“Por qué el oxígeno no es más pesado/ con todas las desaparecidas” [1]Comentario a Me llaman loca, de Cristina Arreola Márquez
Me llaman loca, el nuevo libro de Cristina Arreola Márquez, es un esfuerzo de escribir lo que se desvanece o pierde entre las manos: la furia, el dolor, la rabia, la compasión, el miedo… el no tener precisamente un asidero, en un país, en un continente, feminicida.
Es un esfuerzo también por sacar del archivo judicial y del lenguaje jurídico una práctica sistemática y darle cuerpo a las víctimas. “Hallan cuerpo de mujer golpeado y sin cabello en Edomex”, retoma y luego re escribe uno de los poemas. Es un esfuerzo arqueológico también de las noticias que se perderán en el clic bait de las redes sociales:
“Ya dime dónde está mi hija” titula un poema que fue una publicación de Facebook, en la nota al pie, la autora nos explica que esta frase fue publicada en su perfil por la madre de Dana Sujey, víctima de desaparición forzada, y “un mensaje anónimo le ayudó a encontrar el cuerpo de su hija, debajo de la tierra, en un lugar señalado con un palo y un trapo”.
Esta recuperación, que es archivo, es también un esfuerzo por escribir más allá de la nota roja que quisiéramos corregir y más allá de la consigna que nos identifica y vuelve corales.
“La forma de tus cientos de voces apiladas en desorden/te moldean”, como bien nos dice Cristina.
Entre la autobiografía, la autoficción y la recuperación y re-creación de la vida niñas, mujeres desaparecidas, víctimas de feminicidio y madres buscadoras, emerge la figura de la loca.
La loca como aquella que colecta las voces anónimas y las registra y como aquella también que trae, en una cadena mitocondrial, los gritos de sus ancestras. La loca es una figura tan representativa de las construcciones del ser mujer occidental, porque debe estar recluida, marginada, escondida y oculta. No debe marchar en la calle, no debe andar sola, y, sobre todo, desde la Inquisición hasta las anotaciones del inicio de la psiquiatría, no merece ser tomada como voz autónoma y propia. No debe tener voz, pues. De ahí, la importancia de la recolección de los gritos en los poemas de “Me llaman loca”.
La loca, salida de toda la precisión del orden social y moral, tiene deseos y siembra jardines. Entre sus deseos está, repetido en varios poemas, el nacimiento de niñas nuevas, de niñas libres, de cuerpos reconstituidos. Como en este aviso, en el que nos indica el futuro:
“Te aviso:
En esta nueva tierra he florecido en un grito
y haré que mi madre también florezca”.
(p23)
Elena Salamanca. Historiadora, escritora y curadora de arte salvadoreña radicada en México. Es candidata al Doctorado en Historia por el Colegio de México. Ha ejercido la docencia universitaria en México, El Salvador y Guatemala. Ha publicado libros de poesía, narrativa y no ficción en Estados Unidos, México y El Salvador. Sus últimos dos libros de poesía Landsmoder (2022) y Monsters may be (2022) fueron publicados en edición bilingüe en Estados Unidos y su libro de investigación Kneeling before corn… fue publicado por la Universidad de Arizona (2024). Su obra ha sido traducida al inglés, francés, italiano, portugués y sueco. Ha recibido la beca de escritura FONCA-AECID (2009). Este año ha sido seleccionada en el programa International Writing Program de la Universidad de Iowa.
[1] Del poema “Todo llanto ha mutado en verso” , p. 19.
Me llaman loca
Cristina Arreola Márquez
Editorial Capítulo Siete
2023.