Solecismos en general, anfibologías, barbarismos, mezcla de los modos verbales, mal uso del gerundio, subjuntivo: señalarlo en los comentarios; no soy consciente de todas las reglas para el correcto uso de la lengua. Cuando leía acerca del tiempo verbal aoristo me di cuenta que no conozco mi propia lengua, qué risa, pero manos a la obra. Únicamente tildar no es bueno, y no me refiero a poner acentos. Gracias a Ana por su ayuda, me dio consejos y clases de gramática: ser criticón no sirve de mucho; en lugar de andar de criticón ponte a estudiar los modos verbales.
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Las siguientes líneas son una breve reflexión acerca de tres escritos realizados para la revista Región Transparente. Aunque nunca he sido partidario de la autopropaganda, invito a buscar los textos: “Diógenes y la autodeterminación amasados para tamales”, “Entre Modernidad y anti-Modernidad” y “Ética aplicada y democracia radical” (especies de reseña-artículo). Estos escritos me han servido para mejorar mi escritura y ordenar y depurar ideas.
En cuanto a Diógenes de Sinope creo que hay que consultar a Diógenes Laercio, VI, 20-81. Hay dos traducciones (las únicas en español), una de finales del siglo XVIII por Don Ortiz y Sanz que fue la primera que consulté, y al confrontar ciertas palabras y ciertos pasajes me di cuenta que difiere mucho, en otras ocasiones poco, de traducciones parciales y de la otra traducción completa realizada por C.G. Gual en la década primera del presente siglo. Por ejemplo, en la traducción de O. y S. se lee en la vida de Diógenes: “Preguntado por uno quién le parecía que había sido Sócrates, respondió: «Un loco».” (Folio, Barcelona, 2002, T. II, pág., 21.); y en la traducción de C.G.G: “Cuando a Platón le preguntaron: «¿Qué te parece Diógenes?», respondió: «Un Sócrates enloquecido».”, VI, 53. (Alianza, Madrid, 2013(2. ª), pág., 332). Mucha diferencia; no es lo mismo Sócrates loco que Diógenes el cínico loco. Lo mejor sería ir al texto en griego y dedicarle un poco de tiempo consultando gramáticas, diccionarios, blogs, foros, etc. para una traducción parcial propia; tal vez C.G.G. y otros traductores de esa parte están equivocados aunque lo creo poco probable. Con todo, hay partes que aunque coinciden me parecen más animadas las de Don Ortiz y Sanz. (No es difícil encontrar en formato digital artículos que tratan de la locura de Diógenes según la frase de Platón).
Diógenes el cínico es todo un personaje al tanto de la filosofía y fruto de los tiempos de la intervención macedónica –Filipo, Alejandro y compañía–. La vida de Diógenes y de la doctrina cínica se torna contestataria frente a los valores y modos ser que poco a poco adquiere Atenas y sus alrededores con el nuevo orden político y social comandado por Macedonia. Atenas pierde su autonomía, y la participación política directa y efectiva deja de ser una característica. Varios autores coinciden en que el llamado periodo helenístico es una transición amarga del mundo clásico. Los cínicos así como las famosas escuelas de este periodo, estoicos y epicúreos, predicarán como alternativa la autodisciplina. Sin embargo, los cínicos de manera radical propondrán animalizar lo humano (muy al contrario de humanizar lo animal como hoy en día) en la línea de que lo suficiente es lo necesario, al punto de negar la escritura –“la última y más noble «invención técnica» que en aquel momento definía el estado más avanzado de civilización” (M. Daraki/Gilbert Romeyer-D., “El mundo helenístico: cínicos, estoicos y epicúreos”, Akal, Madrid, 2008, pág., 13)– y preferir la ascesis (áskesis), aunque Diógenes Laercio nos ofrece un catálogo de obras supuestamente escritas por Diógenes el Perro de las que sólo conocemos sus nombres.
Diógenes llega a Atenas desterrado de Sinope, también se dice que él mismo se exilió. D. Laercio (VI, 20-21) nos cuenta que lo echaron por acuñar moneda falsa y que otra versión dice que fue su padre el falsificador. No se sabe con exactitud la historia, DL registra 4 versiones, sin embargo coinciden en el dinero falso y el destierro, o exilio. Al llegar a Atenas se relacionó con Antístenes, fundador de la escuela cínica, quien formaba parte de la pandilla de Sócrates (Antístenes, según DL (VI, 1), fue en sus inicios discípulo del orador Gorgias; para colmo de Platón). Antístenes lo rechazaba, ya que no aceptaba a nadie, Diógenes persistió hasta que fue aceptado.
