Sin querer nos destruimos la vida. Cada vez que lo recuerdo echo de menos las noches en que nos quedábamos hablando hasta casi el amanecer. A pesar de ello me alegra haberlo conocido, y decirle adiós satisfecha y agradecida conmigo misma.
—Piensa lo peor esperando lo mejor —me dijo Ángel, mi amigo, dándole un trago al juguito de mango que traía en su mochila—. Llevan bastante tiempo mensajeándose y, por lo que me has contado de Denzel, no parece que quiera hacer de ti un juego. Al contrario, quien debe tener cuidado es Denzel —finalizó riendo sarcástico, e invitándome a beber del juguito.
Le di las gracias, apreté el pequeño envase y lo tire en un bote de basura que estaba cerca. Me despedí de Ángel y salí de la preparatoria.
De regreso a casa, mientras escuchaba en mis audífonos, Procedimientos para llegar a un acuerdo en común, de PXNDX, suspiré al leer el mensaje de Denzel:
Quiero ayudarte a crecer, quiero verte crecer y, si en el camino tú quieres, crecer a tu lado. ¿Por fin aceptarás mi invitación a ver una película?
Antes de abrir la puerta de mi cuarto, le respondí que sí. Pero que tendría que tener helado de chocolate, y pizza hawaiana. Esa noche mal dormí esperando su respuesta.
Le conté a Ángel. Se sorprendió. Me dijo que tomara precauciones. Le di la dirección de Denzel y le aseguré que le mandaría mensajes para mantenerlo al tanto. La confianza es un fino hilo de oro. Ya habían sido más de tres ocasiones las que rechazaba las invitaciones de Denzel: a comer, al cine y a dar un paseo. Me reconfortaba que yo le pareciera atractiva, inteligente y atesorable. Los caramelitos al ego son una golosina adictiva.
Le escribí a Ángel, después de que Denzel me invitara algo de tomar. Uno siempre debe ir un paso adelante. Acepté un vaso de refresco de uva, aunque tenía antojo de una cerveza. Imaginaba a Denzel casado y con hijos por su edad: treinta y siete años.
—No haremos nada que tú no quieras —dijo poniendo el helado y la pizza en la mesa de centro de la sala—. Relájate no te voy a comer. Bueno, sí. Obvio si aceptas.
Me carcajeé nerviosa, tanto que escupí el traguito de refresco que tenía en la boca. Le dije que ni loca, que mejor viéramos ya la película. Entre los diálogos de Love, de Gaspar Noé, bromas y platicando de diversos temas, pasamos la tarde. No fue necesario enviarle en todo momento mensajes a Ángel. Denzel me acompañó al metro. Me despedí dándole un beso en la comisura izquierda de sus labios. Abrazándome fuerte susurró: “No fuiste antes ni después, fuiste a tiempo. A tiempo para que me enamorará de ti”. Jaime Sabines.
Seguimos en contacto. Salimos: en el cine me regaló dos dragoncitos de origami, que hizo para mí. Al mes comimos lasaña de salmón, uno de mis platillos favoritos. Y al año visitamos el Templo Expiatorio de León, Guanajuato. Estar con Denzel me hacía sentir paz, fuerza y ánimo. Uno crece con lo que admira.
—Vaya, vaya, quién lo diría —dijo Ángel sentándose a un costado de mí—. De verdad has cambiado, ahora ya traes la tarea a tiempo. Y te ves radiante, vital, chula. Me alegro por ti.
—Gracias —dije amable y sonriente—. Denzel también ha cambiado. Lo noto más jovial y con planes. He estado pensando en comérmelo. A veces el deseo nace de la convivencia cotidiana.
Ángel me dio unas palmaditas en el hombro y se fue a su clase de fotografía. Yo le mandé un mensaje a Denzel. Aún era temprano y sabía que estaba en su casa, le gustaba salir poco, y además me había comentado que tenía vacaciones. La búsqueda de seguridad, bienestar y placer, es gratificante y total cuando encuentras equilibrio en ti y en quien aprecias.
—Me sorprende que hayas venido así de pronto —dijo Denzel al cerrar la puerta de su casa—. ¿Te sucede algo?
—No, estoy bien —dije mordiéndome los labios—. Las ganas de estar contigo hoy pudieron conmigo. ¿Me haces brujería, o qué?
—Quisieras —dijo sonriendo y mirándome de arriba abajo—. Has estado muy rara estas últimas semanas. Me refiero a que te muestras más dispuesta y algo hot.
Le di un beso y le rodeé el cuello con mis brazos. Pensé que seguiría el juego. Me agarró de las manos y se sentó junto a mí en el sofá.
—Te amo—dijo acariciándome la mejilla derecha—. Y admiro un montón de cosas en ti. Y también te agradezco todo lo que gracias a ti he aprendido. Pero todavía piensas en diversión, y yo en compromiso. Te respeto y me contenta darme cuenta de la gran mujer que serás.
Vimos Call me by your name, de Luca Guadagnino. Lo abracé. Lloré. Me secó las lágrimas. Nos despedimos antes de que yo abordara el vagón del metro. Puse ¿Why?, de She’s A Tease. Y en la distancia nos recordamos.
Semblanza:
Dante Vázquez M. (México, 1980). Finalista del XI Certamen Internacional de Poesía Fantástica miNatura 2019; finalista del IX Certamen Internacional de Poesía Fantástica miNatura 2017; finalista del III Premio Internacional de Poesía Jovellanos, El mejor Poema del Mundo, Ediciones Nobel, 2016; primer lugar en el Concurso Cuentos de Mucho Miedo, Mucho Miedo Mx: Todo sobre Horror, 2015; ganó el VI Certamen Internacional de Poesía Fantástica miNatura 2014. Es autor de Apocalipsis hoy, (H)onda Nómada Ediciones, Colección Pase de Abordar, 2013. Cuentos y poemas suyos han sido publicados en distintas antologías y revistas digitales e impresas.