Reseña literaria: «Sobre el poemario Lágrima roja de Xánath Caraza» por Cecilia Quílez

Texto presentado en La Casa del Lector ‖ 9 de junio de 2017, Madrid, España.

 

Lágrima roja

por Xánath Caraza

ISBN: 978-84-16764-28-0

Editorial Nazarí, Granada, Andalucía, España

Páginas: 61

Idioma de publicación: español

“La palabra que vuelve del horror, ¿lo nombra en el infierno de su inocencia?”

(Juan Gelman)

 

Pobres de esos que sin alimento amamantan la imagen en el espejo de sí mismos y dan tanto de sí como de no. Un amanecer puede parecer un milagro que no quiere volver a ser escrito, un pre-aviso sobre la sombra que cubre el lado opuesto de esta tierra que ha visto nacer y morir todo lo humano y que insiste en que volvamos la palabra hacia otra realidad. Allí no existen los espejos y las columnas de flores se marchitan en las tumbas de los inocentes que jamás volverán a contemplar una aurora ni conocerán a los poetas que escribieron sin miedo el nombre de sus verdugosLágrima roja lo hace desde esos dos lados del espejo: el nuestro, en el nombre de la sociedad, de las madres padres hermanos hijos que están en ese lado que no quiere reflejarse en la dimensión del horror donde en el otro lado, aparecen sus mujeres asesinadas, cada una al lado de su asesino, cada una al lado de una ley en blanco que no desenmascara ese verdugo. A mi entender, no es poesía de género, ni social, ni luminosa ni oscura pero también lo es todo. Qué es poesía, preguntan y seguirán preguntando a los poetas. A día de hoy, no respondo a quienes necesitan ángeles compasivos y arrogantes haciendo sonar campanitas de gloria en el reloj que hay en los ojos de un ciego. Si la poesía se enroca ahí, en las iniciativas baldías, para nada sirven los poetas.

Aclarado esto, estén seguros de que éste no es un libro fácil porque es un libro testimonial, que habla y denuncia en representación de los débiles. Se hace preciso separar el dolor de la propia identidad para poder hablar en el lugar de otras, señalar en el camino sus cruces rosas de las que sólo queda la evidencia de las almas en el desierto de Ciudad Juárez (hay que recordar que son miles las de mujeres que ni siquiera han sido encontrados sus cuerpos, lacrada cualquier pista que podría llevar hasta ellos).

Lágrimas negras, oscuras, amordazadas, censuradas, como lo son de esos que sólo piden justicia. El feminicidio en el estado de Méjico, Juárez, Veracruz, Ecatepec, se cobra una media de 7 mujeres al día asesinadas, violadas, ultrajadas, desparecidas. Sólo el 25% de los casos son investigados, aunque sigue perdurando incomprensiblemente el vacío de lo inclasificable por las autoridades competentes.

Yo estoy segura, y ahora hablo desde mi condición de poeta, que Xánath hubiera preferido no escribir estos versos, ni recoger el guante que impone la violencia de género ante la sociedad actual donde en el mundo la mujer sigue siendo víctima de ataques machistas, religiosos, culturales. ¿Dónde y en qué planeta vivimos que aniquilamos lo que nos da la vida? ¿Cómo hacer de lo terrible un mensaje hermoso, lleno de tumbas vacías y a la vez tan exquisitamente documentado y vivido a través de otras mujeres? Xánath lo logra sin concesiones a la debilidad o la compasión, desde el margen del grito hacia el paredón de la conciencia, sin dobleces, de cara, como ha de oírse “basta” en imperativo todos los días para detener la impotencia popular ante este tipo de crímenes. Y sin que le tiemble el pulso sobre el papel, transgresoramente correcta en la escribanía de la historia. No basta ser valiente si no se dice la verdad. Y Lágrima roja legitima esa verdad, una herencia valiosísima en vida para todo aquel que quiera escucharla. Aunque duela.

Xánath escribe desde la boca que muerde el polvo, desde la pulpa ácida del limón que acalla la última exhalación. Inquiere a la ley qué hacer con la poesía con tanto dolor dentro. Solicita a las muertas desde el vientre de la madre tierra -las niñas del maíz- a que renazcan de nuevo para señalar a aquellos que les cercioraron la existencia, enterrándolas en la fosa de los anónimos sin retorno. Pide salvoconducto a la luz, a los campos de cultivo, a los barrizales, a los árboles. Son, fueron, mujeres que sueñan con otro mundo mejor en la media hora del descanso en las fábricas donde con el ideal de una vida sin esclavitud. Pide y exige desde el raciocinio que esa llama ilumine la verdad, la memoria restituida de calumnias y detestables encubrimientos en los despachos gubernamentales. En esa misma lucha, ya nos recordaba Rosario Castellanos, autora mexicana y activista femenina —este año se cumple su 91 aniversario de su nacimiento— “El que se va se lleva su memoria, su modo de ser río, de ser aire, de ser adiós y nunca”.

La lectura, es, al mismo tiempo, un memorial tan espeluznante como bello en la danza de la muerte. Tremendo el poema “Tiro de gracia”. No hay más silencio que el que necesita ser escrito, ni soga en el alma de las inocentes desmembradas. La única salvación es repetir su historia, darle un principio, abofetearnos con su final. Cito alguno de esos versos:

 

Más de 450 cadáveres

quemados

en fosas clandestinas.

Violada, descuartizada,

atada de manos,

amordazada.

Huesos quemados,

pedazo de tela,

le falta un dedo.

Las de la colonia

las Bugambilias,

dos cuerpos sin cabeza.

Ajusticiada frente a su padre

 

Y es que mientras uno sostiene Lágrima roja, cree tener palpitando ya eternamente, el corazón de aquellas que esperan condena para su asesino. Nos corresponde a nosotros, a la sociedad, a los lectores, darles la respuesta. Para esto, queridos amigos, sirve también la poesía.

 

 

Semblanza: 

Cecilia Quílez, (Algeciras, Cádiz). Tiene publicados siete libros de poemas: “La posada del dragón” (Ed. Huerga & Fierro) “Un mal ácido” (Ed. Torremozas), “El cuarto día” (Ed. Calambur), “Vísteme de largo” (Ed. Calambur) y “La hija del capitán Nemo” (Ed. Calambur), “Ecruturaciones” (Ed. Poética peatonal. Colección Ejemplar Único con pinturas de Gabriel Viñals) y el recientísimo “OffLine, del otro lado” con fotografías de Santos Perandones (Ed. Amargord).