Establecido en Atenas tuvo vida frugal, cargaba con lo que necesitaba en un morral. Criticaba a los que hacían sacrificios a los dioses por la salud pero ofrecían banquetes poco saludables. Decía que a los amigos se debe de tender la mano pero sin cerrar el puño; que lo de valor se vende por poco y lo que no vale por mucho: una estatua la vendían cara pero ¼ de harina por poco. “Al rico ignorante lo calificaba de «vellón de oro»” [Cuero de oveja de oro] DL, VI, 47. “A uno que le echaba en cara su exilio, le dijo: «Pero por ese motivo, desgraciado, vine a filosofar»” VI, 49. “A uno que le censuraba por haber falsificado la moneda, le dijo: «Hubo una vez una época en que yo era como tú ahora; pero como yo soy ahora, tú no serás jamás»” VI, 56. Diógenes el cínico era promotor del escándalo y el protagonismo, se la vivía zahiriendo a los demás incluyendo a Platón pero éste no se dejaba, DL nos cuenta: “Una vez que Platón recibía como invitados a unos amigos de Dionisio, pisoteaba sus alfombras diciendo: «Pisoteo la superfluidad de Platón». Le respondió Platón: «¡Cuánto evidencias tu vanidad, Diógenes, tú que te crees no estar envanecido!». Otros dicen que dijo Diógenes: «Pisoteo el orgullo de Platón». Y él le replicó: «Con otro orgullo, Diógenes»” DL, VI, 26. Etc., etc.
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Respecto a las manifestaciones culturales, México/E.U.A, podemos encontrar un punto de vista acertado en Luis Villoro. Para Villoro cuando no se examina lo que se adopta; cuando no se somete a discusión lo que se toma prestado; cuando creencias, actitudes y comportamientos no son sometidos a juicio, hay carencia de autenticidad cultural, independientemente de que actitudes, gustos, intereses o creencias no respondan a necesidades originarias del grupo o individuo en cuestión: porque poner el ancla en la cultura propia, por otra parte, puede llevar a un nacionalismo cultural recalcitrante y estatista, ya que ninguna cultura es pura. Dice Villoro pues que debe de haber asimilación pero también crítica (Cf. L. Villoro, “El concepto de ideología”, FCE, C. de México, 2016, págs., 152-173). Hablando de manera muy acotada creo que E.U.A es un país que todo se reapropia pero lo analiza, estudia, experimenta con ello, lo mejora, lo hace parte de su identidad con previa reflexión, y si no es lo que esperaba cuando lo pone en práctica, lo vuelve a considerar para identificar fallas y ver cómo ponerlo en marcha de nuevo, si es que considera que vale la pena ponerlo en marcha otra vez.
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Es bueno leer, pero la lectura obligada y sin convicción, o sin enriquecimiento, o sin guía, no es muy recomendable. Es una exageración que todo mundo lea a Kant, por ejemplo; pero no es exagerado que si uno no consulta varias fuentes de información, no tome como dogma cualquier cosa que lee o escucha, por lo regular la información es incompleta. La segunda vez que leí “Pasto verde” (con interés y ahora sí todo el libro) de P. García S., cuando llegué a la parte donde el personaje principal se topa con su tío en el bar, que es casi al principio, lo primero que pensé fue: “¡qué relatucho! ¿es en serio, para esto alcanzó la capacidad descriptiva y creativa de Parménides?”; lo que sigue, divierte, pero si se compara con En el camino, Los viajes de Gulliver, Brave new world, El muro de Sartre, Aurelia de Nerval, El gallo de oro, o libros gordos como Los hermanos Karamazov, Rojo y negro, Gog o El libro negro, parece el relato de un aficionado con creatividad. Recomiendo más El rey criollo, buenos relatos que sacan la risa. Respecto a la contracultura, está catalogada como enfermedad mental según el pretencioso cientificismo de la psicología y la psiquiatría; sin embargo, en parte, esta pretensión no es más que ideología de la modernidad social y urbana.
