La camarera de Artaud es un libro honesto. Un libro que no busca el escándalo. Que no es noticia. Que no se aprovecha de los temas de hoy. Que no sigue ninguna moda. O sea. Literatura. Honesta.
Verónica Nieto encuentra el tono exacto para ponerse en la piel de Amélie Lévy, la adolescente que nos narra esta historia, la camarera que nos acercará a la figura de Antonin Artaud.
La prosa es dulce, blanda, pura. Sin afeites. Personal. Equilibrada. Flexible. Se adapta al lector. O lo envuelve. La prosa es neutra en su justa medida. Sugestiva. Hipnotizante.
Nuestra autora tiene voz. No copia. No se vende. Sabe cómo contarlo y qué extensión debe tener el texto. No sobra nada. No falta nada. Su novela no empacha. Su novela te deja con ganas de repetir.
En esta historia no hay suspense. Ni falta que le hace. Tampoco hay giros inesperados. No hay cotilleo, no hay historia de amor, no hay polémica. En esta historia no hay un principio rompedor y tampoco el final es importante.
La camarera de Artaud es un viaje sosegado. Verónica Nieto nos lleva de la mano a un sanatorio mental. Francia. Los nazis. Una adolescente. Antonin Artaud. Y el lector como voyerista.
Sorprende esta novela sincera en estos tiempos de falsedades. Sorprende la voz de una autora que no busca lo resultón. Que no se adapta a la demanda. Que va por libre y sale airosa.
Mientras leía a Verónica, pensé en su ausencia. La autora desaparece antes de empezar a narrar. Se convierte en Amélie. Regresa a la adolescencia. Se olvida de quién es. Verónica es un animal literario.
Abundan las frases largas. Como en la vida misma, la narración busca la naturalidad. O su naturalidad. El libro encuentra su sitio, su forma, su manera de mostrarse sin complejos.
Jordi Corominas nos dice en el prólogo que «Nadie podrá reprocharle» a esta novela eso que suele decirse cuando «no pasa nada». No estoy de acuerdo. Yo le reprocharía que pasase algo.
Porque ya hay muchas novelas donde pasan cosas, y la Literatura puede ser acción, pero también puede ser reflexión. La Literatura puede ser muchas cosas, pero cada literatura debe ser lo que es.
Y La camarera de Artaud es lo que es, un trabajo espontáneo, limpio, sin aditivos, literatura en estado puro, Literatura con mayúscula inicial, un libro único que Verónica Nieto escribió para después romper el molde.