Sobre Louis Reyes Rivera por Xánath Caraza

Louis Reyes Rivera fue un poeta que se desplazó entre lo afrolatino y lo afroamericano en la ciudad de Nueva York.  Sus raíces fueron puertorriqueñas, boricuas, como él mismo se identificaba.  Fue de los primeros poetas en explorar esa parte de la diáspora tanto latina como afroamericana en los Estados Unidos en un momento donde poco se reconocía la parte afrolatina y automáticamente se asimilaba a lo afroamericano.  Fue un poeta que abrió camino a nuevas generaciones son sus reflexiones sobre su contexto tanto racial como social en su poesía.  Reyes Rivera se movía entre idiomas y ritmos también. Mucha de su poesía refleja ritmos caribeños tanto en la selección de vocabulario como en el ritmo mismo de los poemas. Su poesía fue escrita principalmente en inglés, aunque existen algunos poemas escritos originalmente en español y otros donde usó cambios de código lingüístico. El comentario social siempre estuvo presente en sus versos y, por lo tanto, la validación de las raíces afrolatinas.  

Reyes Rivera, profesor y activista social, fue instrumental en la creación de las primeras facultades de Estudios Étnicos en los Estados Unidos. Recibió varios reconocimientos por su trayectoria como poeta y educador.  Sus poemarios son Who Pays the Cost (1977), This One for You (1983), In Control of English (1988, 1992) y Scattered Scripture (1996).

(por donde me encuentro)

el mundo entero me mira

y entre sí dice

ves, ahí va un puertorriqueño

un boricua de allá

uno de esos malcriados

engañados, desterrados

anda por ahí como quiere

lo ves

así son los boriqueños de aquí

y aunque anden acompañados

por encima la miseria

en el fondo muy por dentro

todavía, siempre con vida

en el alma de su propio cuerpo

y vuelvo a mi misma tierra

: ese pueblo de exilios

donde botaron a mis únicas abuelas

de su ponce y su río piedras

: esa isla de Betances, de Lola y Pachín

donde nacieron mis abuelos en un fajardo

enclavado por encima y por el lado

en un río de yunque y de yauco

en ese rincón de este mundo

en esa patria de aviso y Albizu

en ese mismo corazón

ardiente y corriente

de un Antonio y un Clemente

es donde a veces se pierde

la voz apesadumbrada

con la quemadura del esclavista

y con las llamaduras de un yo-yo-ismo colonial

ahí algunos se destierran

me oyen y me dicen…

                        pero tú no eres de aquí

                        tú vienes de allá

de lo que dices no cuenta

de lo que hagas cabe duda

de lo que quieres no debes…

y me dejan.

y luego lentamente yo los miro

con los ojos plenamente sudados

por los cuales veo también

al mundo que me mira

y con la pena del poeta

como la de Burgos

destejada por las calles

invernadas con la nieve

enterrando su dolor

me caigo tiernamente

silencioso y pienso…

tanta, tanta juventud

y tanta lucha todavía

sin semillas en el campo del sudor

sin raíces en la vida del amor

sin sonrisas alzando su aurora

sobre la cual aún tenemos que crecer

pero no…no hemos crecido

y sigo

y sigo por donde me encuentro.

(serie de la tierra cultivada: entrada 3)

hoy

la tierra ruega ser tomada en el pecho

consolada con susurros de preocupación cariñosa

criada por la mano

mientras se le canta una y otra vez

            como cada

            línea voluptuosa por cada curva que ágilmente

nos llama más de cerca a la visión en el sonido:

                        bloques de piedra

                        jalados en paja esclava

                        hechos de arena de lodo

que se recuestan en la base de fulminantes miradas ambiguas

                        el Pi del ritmo de la respiración

                        cazando los secretos

                        guardados por los sacerdotes

            uno encima de la otra piedra

                        espíritus que golpean

                        deportados por las hermandades

multiplicar muros que sofocan los gritos de la tierra

un desierto grita,

                        “¡No Más Agua!”

tantos campos

una vez amplios & florecientes

ahora quemados & desperdiciados

hundirse en pantanos

con lágrimas temblorosas que suplican

            una oreja más

reclinarse más cerca a los poros de los reclamos de la tierra:

            “Te Pertenecemos…

                        te pertenecemos…”