¡Traductor!

Leo pocas traducciones. Casi ninguna. Dos o tres cada año, quizás alguna más. Como bien dice Constantino Bértolo: «En una traducción, y aun a pesar de la excelencia de esta, resulta difícil valorar sus cualidades lingüísticas».

Cuando era joven leía muchas traducciones. En la década de los setenta leí Un extraño en mi vida(Strangers when we meet), de Evan Hunter, que la Editorial Luis de Caralt publicó en España con otro título: Fue dicho: no desearás la mujer de tu prójimo.

Lo de Caralt no tiene perdón, eso de cambiar títulos de libros y de películas no tiene perdón, si mañana tradujesen mis Nueve semanas (justas-justitas), podría titularse, por ejemplo, Bloss el sinvergüenza se sale al fin con la suya.

Lo que sí hizo bien Luis de Caralt fue la traducción, a cargo de José María Cañas, ya en el primer párrafo se observa que el traductor intenta ceñirse a lo escrito, respetando el estilo del autor.

Ahora, cincuenta años después, cae en mis manos un ejemplar de Quaterni. Y en cuanto empiezo a leer, compruebo que los traductores (Iñaki Rivero Vélez y Ana Palacio Erdozáin) adaptan el texto a los gustos de hoy, o sea, que lo precocinan descaradamente para ponerlo a ras de la mediocridad reinante. Transcribo las primeras líneas.

Traducción de José María Cañas:

«1.

Lunes por la mañana.

Octubre gris, en la casa el frío de la hora temprana y un cielo melancólico oprimiéndose contra los cristales de las ventanas. En la cocina, el ruido que hacían los niños. Chris discutía con David. Se burlaba de su hermano más pequeño, que esa noche se había vuelto a hacer pis en la cama.

Otro día».

Traducción de Iñaki Rivero Vélez y Ana Palacio Erdozáin:

«I

Era un lunes de octubre y el frío de las primeras horas de la mañana invadía la casa. Un cielo plomizo se aplastaba contra los cristales de las ventanas. Sólo se oían las voces de los niños en la cocina. Chris se burlaba de David, su hermano más pequeño, porque esa noche se había vuelto a hacer pis en la cama.

Y otro día y otro día…».

Y muchos más días, no te fastidia. Si yo escribo otro día, la traducción, sea en el idioma que sea, es otro día, no entiendo porque los traductores se permiten la licencia de añadir más días. 

El mal de nuestros días es el precocinado, el estilo sin estilo, la seudoliteratura, la litersanía, podemos ponerle muchos nombres, son libros que abandono en las primeras páginas porque esa forma de narrar tan resbaladiza despierta mi escepticismo, cuéntame como nadie me ha contado o no me cuentes, hechízame con tu prosa mágica u olvídate de mí, o como decía Constantino: «Abrir una narración es abrirle la puerta a un narrador, a alguien que cuenta algo, y al igual que sucede en una conversación real, el que escucha, el lector, al mismo tiempo que atiende a la narración, trata de conocer quién es ése que habla y cuáles son sus intenciones. ¿Qué quiere de nosotros? ¿Quiere decirnos algo o tan solo pretende vendernos un crecepelo?».

Foto: sosmovies.com Fotograma de la versión cinematográfica de STRANGERS WHEN WE MEET (UN EXTRAÑO EN MI VIDA)