Sobre Benito del Pliego por Xánath Caraza

Benito del Pliego es poeta, académico, traductor y crítico literario. Ha vivido en Estados Unidos desde hace veinte años.  Sus poemarios son Fábula/FableDietario 2008-2010, ÍndiceMuescaMermaFisiones, Alcance de la mano yZodiaco.  Dentro de su trabajo académico ha explorado el tema del exilio en múltiples publicaciones, poetas latinoamericanos en España y españoles exiliados en las Américas.  Ha traducido a Antonio Gamoneda, José Viñals, Gertrude Stein, Lew Welch y el libro Las palabras son testigos de Isel Rivero. Parte de su poesía ha sido traducida al italiano y al inglés. 

Del Pliego es recipiente de varios reconocimientos literarios, entre ellos el “Gabriel Celaya” International Poetry Award en 2004.  Ha publicado en diferentes revistas literarias y periódicos en Europa, Latinoamérica y los Estados Unidos; ha sido incluido en las antologías The Spanish / Latino Issue de 2008 por la International Poetry Review, Poetry Voices Without Borders 2 Malditos latinos. Malditos sudacas. Poesía Iberoamericana Made in USA.    Actualmente enseña en el Departamento de Lenguas y Literaturas Extranjeras del Appalachian State University.

El carácter lúdico que del Pliego crea en sus poemas es un meditar rítmico que el lector percibe.  La poesía de del Pliego es muchas veces escrita como un monólogo interno, donde la pluma cobra vida por sí misma.  También registra de manera metódica las experiencias u observaciones diarias.  Juega con las rimas como si jugara con bloques de ensamble didácticos, que saltan a la vista, que permiten desarrollar destreza, en el lector al encontrarlas y seguirlas, a manera de ejercicio mental.  Muchos de sus poemas sugieren conceptos, con palabras claves, que quedan implantadas en la mente del lector creando la sensación de que es éste, el lector mismo, quien ha descubierto un mensaje secreto o una idea original, habiendo sido sugerida anteriormente por la voz poética.  

Del Pliego escribe en español, en algunas ocasiones usa versos en inglés y vive la poesía que escribe y, en otras ocasiones, se escribe en su poesía.  Es observador cuidadoso de los mundos que habita, y digo mundos, porque se desplaza entre fronteras lingüísticas y geográficas constantemente, eso, se refleja en sus páginas, aunque haya optado por escribir la mayor parte del tiempo en español.  Sus versos fluyen pacíficamente y se combinan, algunas veces, con arte que complementa sus líneas.  El comentario social también entra en su ventana poética como es el caso de su poema “SB1070” sobre la ley del mismo nombre en el estado de Arizona. 

A continuación tres poemas de Benito del Pliego:

Yellowstone: sobre piedra amarilla

1.

Solo si el abeto arde, la semilla que ascendió fructifica. El abeto goza de su destrucción, crece y cree en su cadáver. 

No lo quieres saber, pero tus dedos lo escribieron en el aire infestado de mosquitos: tu vigor nace de tu muerte.

2.

Búfalo: piedra que rueda por las praderas y respira como el geiser; en su lomo pasta el pasto, se aparean en él los ríos y pelea como un monte contra el monte. Su testuz soporta el mundo; porque ni miente ni piensa, porque es más y rumia. 

En su hostilidad honesta abre un ojo el musgo y la roca contempla su propio precipicio.

Búfalo, poeta, dador de vida.

3.

Surgida del coágulo de sangre que modeló la Vida, la humanidad es un indio, un precario vencedor. Su nota de despedida fue: “Cowboy, solo un aviso: nadie pastorea sus rebaños hacia el frío”.

SB1070

Se van a radicar, se van, se radican en Arizona, pero no tienen zona que avizorar. Se erizan y sin raíz se trizan, no se van a retirar, se van a izar, se van a reiterar. 

Los radicales los ridiculizan, los radicales los quieren erradicar, los quieren capitalizar; pero ellos van, pero ellos van por Arizona, hacia Arizona, entre Arizona, aunque no haya zona en la que aterrizar.

EL BUITRE

—«Para vivir aquí hay que saber a muerto. 

No basta sentir su hedor; hay que desearlo y entrar en él; acariciar su piel hasta la llaga, del vientre beber, dejar correr la baba mientras devoras. 

Para vivir aquí hay que asomarse al espejo y roerse la cara.» 

Imagen en portada por Manu Granadero.