A estas alturas seguramente ya vieron, leyeron o escucharon los pormenores y detalles de este tradicional y triunfalista ejercicio, ¿para qué desperdiciar más espacio en ello?
El primertercer informe presidencial representó para quien escribe poco más de hora y media de onirismos, ideales, sueños y dulces pero felices letargos.
No miento, estimados cinco lectores, cuando digo que por esos poco más de 90 minutos hasta llegue a sentirme feliz, feliz, feliz.
El problema fue cuando terminó, cuando al final caí en la cuenta de que la realidad tangible de poco más de 126 millones de mexicanos es muy diferente a la del discurso presidencial con todo y sus buenas intenciones. Porque pese a lo que haya dicho el tabasqueño, las bolsas siguen vacías y la sangre continúa recorriendo el territorio de este nuestro polarizado país.
Lo mejor del día del presidente no fue el personaje central, desde mi muy particular punto de vista, sino la increíble lección parlamentaria que doña Beatriz Paredes Rangel brindó gratuitamente a propios y extraños al fijar el posicionamiento de los legisladores priistas sobre el evento.
¿Qué debo decir, en qué tono, con cuál énfasis, para provocar en mis colegas de otras banderías la disposición a la reflexión, a la escucha serena, a la profundización para el análisis de las políticas gubernamentales que consideramos desacertadas a partir de la objetividad y del encuentro con la realidad que a todos nos atañe?
Es cierto, la gran mayoría de los grandes problemas que enfrentamos diariamente son resultado de los malos oficios de gobiernos anteriores que se dedicaron a todo, menos a administrar los bienes nacionales para un beneficio común.
Los responsables del desbarajuste existente en términos de economía, salud, educación, trabajo, seguridad y demás, tienen nombres y colores. Basta recordar que el gobierno federal solo ha vestido un traje tricolor, con pedacería de mala calidad, y uno de gala, confeccionado en telas sintéticas, de tono azul.
La mayoría lo sabemos.
El punto es que la ex gobernadora tlaxcalteca dijo verdades al más puro estilo de Don Jesús Reyes Heroles, quizá el mejor ideólogo del revolucionarioinstitucionalismo del siglo pasado.
Es profundamente desalentador encontrarnos siempre con la táctica de la descalificación prematura porque todo aquel que no coincide elogiosamente con la actual administración es producto del viejo régimen, del “ancient regime”, que ha sido erradicado por la irrupción de las masas, quienes impusieron otro orden de cosas a partir del 1 de julio. No hubo tal irrupción, hubo una elección democrática dentro del marco constitucional aún vigente en la que del 100 por ciento de la lista nominal de electores, el 36.57 no acudió a votar y del total de votantes, el 36.7 lo hizo por la opción de la coalición “Juntos haremos historia”. El 27.92 lo hizo por otras opciones existiendo un 1.7 de votos nulos; o sea, de cada 100 mexicanos inscritos para votar, solo 34 votaron por el candidato triunfador. Hubo una victoria legítima, es cierto, en una elección dentro del régimen democrático establecido en la Constitución. Fue una elección conducida por instituciones acreditadas y respetables. Una elección, no una revolución.
Es verdad. Ni son todos los que están, ni están todos los que son. Pero el mensaje contundente del discurso, fue la advertencia y evidente crítica luego de recordar el nivel de aceptación que los antecesores del peje tenían al tercer trimestre de sus respetivos gobiernos.
Cuidado con regodearse con espejismos efímeros que más tienen que ver con la adhesión al presidencialismo que con la identidad personal…
Ella tiene razón, indudablemente, tanto como lo dicta la sabiduría popular y todos lo sabemos: el que avisa no es traidor.
Un ladrido…
Quienes gobiernan son solo administradores, responsables de canalizar recursos y ejercer políticas públicas para solucionar las necesidades de la masa. Sus actividades no son un logro, son una obligación a cumplir y no nos hacen ningún favor.
Ojalá un día dejemos de aplaudir y empecemos a exigir…