–Oye, Tú, ¿el año inició como esperabas?
Tú ha abierto la primera página de su agenda recién adquirida, le parece importante documentar el número de días vividos y no perderse en el espacio-tiempo. Pocos días han transcurrido desde que se recobraba de los festejos decembrinos y ahora, con la digestión de las doce uvas que casi pasó enteras antes de que acabaran las campanadas del nuevo año, parece dispuesto a avanzar, a prosperar.
Pero no sea ingenuo usted, estimado lector, no crea que Tú vive ajeno de los sucesos que cimbran a M. en los últimos días; no crea que Tú desconoce del precio de la gasolina, de la ya esperada alza de precios en la canasta básica, de los bonos extras que se despacharon los diputados, y del dólar, cada vez más por encima de los veinte pesos. Él sabe eso y más, que no quede duda.
Cabe mencionar que hace unas horas, antes de verle abrir su agenda con tanto anhelo, Tú se habría topado con una manifestación en contra de los llamados gasolinazos. Les vio avanzar, leyó un par de cartulinas, escuchó las bocinas de los coches que sonaban a desesperación porque la marcha obstruía una de las principales vías de la ciudad… y casi por un momento, podría asegurar, que Tú consideró unirse al tumulto, pero no lo hizo.
Tú se ha vuelto cada vez más egoísta, y debo confesar que eso me divierte, porque no es que no le afecte el asunto en cuestión, no es que tema a la autoridad, que tuviera miles de pendientes por cumplir o una imagen que cuidar; no se unió a la marcha por la sencillísima razón de que muy en el fondo, Tú sigue creyendo que por más marchas, tomas de ayuntamientos, huelgas de hambre y cierres viales, la situación no mejorará: “es M., así es aquí”.
Pero ahora, como comentaba en el principio, Tú se encuentra embelesado, anotando sus datos en la agenda recién adquirida, observando los ciclos lunares en ella, viendo hasta el onomástico de cada día. Ya circuló el día en que caerá su cumpleaños y… un momento… ¿Tú está ansiando la llegada del 2018?
–¿Qué sucede, Tú?, ¿tan pronto quieres volver a fin de año?
–Seré una rata de embarcación, tomaré mis pulgas y saltaré.
–¿De qué hablas?
–Es la única solución.
No he podido evitar carcajearme en su cara. Todavía tengo presente su rostro esperanzado, la imagen de su silueta alejándose en medio de su alegría navideña, la necesidad suya de creer, la ilusión de que con una nueva rotación de la tierra las cosas mejorarían.
–¿A dónde se supone que huirás? Te recomiendo Marte.
–Basta de burlas, lo he decidido, será el próximo año.
–Tú, ¿a dónde pretendes irte?, si no sabes hablar más que a medias tu idioma natal.
–Aprenderé.
–¿De qué vas a vivir?
–Aprenderé un oficio.
–¿No hay marcha atrás?
Su respuesta es un leve movimiento de cabeza, casi sin fuerzas. ¿Realmente podrá Tú sobrevivir en otro país? Si en el que conoce, vive sumido en su propio pantano, no hay razones para creer que sobrevivirá, que podrá enfrentarse a sí mismo y dar el nivel que en M. nunca quiso dar.
Tú escribe:
3 de enero de 2017
Primer propósito del año:
Aprender inglés