Sobre la idea de humanidad, o de la poesía

Imagen de portada: The Lovers Whirlwind de William Blake.

 

Hasta este punto hemos hablado del arte en general, de lo que éste representa y/o alberga, de cómo concebir al genio y el modo en que representa las ideas. Pero en esta última parte de la reflexion, me gustaría que analizáremos cómo es que se da todo lo expuesto ya aplicado en una técnica artística específica. Razón por la cual, ahora analizaré qué es lo que sucede en el quehacer poético.

En este arte pasa algo sumamente curioso, después de haber analizado las artes plásticas, Schopenhauer rechaza completamente el hecho de que éstas tengan un carácter alegórico; según el filósofo, la alegoría en ese tipo de artes no propicia o no conlleva al que la observa hacia una representación intuitiva, sino todo lo contrario, lo mueve a la abstracción.

Sin embargo, al adentrarse en la poesía, Schopenhauer se da cuenta de que en el quehacer poético pasa exactamente lo opuesto. Es decir, mientras que en las artes plásticas la alegoría va de lo intuitivo a lo abstracto; la poesía va de lo abstracto a lo intuitivo.

Además de que en la poesía toma un papel todavía más importante el lector y/o el oyente, pues éste se vuelve de alguna manera cómplice del mismo poeta, porque el poeta no sólo emplea de una manera específica los conceptos, resignificándolos y dotándolo de mayor vivacidad y fuerza, sino que también el poeta de alguna manera apela al vuelo imaginario del oyente, o el lector, esperando que éste enriquezca el texto.

De ahí que Schopenhauer defina a la poesía, como: “un arte que pone en juego a la imaginación mediante las palabras”. Si el lector-oyente es mucho más significativo e importante en la poesía, se debe a que ésta parte, ni más ni menos, de la idea de humanidad, mostrando en todo momento los distintos aspectos y vicisitudes que padece o sufre el ser humano.

Esto es: “La poesía […] nos lleva a intuir la naturaleza de nosotros mismos, no desde la perspectiva fenoménica sino desde la esencial, es decir, nos lleva a contemplar la idea de hombre. La poesía nos da el ser propio; aquello que no es posible deducir de ningún fenómeno particular pero que, intuitivamente, encontramos en todos”. (Grave, Crescenciano, 2002). Dicho de otro modo, la poesía pone a la luz las “ideas de la vida”.

Todo esto el poeta lo logra transgrediendo al mismo lenguaje, es decir, el poeta toma los conceptos y mediante un acto de subversión va desvelándolos, desbordándolos y, al llevarlos al límite, hace que estos alcancen su mayor expresividad, lo cual dará como resultado una imagen intuitiva. “El propósito con que el poeta pone en movimiento nuestra fantasía es revelarnos las ideas, esto es, mostrar mediante un ejemplo lo que es la vida y lo que es el mundo”, afirma el filósofo.

Por eso es que Schopenhauer afirma que el poeta no transmite conceptos y/o abstracciones, lo que hace es albergar a las ideas mismas, eso es lo que comunica junto con la rima y, más aún, con el ritmo. Puesto que la musicalidad de la poesía es la que nos permite penetrar más profundamente en la idea contenida en ella, en virtud de la musicalidad de la poesía es que podemos conocer su significado e importancia.

Además, la supremacía de la poesía sobre las artes plásticas radica en que ésta puede hablar, discurrir y versar sobre todas las demás artes y sobre todas las cosas. Esto quiere decir que la poesía puede versar sobre la idea de todo. La poesía considero, junto con Schopenhauer, que es todavía más grande que la historia, e incluso pienso que es también más grande que la misma filosofía, porque si bien la historia es –grosso modo– concebida como el cúmulo de los acontecimientos humanos, ésta no nos habla del hombre, sino de algunos hombres.

La poesía en cambio sí nos muestra los que somos en tanto que seres humanos; y aunque es verdad que la filosofía también se preocupa por esto, considero que en tanto que lo lleva a cabo por medio de otro lenguaje y otro método más riguroso, eso propicia a que sea bastante más difícil acceder a ella y, más aún, comprenderla. La poesía es, pues, común a todos.

¿Qué quiere decir que la poesía es “común a todos”? Que el poeta “toma de la vida lo enteramente singular y lo describe concisamente en su individualidad, pero con ello revela toda la existencia humana; aparentemente trata con lo singular, pero en realidad lo hace con lo que está por doquier y en todos los tiempos”. He ahí la verdad que inunda y transmite la poesía.

Con todo lo dicho hasta ahora, podría concluir y agregar que el arte, y más concretamente, la poesía exhorta a que todo aquel que va a su encuentro experimente lo sagrado, en el sentido de que le muestra tanto el verdadero ser de las cosas como su verdadero ser. La poesía nos arroja a la cara nuestra imagen desnuda, la verdadera, la más bella. Esto es así, porque: “únicamente lo verdadero es bello y el atuendo favorito de la verdad es la desnudez”.