Al intelectual desde tiempos inmemorables se le concibe como un ser de linaje superior, debido a la cantidad de información que posee y las respuestas que puede dar, existiendo desde los más sencillos hasta los más complejos personajes. En este catálogo de diversidad intelectual hay quienes poseen una capacidad innata para trasmitir sus conocimientos de manera sencilla y clara, como también aquellos que enfundados en el traje del poder, matizan la información con toques de misticismo, un lenguaje complicado revestido de tecnicismos incompresibles para la mayoría, con el primordial fin de oscurecer las ideas para tener dominio y control absoluto sobre lo que debe o no saber la sociedad.
El escritor Enrique Serna (Ciudad de México, 1959) desarrolla un completo ensayo sobre estas puntiagudas aristas de la intelectualidad, ofreciendo una amplia visión retrospectiva de aspectos históricos, políticos y culturales al cual denomina “Genealogía de la Soberbia Intelectual” (Taurus, 2013). Serna estableció los antecedes del tema a través del género negro en su novela El miedo a los animales (1995) donde relata el esclarecimiento del asesinato de un periodista, describiendo el comportamiento depredador de los cenáculos intelectuales mexicanos.
El autor relata de manera progresiva las mutaciones históricas, políticas y sociales de la soberbia intelectual, comenzando desde la antigua Grecia, la secrecía en la clave del poder de los Brahmanes así como la de todos los personajes autoproclamados como elegidos, que fungían como intermediarios del conocimiento entre las deidades y el mundo terrenal.
Como ejemplo de esta clase de soberbia tenemos al filósofo Schopenhauer que desde su arrogante anonimato condeno los intentos de la muchedumbre por tratar de discernir a los grandes del espíritu, así como también a Nietzsche creyente de que el conocimiento debía ser limitado para la mayoría de los mortales, dividió a la sociedad en dos bandos: “lo que sirve de alimento o tónico a la especie superior tiene que ser casi un veneno para la inferior. Los libros para todos siempre huelen mal: el hedor de la gente pequeña de adhiere a ellos” (Schopenhauer; 2004). Paradójicamente Serna observa que Nietzsche terminó convertido en un hediondo best seller de la filosofía.
En este marco histórico aparecen personajes controversiales como Stéphane Mallarmé pionero del decadentismo francés, quien aseguraba que el vulgo profano a como el denominaba al público iletrado, no conocía la valía de su arte, por lo cual desarrolló una sintaxis confusa y de difícil entendimiento, llegando al grado de que solo el autor podía saber lo que había escrito. Sin duda una muestra de la soberbia de Mallarmé, quien estaba tan celoso de que sus creaciones llegaran solo a mentes brillantes, que desdeño con soltura a quien no cabía en su cerrado círculo, en el que al final no quedo más que él.
Lo que Mallarmé hizo es algo que los astutos líderes modernos tratan de evitar, aunque en lo profundo de su pensamiento desprecien a la gran masa, sus ambiciones personales les dan la facultad de tratarlos con cordialidad infantil, desestimándolos con cortesía, controlando las encuestas de opinión para así satisfacer a sus cotos de poder.
Este ensayo se estructura en diez capítulos, con títulos que invitan al análisis como “ciencia sin caridad”, “el argumento de autoridad”, “la jaula del espíritu superior”, “imitación de la aristocracia” y “pesadilla de la razón” por mencionar algunos. Los cuales detallan numerosos aspectos de la soberbia intelectual, manifestando ideas impronunciables para muchos personajes afanados en el predomino clasicista de la intelectualidad, recordándonos posturas ideológicas que han atentado contra la libertad, soberanía del intelecto y el desarrollo del individuo, sembrando opiniones a través del control mediático, que ya “disuelto en la multitud, el hombre-masa del tercer mundo comulga con la opinión general, sin dárselas de libre pensador” (Serna, 2013, p.181), aludiendo al hecho de que nadie quien haya tenido la libertad de elegir personalmente desea volver a pertenecer a un sitio donde se prohíbe la autonomía de conciencia.
En este sentido se responsabiliza a los monopolios de la información y el entretenimiento de predisponer al público a la pereza mental. Señalando una gran masa que odia estar a solas con sus pensamientos, llevando como estandarte e ideal de vida el aprovechar todas las posibilidades de comunicación existentes y a su alcance para escapar de sí mismo.
Dentro de los aspectos espinosos de la soberbia intelectual, el autor del Seductor de la Patria, advierte que “quien impide tener cara a los demás ya sea por soberbia o por incapacidad pedagógica, cae bajo sospecha de ocultar el vacío bajo sus frases oscuras” (Serna, 2013, p.188) revelándonos así todo un monopolio del conocimiento que si fuera esgrimido con el poder de la duda, podrían ser derribados.
Tampoco es un combate generalizado, ya que reconoce grandes obras de la literatura universal que aun siendo difíciles de leer, contienen arte puro entre sus páginas, de esta manera hace un comparativo para que el lector promedio aprenda a distinguir entre la soberbia intelectual y las bellas letras.
No está por encima de los demás aquel que al más puro estilo del hermetismo de Mallarmé, desdeña al público llamándolo vulgo profano, dudoso de su capacidad de entendimiento pero temeroso de la crítica que genere, transformando a muchos intelectuales en delicadas y sensibles fuentes del conocimiento, incapaces de reconocer sus errores y de transmitir información. Siendo “el debate libre, la polémica acalorada, la buena disposición a soportar la crítica son los requisitos indispensable para que los conciliábundos de escritores o intelectuales puedan redituar beneficios a sus miembros y a la sociedad” (Serna, 2013, p.264).
Genealogía de la soberbia intelectual es un ensayo que invita al debate, el análisis y la reflexión, mostrando un viraje al pasado, que da como resultado la asimilación del medio cultural en el presente, invitando a la búsqueda del conocimiento para asumir nuevas posturas que permitan nuestro crecimiento como sociedad a través de la transmisión del conocimiento que forje los cimientos intelectuales que han dilucidarse el día de mañana y por las cuales tenemos que dar batalla en las nuevas trincheras de la información.
Referencias Bibliográficas
Serna, E. (2013) Genealogía de la Soberbia Intelectual. México, D.F. Editorial Taurus.
Schopenhauer, A. (2004) El mundo como voluntad y representación, t.I, trad. De Pilar López de Santamaría, Madrid, Trotta, p.289.