Sigo recomendando la lectura de los libros editados por el Colegio de Chacachán. Me parece que algunos que forman parte de alguna comunidad, indígena o ranchera, tienen un estilo de vida para tomar como ejemplo: nacen, viven y mueren prácticamente en el anonimato, sin las pretensiones o afán de competencia de los mass-media, sin el ansia de “pertenecer a algo grande”; la competencia y la vinculación toman otro sentido. Los griegos marcaban la diferencia entre bíos y zoé, como ejemplo la frase de Epicuro «láthe biósas», “vive ocultamente”. Para Epicuro una característica del estilo de vida feliz consistía en vivir alejado de las peripecias políticas y de las mayorías eufóricas; el período en el que vivió tal vez influyó en su manera de concebir la tranquilidad; prefirió el jardín a cualquier tipo de incursión en la política. Según un testimonio de Séneca, estas fueron palabras de Epicuro: «Para mí ha sido una gran suerte no haberme mezclado nunca en los asuntos del Estado, y no haber intentado jamás agradar al pueblo, pues el pueblo no aprueba lo que yo sé, y yo ignoro lo que el pueblo aprueba».
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La reseña del libro de Marquard. Vilipendios finales: omitirse. Marquard habla de la situación de su país, Alemania, y critica los grupos llamados “verdes”. Estos grupos cansados de vivir en la ciudad cambian de residencia, se van a los bosques o campos pero procuran tener todas las comodidades (de las que de alguna u otra forma se quejan) que ha legado la modernidad, produciendo desequilibrio en estas áreas. Marquard arma muy bien la línea histórica que conduce al presente según él lo concibe y vive. Sigo pensando que la modernidad en las periferias del tercer mundo está incompleta. No he leído a Marx, únicamente cosas breves acerca de él, pero creo que Marquard es injusto con Marx. Deberíamos leer a Marx, debimos leer a Marx, debemos leer a Marx. Habríamos debido leer a Marx si no se hubieran tomado sus escritos como dogmas. (Esta última frase según las reglas, –me dijeron, no sé– está medio rara, escrita en condicional con verbo pasivo; que sería mejor utilizar gerundio o verbo activo. Yo sólo sé que no sé nada…r en las profundas aguas de la lengua).
Prácticamente la reseña de Ética aplicada y democracia radical la escribí porque me advirtieron que si no escribía algo agradable, ya no recibiría ayuda para corregir lo que escribo, y no tuve opción pues se cuentan con tres dedos las personas que ayudan a corregir errores en los escritos; así que traté de escribir algo que gustara a la mayoría y al mismo tiempo sonara como revocación: “mi inmadura juventud”, etc. (risas). Yo creo que el texto suena como una especie de realismo liberal, liberalismo ético. El libro de A. Cortina (católica crítica) está hecho desde la situación española, critica las ideologías marxista, anarquista y comunitarista; dice que diversos grupos influenciados por el participacionismo tienden a un neoaristotelismo, entendiendo por éste la idea de poner en primer lugar la participación política como si fuera lo único y más importante en las relaciones sociales actuales, haciendo a un lado otra actividades y esferas del campo social. Como crítica al liberalismo dice que lo que se ha venido haciendo es implantar una educación para que el ciudadano se adecue a las instituciones, y que lo mejor sería que las instituciones (no abolirlas) estuvieran a la altura de los ciudadanos, fomentando la intervención indirecta por medio de análisis y diálogo. Se lee muy bien el texto de A. Cortina, la democracia representativa es funcional y rápida para la organización, lamentablemente los representantes cuando intercambian mensajes o se predisponen para dialogar lo único que hacen es calumniarse, en lugar de considerar qué sería bueno para el país independientemente del funcionario electo.
Tal vez las siguientes citas digan algo respecto de ciertas situaciones políticas. Una es de Luis Gil en Censura en el mundo antiguo y la otra es de Diógenes Laercio en la vida de Solón de Atenas: “La pax Romana, [el imperturbable orden público] resultado del régimen imperial, al hacer desentenderse a los ciudadanos de los negocios públicos, los torna egoístas, los induce a concentrarse en sus vidas privadas, y favorece el afán de placeres y riquezas, el cual, por someter a los hombres del momento al yugo de sus pasiones y corromper sus naturalezas, completa el círculo vicioso, haciendo de ellos seres más dignos de ser mandados que de mandar. De ahí que su servidumbre pueda llamarse ‘justa’” (2007, 165); si comparáramos el individualismo de la cita con el individualismo actual, una democracia directa en estos días no sería otra cosa que «la imprudencia gobernando» en donde multas y prisión para ladrones serían cambiadas por fuego. “De Solón a Epiménides: «Ni mis leyes iban a beneficiar en mucho a los atenienses ni tú al purificarlas has beneficiado la ciudad. Porque la religión y los legisladores no pueden por sí mismos beneficiar a las ciudades, a no ser que los que conducen a la muchedumbre se comporten con sabiduría. Así la religión y las leyes cuando ellos se comportan bien son útiles. Pero si se comportan mal, para nada sirven” (I, 64).