Vampiros de Ciudad (Detroit 3/3)

“Alone. Yes, that’s the key word, the most awful word in the English tongue.
Murder doesn’t hold a candle to it and hell is only a poor synonym.”
Stephen King

Los mitos sobreviven por la creencia de la gente; a pesar de la imposibilidad de su existencia, se mantienen en la mente y los corazones por el simple de hecho de ser un romántico escape de la realidad. Se puede simplificar la filosofía de Occidente por los mitos que prevalecen, pero se conoce mejor a cada nueva generación por la forma en que se acercan y alimentan estos mitos.

Es común especificar que la mayoría de los elementos y criaturas mitológicas no son más que metáforas de cierta oscuridad en el alma del hombre. De alguna manera, las intenciones y formas que usan los artistas se vuelven un sacrificio para que el mito sobreviva una nueva etapa.

El cineasta Jim Jarmusch es conocido justamente por adentrarse en viejos mitos y renovarlos hasta encajarlos en una vida citadina, con sus propias normas y limitaciones. Logra volver común un suceso o personaje de orden fantástico, como sucede con Only Lovers Left Alive, cuya premisa no es más que la vida común de un matrimonio vampírico.

Para lograr el ejercicio de normalizar a estos monstruos históricos, el director abandona Nueva York y lanza la carnada a Detroit, que en plena decadencia y abandono es el lugar ideal para que estos vampiros se escondan a plena vista. Sólo en un lugar cuya alma se ha agotado y retirado hace mucho se puede creer con facilidad en seres de esta clase.

La trama sigue al matrimonio conformado por Eve y Adam, cuyos nombres dan la sensación de ser primarios y prehistóricos, a la vez que los limita a ellos mismos y su relación; siempre estarán solos y la única salvación es el amor y la conexión que tienen.

A pesar de que es debatible considerar que hay una historia o conflicto específico en la película, es cierto que presenta personajes que son punto de cambio para los protagonistas.

En principio, estos amantes viven separados, así como una pareja común puede darse un tiempo a solas, para ellos pueden ser años; el tiempo se percibe distinto cuando tienes la promesa de la inmortalidad. Cuando por fin se reúnen, aparece la hermana de Eve, Ava, que a diferencia de los protagonistas, gusta de aprovechar su vampirismo, bajo una protección amoral que sólo la libertad solitaria y la violencia infinita pueden proveer. Otro vampiro es amigo de Eve, se trata del escritor Christopher Marlowe; él representa el arte que literalmente no muere. De hecho, cada uno de los personajes son las percepciones que el hombre tiene sobre estas criaturas.

Eve es la representación del vampiro sabio, aquél que no niega su naturaleza y prefiere aprovechar las posibilidades que la inmortalidad le da. Se trata de una mujer fuerte, segura, extremadamente culta y siempre en busca de más conocimiento; su existencia es la prueba de que la figura de Fausto y su inagotable sed de saber enraizaron en Occidente, hasta volverse una deidad. Adam es la figura del vampiro romántico, aquél que sufre por la imposibilidad de morir, pero encuentra belleza en su odiada maldición.

Él no puede aceptar de manera positiva su estado, pero al menos busca crear algo hermoso con él y está dispuesto a sobrellevar su veneno por estar con la persona que ama. Ava, la hermana menor, es el ejemplo del vampiro sádico que se reconoce superior al hombre común. Vive ignorando sus reglas, hace lo que quiere, no busca esconder su necesidad de consumir sangre y no le interesan las consecuencias de sus actos; es un ser altamente sexual, violento y consumado en su narcisismo. Marlowe es la figura del vampiro maestro, aquel que ya está viejo y sirve como ejemplo filosófico sobre la vida. Él ha observado la vida, el tiempo, la historia y la comprende como el investigador comprende a su sujeto de estudio. Su personalidad es toda melancolía, eterno pasado y cansancio mental; es lo que Eve podría llegar a ser si no viera la vida de manera tan optimista.

Los amantes protagonistas eventualmente se enfrentarán a un dilema que terminará por unirlos. Al principio de la película queda claro que no viven juntos a pesar de que se aman y es difícil comprender la razón. Cuando los conocemos es obvia la insistente conexión que tienen entre ellos, pero también las devastadoras diferencias que los alejan; sus temores y sus odios no son compatibles y sus soledades son extremas. Eve es la luna, toda esperanza y conocimiento; Adam es la sombra que se niega  brillar.

Lo que finalmente los une es la necesidad de sobrevivir, que resulta una manera muy humana, muy terrenal, de conectar con alguien. Las reservas de sangre se han agotado, hay sangre contaminada que sí es fatal para ellos y su último recurso es admitir cierto parecido con Ava y matar gente a sangre fría. A fin de cuentas, y a pesar de las diversas posibilidades, los vampiros no encajan en este mundo y es natural que regresen a ser las bestias que iniciaron la leyenda, demostrando que sólo los mitos sobreviven.