Tenía ganas de hablar con Rosario Izquierdo. Tenía ganas de sonsacarle. Me moría de ganas por saber qué andamios había utilizado. Lo sospechaba y ahora lo sé, estamos ante una de esas novelas que a veces acompañan a un/a autor/a durante media vida. Lejana y rosa es una novela-reto que —mágicamente— ha cobrado vida.
Primera: Hola, Rosario. Lejana y rosa es tu tercera novela y quizá la más ambiciosa. ¿Cuánto tardaste en escribirla?
No sabría calcular un tiempo total de escritura. Hubo bastante trabajo de investigación al principio y durante. El manuscrito ha sido sometido a cambios a lo largo de décadas, durmiendo también en cajones reales y virtuales, a veces durante años. Fue después de escribir Diario de campo cuando decidí rehacer la novela por completo en unos doce meses de trabajo más continuo.
Segunda: La caracterización de los personajes es insuperable. ¿Crees que con esta tercera obra te has superado o piensas que Diario de campo y El hijo zurdo están al mismo nivel?
Creo que es diferente, no digo mejor ni peor. Lo que escribo ahora mismo sigue la línea que abrí con Diario de campo y que continuó con El hijo zurdo, novelas más pegadas a lo que está pasando en la calle ahora. Lejana y rosa viaja a otras épocas y creo que se detiene más en la exploración de la memoria individual y colectiva (de un lugar, de una y varias mujeres, de un país). Las tres novelas están al mismo nivel de exigencia que me impongo en la escritura.
Tercera: En esta historia hay tres historias de amor y las tres son fascinantes. ¿En qué pensabas cuando empezaste a escribir?
Pueden verse como historias de amor, claro, aunque yo veo en la novela más una indagación sobre las relaciones de poder entre mujeres y hombres. Supongo que la idea germinal salió, como suele suceder, de un amasijo de recuerdos, invenciones y emociones. Desde pequeña he sentido mucha curiosidad por la historia de la colonización británica de las Minas de Riotinto, mi pueblo de Huelva que da pie al Tarsis de Lejana y rosa. Muy pronto supe de esa historia por mis abuelas, mi madre, mi padre; más tarde consulté libros y documentos de todo tipo. A eso la vida fue sumando otros conocimientos, por ejemplo las diferentes maneras de vivir y comprender la llamada Transición política española, y también cómo suceden las relaciones sentimentales y sexuales entre hombres y mujeres.
Cuarta: Me gusta mucho la parte en que Carmela y Álvaro escriben. ¿Sabías que esto iba a ocurrir o surgió espontáneamente?
Nunca sé lo que va a pasar: no sé casi nada, lo prefiero así. Pero desde el principio se impuso la escritura como un tema fundamental. Esta pulsión ha marcado, por acción u omisión, la vida de Carmela, y viene a reforzar la atracción entre ella y Álvaro. En torno al trabajo común con la escritura se van fraguando las relaciones de poder, amor y sexo entre ambos.
Quinta: El desesperado romance de Kristina Lomholt parece real. ¿Lo fue, te basaste en hechos reales?
No fueron reales, pero tampoco faltaron hechos reales en los que basarme para levantar una historia así. Kristina Lomholt y Robert Fisher son personajes que viven tiempos agitados, convulsos, en un lugar conflictivo. Los años de máxima actividad extractora y contaminante por parte de la Compañía británica que colonizaba las minas, y de lucha obrera organizada como contestación a la explotación colonial de ese territorio. Una época propensa a situaciones extremas.
Sexta: España se desangra en esta novela y quizá nadie lo ha narrado como tú. ¿Te costó encontrar ese equilibrio perfecto entre lo aprendido y lo que interesa narrar?
«En el proceso de escritura, la imaginación y la memoria se confunden», decía Adelaida García Morales. Tal vez el proceso de escribir una novela consista en buscar ese equilibrio, en seleccionar de la memoria y de la imaginación aquello que debe ser contado hasta encontrar un sentido, una unidad. Escribir supone resolver una secuencia de problemas narrativos que nos va poniendo el texto por delante conforme toma cuerpo. Hay que resolver esos problemas y hay que organizar el tiempo, su orden o su desorden. Todo lo que eso pueda costar forma parte del disfrute de la escritura.
Séptima: Carmela y Álvaro son, para mí, el eje de la historia. ¿Conocías su final desde el principio o te lo dictaron ellos?
Me lo fueron dictando ellos conforme iban cobrando vida, cuando se manifestaron ante mí como personas reales.
Autora de la fotografía: Yolanda Guerrero