Alessandro Baricco se marca un diez con un libro de reseñas que es también un libro de reflexiones. Nos demuestra que es posible hablar de libros sin destriparlos y también que las reseñas pueden ser apasionantes.
«Son muchos los que se vuelcan por entero en el militarismo político y en la preparación de la revolución social. Pero pocos, muy pocos, los que, como preparativo de la revolución, optan por convertirse en hombres dignos».
Este fragmento es de Ejercicios espirituales y filosofía antigua, de Pierre Hador, y las palabras son de Friedmann. Incluir fragmentos memorables en las reseñas me parece indispensable y Baricco es un especialista.
«No sé por qué pero ahora solo me termino libros que me enseñan algo o que brillan con una lengua que me maravilla. Es como si ya no tuviera tiempo para el resto. Solo maestros o voces irrepetibles».
Me pasa lo mismo. Me he sentido totalmente identificado con la forma de pensar de Alessandro. No es tan raro. Tenemos la misma edad y escribimos parecido, aunque él lo ha conseguido todo y yo sigo nadando contracorriente.
«La novela negra no me vuelve loco, odio el thriller. Lo digo tranquilamente y sin ningún tipo de orgullo. Simplemente no es para mí. Me produce malestar físico el hecho, muy apreciado por tantos otros, de tener que terminar un libro para saber cómo termina. Ya el hecho de que un libro “termine” lo encuentro poco elegante, imagínate si me puede gustar estar ahí sufriendo la tortura de uno que necesita quinientas páginas para decirme quién mató al cura».
Es curioso, pero hace poco escribí un artículo que trataba este mismo tema. Sí, detesto la novela negra. Lo que digo, igualitos.
«La novela histórica de calidad es como un extraño anfibio que dentro de la cadena genética de la narración se situaría en un intersticio escondido entre el tebeo más cutre y la obra maestra literaria a lo Memorias de Adriano. Teniendo en cuenta que la obra maestra literaria es un privilegio de pocos, la tendencia más habitual es acabar haciendo telenovela, palabra que incluso me resulta incómodo tener que explicar y sin embargo aquí me tenéis haciéndolo. Es cuando escriben con un lenguaje tan carente de ambición y tan incapaz de sutilezas, que ya en la página veinte hace que el lector de gusto tenga la triste impresión de estar ahí comiéndose el foie gras directamente de la lata».
De nuevo la compenetración. La novela histórica me horroriza. No diré más.
«Hay pocas cosas más penosas que dejar que en un libro aparezcan los rastros de todo lo que se ha estudiado. Me atrevería a decir que estaríamos al nivel de esos tirantes de plástico transparente que ponen en algunos sujetadores».
Ay, Baricco, qué solos estamos. Eso pienso. Eso piensa. Cuatro gatos solitarios en un mundo aborregado.
«No escribían para clasificarse entre los primeros puestos, sino para hacerlo en su propio talento, que es precisamente el modo como se deben hacer las cosas», nos dice sobre David Foster Wallace y Bolaño.
Una cierta idea de mundo es mucho más que un libro de reseñas.
Alessandro Baricco se nos muestra sin complejos.
Literatura en estado puro.