el enfoque que utiliza Borges para compaginar metáfora-fantasía, es el de utilizar las primeras para poder dar una visión más profunda de la realidad por medio del actante de la ficción. La literatura fantástica de Borges no es evasiva, sino de perspectiva (David, 2001).
La estructura del relato fantástico no difiera de la del relato tradicional y eso es algo que puede comprobarse en todos los compases de los párrafos escritos por Borges. De hecho, la literatura fantástica exige con rigor la estructura de lo real, pues es base fundamental sobre la que se despliegan los niveles de la realidad de lo nuevo-fantástico (David, 2001). La limitante dentro de la narración fantástica se encuentra en la frontera del lenguaje del escritor. Si como escribiera Wittegenstein “Los límites de mi lenguaje son los límites de mi mundo”,la riqueza del lenguaje de Borges aporta una frontera que se despliega más allá de dos niveles de realidad dentro de la misma narración, uno característico al mundo “real” y otro lenguaje propio de las fronteras de “Fantasía”
“En un alba sin pájaros el mago vio cernirse contra los muros el incendio concéntrico. Por un instante, pensó refugiarse en las aguas, pero luego
comprendió que la muerte venía a coronar su vejez y a absolverlo de sus trabajos. Caminó contra los jirones de fuego. Estos no mordieron su carne, éstos lo acariciaron y lo inundaron sin calor y sin combustión. Con alivio, con humillación, con terror, comprendió que él también era una apariencia, que otro estaba soñándolo.” (Borges: 1944: 28).
Estos niveles de realidad dentro del a obra ofrecen la capacidad al lector de navegar entre distintas perspectivas que dotan de profundidad a la cuestión semántica de la obra. Esta facultad refuerza la propiedad de la literatura fantástica para servir de perspectiva a un mundo que es demasiado real para poder ser considerado real. Borges, tanto en este cuento, como en “El Aleph”, utiliza los recursos de lo fantástico para poder abrir puertas a una realidad que se despliega sobre sí misma. Las infinitas posibilidades del universo (El Aleph) convergen con el desdoblamiento que existe en el terreno onírico y la duda que presenta a la realidad a la hora de considerar qué es real y qué es sueño (las ruinas circulares). Borges pretende con su literatura demostrar que el mundo coherente en el que creemos vivir, gobernado por la razón, no es completamente real.
Jorge Luis Borges, y en particular “Las ruinas circulares” son un ejemplo claro del potencial que tiene Hispanoamérica al a hora de producir contenido fantástico. Quizás sea cuestión de perspectiva a la hora de enfocar la problemática actual de la literatura en el continente, pero es innegable el hecho de que el contenido existe, no solamente en Borges, sino en el propio México, con escritores como Manuel Gutiérrez Nájera o el propio Rulfo. La literatura de corte fantástico ha existido desde los inicios del arte mismo y probablemente siga existiendo una vez que la comunidad artística se haya cansado de escribir una y otra sobre la sólida realidad que nos rodea durante el día a día.
Bibliografía:
Bernardo, F. (2015). La loca de la casa. En La imaginación: La loca de la casa. CONACULTA.
Borges. (1944). Las ruinas circulares. En Ficciones. Emecé Editores.
Carlos, P. J. (2003). El cuento hispanoamericano com género literario. RiL Editores.
David, R. (2001). La amenaza de lo fantástico. En Teorías de lo fántastico. Madrid: Arcos/Libros.
Rodriguez, M. E. (1976). Borges: Una Teoría de la Literatura Fantástica. En Revista Iberoamericana.
Tolkien. (2009). Ensayo sobre los cuentos de hadas. En Cuentos desde el reino peligroso. Minotauro.
Tzvetan, T. (2005). En Introducción a la literatura fántastica. Coyoacan.
Semblanza:
Daniel Jair Alcaraz Michel. Nací un 11 de febrero del año 1994 en Villa de Álvarez Colima. Después de un desencanto con la carrera de docente, me volqué de lleno en la licenciatura en Letras Hispanoamericanas que imparte la Universidad de Colima. Ferviente defensor de la literatura de corte fantástico y el relato de ficción. Una de las directrices que rige mi trabajo consiste en llevar los procesos del fenómeno literario a tantas personas se pueda. Acercar la literatura al público es tanto un deber, como un placer. Entre más gente disfrute de los libros, más libros hay, más feliz soy.