Reseña literaria «Hacia una poética de la negación» por César Graciano

Hay una mujer que posa de espaldas. Esa es la realidad, un cuerpo inerte está retratado por la parte trasera del cuerpo, donde solo se puede ver su elaborado peinado, su cuello y parte de su hombro descubierto, y sus pesadas ropas, que también parecen elaboradas, elegantes, como un misterio que se extiende más allá del rostro que no vemos. Y ésa es la realidad. Pero las posibilidades son infinitas: no es posible quedarse con la realidad.

La mujer existe. Es parte de una fotografía tomada por un francés en el siglo XIX. La foto es inquietante: una pequeña semilla surrealista, el germen de una idea. Si esta foto fuera una obsesión, ¿en qué se convertiría?

La respuesta existe en la realidad, como la mujer y como la foto, que se exhibe en el MET de Nueva York. Luigi Amara convirtió a la mujer que no conocemos en su obsesión para transformarla en poesía, en una negación constante. Amara tomó la imagen, la deconstruyó y la reconstruyó en un pila de versos que se encuentran unos con otros en Nu)n(ca, libro publicado por Sexto Piso, Conaculta y el gobierno de Coahuila, con el que ganó el Premio Internacional Manuel Acuña de Poesía.

Amara prepara el terreno desde el título. “Nu)n(ca” es ya una negación y una derrota, y a la vez una recreación de lo que se conoce, un juego ingenioso pero no complicado de una palabra para hacerla dos: las posibilidades del lenguaje. Se apunta perfectamente a dos ideas: 1) el lenguaje es el límite del pensamiento, idea Wittgensteineana que ha sido adaptada por centenas de escritores, de Orwell a Pacheco, y 2) el lenguaje no es la realidad, sólo la representa, no se llega a la verdad por medio de la contaminación del lenguaje, como lo pensaba Foucault. Por ello Amara opta por el misterio; que el verso espere una epifanía que no termina por llegar. Quizá también es posible ver un vestigio en el título del poema de Panero “Nu(n)ca”, si bien este texto tiene la sorna y gracia que el español manejó durante su obra poética, ambos, libro y poema, parte de la mujer como un todo, o un cosmos, para desarrollar un texto.

Si algo termina por llenar los versos que arman Nu)n(ca, es la duda y la negación. Ése es el rumbo que el autor toma para dirigir su fuerza poética. La voz que conlleva cada poema nunca afirma, no hay seguridades en los planteamientos: siempre es un no o un tal vez. Tal vez un no.

Antes de comenzar, incluso antes de los epígrafes, que ya son una descripción de la idea, hay un poema que hace una introducción al tema, una especie de prólogo poético que busca alertar al lector. Luego Amara deja en claro a lo que va: “Quiere proponer un misterio”, escribe en el primer poema de la serie, lo que se vuelve una dualidad: la fotografía propone el misterio y el poema también lo hace. Se borran poco a poco las certezas.

La descripción de la mujer que posa en la foto, así como trasladarla a escenarios cotidianos tratan de crear una atmósfera de naturalidad, que lo que pasa en el poema puede pasar en la vida, pero la obsesión que el poema comienza a profesar por la imagen hace que se desborde el tema por los versos. La idea poética se refuerza con estímulos externos, que se esperan conocidos por el lector: Thomas de Quincey, Magritte (quizá el mejor recurso: escribe Amara: “Magritte / que pintó la imposibilidad / de mirarse al espejo”, haciendo referencia a la pintura “Hombre viéndose la nuca”), Lewis Carrol, Velásquez, Ashbery, Yves Klein, al mujer de Lot, Medusa. Se trata de crear un nuevo mundo partiendo de una obsesión y habitándola con otras, con un montón de ideas ya vistas que se integran en los versos de Amara.

Esa sobrecarga de obsesión y negación crean un ambiente de opresión casi invisible que circula entre la naturalidad de los versos. Comienza con el deseo, “los juegos que prolongan / indeciblemente el deseo”, que comienza a volverse agresión, “¿Es la coquetería de la aversión?”, se transforma en fe, “yo quiero creer que es ella”, un acto carnal, “la sensación pesada y dócil / de unas ropas que enuncian / una lujuria desenfrenada”, hasta destazarla, negarla y recrearla.

Nu)n(ca es un solo poema que se descompone en 47 poemas. Éste es uno de los puntos mejor logrados dentro de Nu)n(ca, la unidad es tan presente durante todo el texto que fluye perfectamente, que no existan títulos ni índices confirma que el texto es por sí mismo un ente, integridad poética pura, pero a su vez cada poema funciona en solitario, la versificación y las ideas cerradas en cada texto lo dotan de la capacidad de desprenderse de su conjunto, pero al estar todos en un mismo cosmos, integrado a los demás poemas, generan algo más allá de lo que se ve.

Un poema-ensayo, Nu)n(ca sorprende por su unidad, y crea una duda perfecta en su lector, lo niega todo para luego esconderse entre los versos. Hay una mujer que posa de espaldas, y eso es lo único real y afirmativo de todo el poema.