Se acerca la Tormenta

“Alone. Yes, that’s the key word, the most awful word in the English tongue.
Murder doesn’t hold a candle to it and hell is only a poor synonym.”
Stephen King

Primero se siente en la piel; los vellos se erizan, avisando la cercanía de un viento extraño. Luego, la nariz logra percibir el aroma de una marea espacial, es tenue pero inunda el cuerpo, empezando por la lengua que se adormece como ante un sabor inesperado. Los huesos comienzan a vibrar, generan electricidad que causa paranoia. Viene una tormenta y te dispones a huir, está en tu naturaleza. La necesidad de refugio tiene raíces milenarias, pero no hay huida cuando tú eres la tormenta.

Take Shelter es una película que maneja el terror desde la ambivalencia. Nuestro protagonista, Curtis, tiene sueños sobre una tormenta épica, del tipo apocalíptico. Lo que al principio no son más que malestares nocturnos se vuelven aflicciones del día al día, pero en un punto de la historia conocemos a su madre y la trama da un giro.

¿Estamos frente a un profeta o ante las primeras señales de esquizofrenia?, ¿hay alguna diferencia? Curtis es un personaje en el que no podemos confiar a pesar de su honestidad, lo que sucede es simple: ni él mismo puede confiar en su instinto, ni en sus pensamientos.

Evitando el cliché terrorífico de confrontación, como un asesino cazando adolescentes  o extraterrestres que invaden el planeta, esta película aterroriza por la sensación de soledad, alienación y la posibilidad de que, al igual que a otros profetas, las revelaciones de Curtis no sean escuchadas.

Se trata de una historia que asusta más por lo que podría suceder o significar. El verdadero terror proviene de nuestra conexión con el protagonista, con nuestra mutua ignorancia sobre los alcances de la realidad y sobre la empatía de proteger a los que amamos. En otras palabras, es un terror sutil e íntimo.

Muchas películas manejan los finales inesperados como último esfuerzo por provocar al espectador, algo así como la punch line de un mal chiste. Take Shelter, en cambio, mantiene la ambivalencia; todo el tiempo puede o no puede ser. La fuerza que se logra con Curtis no es sólo por lo vulnerable que es, también es porque sus temores no son extraños o ajenos.

Además de la tormenta que parece ser el inicio del fin, los sueños del protagonista están plagados de gente que ha perdido el control. Es la esquizofrenia que jura que el otro es un enemigo o es la verdadera naturaleza de las personas, aquella que sale con especial furia cuando el peligro llega.

El aspecto más memorable de su final es que, según la interpretación, existen a la vez posibilidades felices y deprimentes. Ambas coexisten en la historia y uno no se siente engañado, pero sí desolado ante las interrogantes y deseoso de ese minuto más que explicaría claramente todo lo que vimos.

Si Curtis está solo con una enfermedad que únicamente lo alejará cada vez más, entonces estamos ante su apocalipsis, pero siempre estará el destello de bienestar si su esposa logra comprender el padecimiento que enfrenta. Si, en cambio, Curtis en verdad profetiza el fin de todo, entonces no hay otra página en la historia, y eso incluye a su hija que es sólo una niña, la esperanza entonces puede llegar en forma de redención casi religiosa, tal vez se trata de la historia de un elegido. En ambos casos, el protagonista comprende, como pocas personas, la necesidad de lucha, la valentía de sobreponerse ante el miedo y el ideal de sobrevivir ante la adversidad.