No gano para libros. Así debería titularse este artículo. Se titula Un amor (Sara Mesa) porque es esta novela la que origina el artículo. En el desierto literario, compuesto por miles de libros prescindibles, hay también oasis con sus palmeras y todo, y de eso voy a hablar hoy.
Yo no sé si soy exigente o maniático. Lo cierto es que son muy pocos los libros que termino. Si me has enviado una obra para que la reseñe en Monolito y te digo que me la he leído enterita, puedes estar contento/a. Aunque no la reseñe, puedes estar contento/a.
A lo largo de este 2020 que termina habré leído unas ciento cincuenta obras. Escribo leído en cursiva porque ciento veinte cayeron en las primeras páginas. Algunas en el primer párrafo. Abandono una lectura cuando me aburre, cuando el autor pone adjetivos innecesarios, cuando siento que lo que me cuenta el narrador no se lo cree ni él mismo, cuando encuentro peros o sin embargos impertinentes, cuando el texto no tiene coherencia, cuando el texto es rebuscado, farragoso o impostado.
Procuro leer desde la neutralidad. Me da igual lo que me cuenten, pero exijo que me lo cuenten como nunca me lo han contado. Si el discurso es vulgar, lo dejo. Si el discurso no es natural, lo dejo.
He leído por ahí que este Amor de Sara Mesa es la mejor novela del año. No lo es. Ningún libro es el mejor. La literatura no es una competición. Ni siquiera a nivel personal puedes hablar del mejor libro. ¿Acaso los has leído todos? Puedes decir cuál es el que más te ha gustado entre los pocos que has leído. Con humildad. Pues tu opinión es insular.
Un amor es un oasis en el desierto literario. Llevaba semanas esperándolo. Los libros caían sin remedio. Me duele dejar un libro. Sufro. Cuando dejo más de diez seguidos, me preocupo. ¿Me habré cansado de leer?, me pregunto. Por suerte, después de tragar arena y achicharrarme, siempre encuentro agua fresca y la sombra de una palmera.
Sara Mesa posee la técnica perfecta, la mirada natural y un sí sé qué subyugante. Sara Mesa me ha contado algo cotidiano como nunca antes me lo habían contado. Sara Mesa ve con claridad que todo conduce a un momento mágico, incluso lo que parecía no conducir a ninguna parte.
En este 2020 que pronto quedará atrás también disfruté con dieciséis libros más y terminé otros quince. Sé que algunos/as escritores/as se enfadan conmigo porque me envían unas obras que no reseño y ni siquiera les digo si las he leído. Deben sufrir. El sufrimiento y la inspiración van de la mano. Si no reseño tu obra, revisa las que sí he reseñado este año y saca tus propias conclusiones. Eso les digo. Pues de lo que se trata es de contar las cosas desde la sinceridad, y eso es lo que estoy haciendo a costa del último libro de Sara Mesa, que, por cierto, contiene un solo error que está en la página 138 y empieza por b.
Vale.