Tras leer Los asquerosos, obra que nos pareció brillante, tocaba la última del autor, Tostonazo, y, en cuanto me enteré de que había salido, la pedí. Primero la cogió mi mujer. Durante un par de semanas fue su lectura matinal.
Solemos desayunar leyendo, y, para esos veinte minutos mañaneros, solemos elegir un libro de los que prometen. Cuando ya llevaba tres mañanas leyendo, le pregunté, y me dijo que era un tostonazo.
No solo no le interesaba lo que contaba sino que tampoco le gustaba cómo lo contaba. Este libro no tiene ni qué ni cómo. Eso me dijo. Y fueron pasando los días y seguí preguntándole y nada cambió.
Marleen suele terminar todos los libros. Aunque sean infumables. Si Marleen se deja un libro, solo hay una posibilidad: no es un libro o no merece pertenecer a dicha especie.
El famoso Tostonazo de Santiago Lorenzo, sin embargo, sí que lo acabó. Sufriendo, pero lo acabó. Y ahí se quedó el libro, 18.90 euracos, con lo que cuestan de ganar, encima de la mesa se quedó, esperándome.
Yo lo cogí con ganas, pensando que quizá Marleen había pasado algo por alto, un estilo subterráneo, nueve gramos de magia, yo qué sé, algo que le diera sentido, pero me lo dejé en la página 24.
Y aún aguanté mucho. Ahora me imagino que tú querrás que te hable de todas las mediocridades que encontré en esas pocas páginas. No vale la pena. El discurso no tiene interés y punto.
El discurso no tiene interés y encima no es creíble. Ni el propio autor se creía lo que estaba escribiendo. Y encima no es coherente. Ni siquiera es pertinente. Y tampoco tiene nada de divertido.
No hay ingenio, no hay magia, no hay atmósfera, solo un libro bonito editado por una editorial que intentó desesperadamente agarrarse a la cola del éxito anterior, sobran todos los criterios cuando la firma es estelar.
18.90 euracos. Con lo que cuestan de ganar. Que me devuelvan el dinero. ¡Al ladrón, al ladrón! Me cierro una puerta, ya me cerré otra hace quince días, la crítica ha vuelto, aunque el público sea escaso.
Hago la vista gorda con la editorial modesta, con el autor desconocido, pobrecillos, ya tienen bastante con lo que tienen, pero a las vacas sagradas no las perdono, ¿quién las sacralizó?, que se persone inmediatamente.
Pasamos página, le cerramos la puerta a otra editorial, a otro autor, hay tantas, hay tantos para elegir, mi reino por un buen libro, a ser posible de un desconocido, a ser posible de la tierra, traducciones las justas, que en casa ya producimos vino del bueno y no están los tiempos para andar catando caldos ajenos.