Reseña literaria “Un mundo letal, comentario sobre Necroescritura de los días muy vivos, de Alma Karla Sandoval” por Gustavo de Paredes

No se puede culpar a la escritora morelense Alma Karla Sandoval de plantear la posibilidad del exilio. La cuestión es adónde, si el mundo danza en torno a las hogueras del caos. 

En su más reciente entrega, Necroescrituras de los días muy vivos[1], Sandoval pone ante los ojos del lector un mapa compacto de la atmósfera necrológica que envuelve a la humanidad desde épocas muy remotas, pero sobre todo destaca cómo, luego de trasponer linderos y centurias, ha adquirido carta de residencia en México.

La autora nos dice que gestó el libro entre el 29 de mayo y el 8 de abril de 2019, bajo la idea de escribir una página por cada feminicidio cometido en nuestro país y reportado en las redes sociales por fuentes confiables. El resultado es una obra escalofriante e irónicamente reflexiva, que aborda la incidencia de los medios, las plataformas digitales, el periodismo escrito, la literatura y otros elementos culturales ―si no es que civilizatorios―, en la violencia social, particularmente contra las mujeres. 

Un rasgo muy interesante del ensayo es el sustrato filosófico que lo articula. De la diversidad de pensadores a los que Sandoval recurre, extraigo al filósofo camerunés Achille Mbembe, cuyas cavilaciones acerca de la “necropolítica” y la “necroeconomía” se encaminan a analizar las formas en que el Estado contemporáneo domina a los gobernados. 

Podría decirse que no es el “ogro filantrópico” de Octavio Paz lo que prima, sino una maquinaria necrológica muy bien aceitada que fomenta la creación de vínculos perniciosos entre la política liberal y el capital privado. Sus prácticas, de profundo espíritu imperialista y colonizador, tienden a deshumanizar a la gente, susceptible a adquirir las cualidades de un objeto, y en ese sentido, a ser desechada, anulada o desaparecida del tablero de la vida. 

En tal contexto, los engranes de la necrología son reticentes a reconocer el pensamiento crítico, la sensibilidad lírica y la disidencia lúdica y procuran asfixiarlos; a la par, estandarizan la conducta social, anestesian la empatía y fomentan la violencia, expresada de tantas formas que mueven a pensar en la monstruosa Hidra de Lerna a la que se enfrentó Heracles. 

Hace unos años, el escritor y periodista Carlos Rubio Rossell entrevistó a Carlos Fuentes. El autor de La muerte deArtemio Cruz y Aura manifestó su preocupación por el proceso de transición que vive México, en consonancia con el mundo. “Creo que vamos a algo así como el siglo XIII”[2], dijo. Esto significa que aun cuando los avances en materia tecnológica y científica han arrojado luces vitales sobre millones de personas ―que de otra forma continuarían postradas bajo las sombras de la miseria, la insalubridad y la exclusión―, el desarrollo de otros ámbitos, como el educativo y el cultural, registra un grave retroceso. Tal cosa ha franqueado el paso al señorío de la vacuidad, la estulticia y la intolerancia, caudalosos afluentes de la opresión.

Los medios de comunicación masiva fungen como herramientas eficaces de esta problemática. Sus emisiones moldean a la sociedad a través de la música grupera, las cumbias, los narco y sexo corridos, los reality shows, los standups…, y arrastran consigo a otras industrias, en particular a las casas editoriales, que en un afán mercadotécnico ―y con frecuencia de supervivencia― publican obras ayunas de calidad ―“carroña”, apunta Alma Karla Sandoval―, con lo cual se convierten en eslabón de la cadena, abundante en sombras mortuorias.

Sandoval nos recuerda que nuestra nación ha sido y es un semillero de homicidas: “Las Poquianchis”, “El caníbal del Estado de México”, “El coqueto”, “Los Acapulco Kids”, las mafias del crimen organizado; ellos y una gruesa caterva más son parte del negro polvo de letalidad que desde hace mucho se esparce entre una frontera y otra de México con la connivencia de los medios, pero también de la prensa roja y amarilla, el ciberespacio y un enorme cúmulo de producciones literarias, para el que la Literatura carece de significación frente a los índices de ventas. Estos elementos han contribuido a generar la “necroescritura”, que la autora morelense, preocupada por el morbo, la insensibilidad, e incluso los crímenes que suscitan, fustiga con razón. 

El escritor Mario Vargas Llosa recuerda que su colega Tomás Eloy Martínez aseguraba que los medios contemporáneos convierten “a las víctimas en piezas de un espectáculo que se encuentra como información necesaria, pero cuya única función es saciar la curiosidad perversa de los consumidores del escándalo.”[3]. Le asiste la razón al autor de Purgatorio y La novela de Perón, y por supuesto a Alma Karla Sandoval. El ser humano de finales del siglo XX y las primeras décadas del XXI, está atrapado en una narrativa que se caracteriza por fuertes contenidos de escatología y vulgaridad, crímenes seriados, actos sadomasoquistas y desviaciones sexuales.

Por otra parte, considero justo decir que Necroescritura de los días muy vivos evade la arquitectura de los ensayos tradicionales y abraza tanto al “centauro” de Alfonso Reyes como al “ornitorrinco” de Juan Villoro. Con esto destaco que tiene una intención artística y múltiples afluentes lúdicos que Julio Cortázar y Roberto Bolaño, dos de los escritores más avezados en jugar con las letras, habrían aprobado mientras un par de cigarrillos se inmolaban en sus labios.

Desde el mismo título se observa un juego de imágenes contrapuestas que se repite de muy distintas formas a lo largo de la obra. Y a ello se suma la intertextualidad, manifiesta en forma de verso, misiva, credo, cita, aforismo… En síntesis, los recursos literarios a los que recurre Alma Karla Sandoval permiten aligerar la espesura de un tema que de suyo no lo es. ¿Encuentra, esta insondable feminista, autora de obras como Ciruelas para los jinetes y Desde el corazón siberiano, una respuesta a la barbarie que día con día esparce la necroescritura ―la necrocivilización―, orillando a millones de personas a buscar una puerta de salida, una ruta de escape, el distante exilio? Nos da una pista: “sólo poéticamente… ya tú sabes”.


[1] Ensayo ganador en la Convocatoria de Obra Inédita 2019, organizada por la Secretaría de Turismo y Cultura de Morelos. Fue publicado el mismo años por el Fondo Editorial del Estado de Morelos.

[2] Rubio Rosell, Carlos; “Las profecías de Carlos Fuentes”, Milenio, 04 de septiembre de 2020, s/p. Encontrado en: https://www.milenio.com/cultura/laberinto/carlos-fuentes-profecias-de-un-escritor-mexicano

[3] Vargas Llosa, Mario, La civilización del espectáculo, Alfaguara, México, 2013, p. 57.