Nunca se fue, siempre estuvo ahí, disfrazada de tu mejor amigo, tu colega en el trabajo o incluso tu impartió clases en la escuela. La derecha es silenciosa y aunque constante en sus proyectos de reinvención pocas veces se ha apropiado de los espacios reales de participación en las juntas de Gobierno o en la misma sociedad civil.
Que la derecha no interactúe de forma frecuente en los espacios públicos no significa que su existencia esté en duda, por el contrario, valdría la pena reflexionar sobre los espacios que utiliza para comunicar y promulgar sus ideologías junto con sus proyectos alternativos de Gobierno y de instrucción social.
Durante las últimas décadas la lucha progresista de algunos líderes de izquierda en América Latina y representantes del sector obrero en algunas partes de Europa han sido los encargados de pronunciar la necesidad de fortaleces las garantías individuales y el pronto reconocimiento de los derechos humanos en las políticas nacionales.
Y aunque el trabajo electoral ha colocado en los escaños a figuras importantes para la configuración de las leyes y el respeto máximo a las libertades y los derechos humanos, es cierto que en el último lustro se ha dejado ver la intención de un sector importante de la sociedad. Quienes comulgan con las ideas conservadoras y se identifican con la derecha quieren gobernar.
Ellos los que cuestionan la garantía de los derechos humanos de forma universal son también los que han buscado frenar el desarrollo de la multiculturalidad en pleno siglo XXI donde cada día se vuelve necesario la reivindicación del respeto y la promoción de las garantías individuales para todos.
Ellos buscan hacerse de los espacios de participación, de diálogo y de toma de decisiones para gobernar y transformar la política que ha regido a los Estados en las últimas décadas del siglo XXI, a ellos la batalla los espera y conocedores de las dificultades y obstáculos de las sociedades liberarles, han de usar discursos antagónicos disfrazados de seguridad.
Seguridad para la sociedad, para el Estado, para la comunidad inmersa en las problemáticas sociales y económicas más importantes del mundo. Culparan a las políticas migratorias, aquellas que ha logrado refugiar y proteger a los (in) migrantes. Usaran el discurso como arma para convencer la pronta necesidad de un gobierno proteccionista.
A quienes intenten gobernar con idealismos falsos y virtudes apócrifas se encontraran con escenarios similares de aquellos que prometen más libertas, más derechos, más garantías. Se pronunciaran discursos que polarizaran la vida política y convertirán los caprichos personales en problemas de la agenda pública.
No basta la reflexión puntual y constante de las sociedades que constantemente tienen a cambiar cuando están a punto de alcanzar su estabilidad, no solo se requiere de la voluntad de hacer bien las cosas sino de hacerlas bajo la estricta norma de no corromper la esfera burocrática con ideologías violentas.
¿Puede entonces la derecha retornar a nuestras vidas? Que lo haga la derecha, la izquierda, los del centro, los libérales y conservadores, todos y cada uno de ellos tendrán cabida siempre en los escenarios políticos y serán siempre representantes de una fracción de la sociedad. Lo que no podrán hacer más es sembrar el discurso de odio disfrazado de proteccionismo.
Ni el triunfo de la ultra derecha en Francia, ni la derrota ciudadana en Madrid podrán amenazar un mundo de derechos, una sociedad de garantías. Lo único que puede transformar la vida política de cada Estado es la promoción y constante difusión de aquellos que lucren con el odio. Que regrese la derecha, la izquierda y los del centro, que gobiernen a su antojo pero que no pisen nunca los derechos, porque a ellos el tiempo y la historia se los cobrará.
Porque debemos construir un gobierno que garantice la simpatía política, un país en donde la ideología no destruya a la sociedad, un país respetuoso de los derechos humanos, un mundo libre de ataduras, en donde haya espacio para todas las ideas y las formas de expresión de nuestra libertad. Porque estamos hasta la madre, porque éstas son también nuestras batallas y juntos ganaremos la guerra.