Zapatos italianos (Henning Mankell)

No suelo leer traducciones. Ya leí muchas en mi juventud. Pero estos Zapatos italianos los tenía pendientes. Una recomendación de Marleen. Fue un regalo. La gente debería regalar más libros. La gente debería entrar en una librería cualquiera, elegir un libro al azar y regalarlo. 

La gente, si quisiera, incluso podría elegir uno de los que están en las estanterías. Unos de esos que solo muestra el lomo. Elegir un libro por su lomo es cosa de valientes. Sí, de un regalo valiente, de eso estamos hablando. Aunque la persona que le regaló estos Zapatos italianos a Marleen dijo que los había comprado por la cubierta.

Probablemente cogió el libro de la mesa de novedades. Salió en 2007 y fue por esas fechas que se lo regaló. Estamos hablando, pues, de una elección valiente-prudente. Y el libro se ha tirado trece añitos esperando. Marleen, en su día, me dijo que era muy bueno. Yo le aseguré que algún día lo leería. Y trece años después, lo cojo y lo leo. Y sí, es muy bueno. Una obra maestra.

El libro se ha portado bien. Ha sabido esperar. Los libros impacientes me exasperan. Marleen también se ha portado bien. No ha vuelto a decir nada sobre el libro en estos trece años. Sabe que no suelo leer traducciones. A saber qué pensó cuando me vio con él. Bah, seguro que se dijo: Dos páginas y lo deja, como de costumbre.

Seguro que se dijo: Ahora me va a decir que ese libro que tanto me gustó es un pimiento sueco. Pero no. Y llegó el segundo día de lectura. Y el tercero. Estábamos desayunando. Desayunamos fuerte y largo, cada uno con su libro. Tragué el último bocado, me limpié la boca, cerré el libro, levanté la vista. Marleen me miró. Y entonces pronuncié las dos palabras. Ella llevaba trece años esperando ese momento y articulé las dos palabras con mi mejor tono: Es bueno.

Es natural. Cotidiano. Sincero. Reflexivo. Es la voz de un amigo. De un nuevo amigo. Es la voz de un hombre sin futuro. Sin pasado. Es una historia triste. Muy sueca. Es una historia cruda. Pero amable. Hay esperanza en la atmósfera. Una esperanza pálida. Muy sueca. Es humana. Muy humana. Espontánea.

Cuando digo natural quiero decir que está escrita con naturalidad. Con sencillez. La vida es sencilla. Interesa, pues, contarla con sencillez. No hay nada rebuscado, forzado o artificioso en este libro. Tampoco sobra nada. Y no decae en ningún momento. No es pretencioso. Ni siquiera es ambicioso. 

Henning Mankell, tocando las teclas precisas, encuentra el ritmo perfecto.

Zapatos italianos es la obra de un gran maestro.

Una historia para perderse.