Enunciación de la memoria
En la migración de las sombras hacia las paredes de adobe
cuando crujía el carbón al centro de tu cocina
y el frío escapaba hacia los ángulos del techo
nidos de lluvia
En la soledad
que parece haber envenenado el pozo
―agua profunda y presa que contó tus años
agua de arrugas transparentes
agua que te miró sin juzgarte―
está la enunciación de tu memoria
En silencio, los frutos pesaron más a tus manos
de a poco cesó la verticalidad de tu espalda
y así, más cerca del polvo, se fue el miedo a la desdicha
Cada ranura en este barro
―barro de vajilla, barro de maceta, barro de tus manos y tus pies―
es huella de la geografía de tu juventud
Tus animales
envueltos en silencio, ese perfume de la nada
tomaban nota de la fragilidad de tu cuerpo
mientras esperaban tu ofrenda de alimento
eras amanecer en el altar de sus ojos
Acomodo lo que queda de tu voz en mis oídos
como quien acomoda cartas en un cajón
palpo el límite de tus objetos, donde dejaste tu huella más pura
Camino hasta el portón
al otro lado acecha un viento más frío, aire de agricultura
aquí crece tu nombre en la enredadera, sigue bordado en los nidos de araña
hechos de hilo tan fino como el que une tus historias con mis recuerdos