Reseña literaria: «El ensayo que está por venir» por Héctor Justino Hernández

Vásquez Rentería, V. H. (2019). Ciudades aprehendidas y otros apegos. Ensayo literario joven en México. Xalapa, Veracruz: Instituto literario de Veracruz.

Metaforizar la ciudad como un cuerpo es una idea antigua que encuentra ecos aquí y allá a lo largo de la historia: calles como venas, autos como sangre, edificios como órganos, cemento como piel, gente como células. Pensar en la ciudad es imaginarla como un organismo vivo, que respira, digiere y siente. En Ciudades Aprehendidas y otros apegos. Ensayo literario joven en México, editado por Víctor Hugo Vásquez Rentería, la ciudad adquiere una dimensión palpable a través de los ojos de sus once autores, que dibujan en pocas páginas su manera de entender la criatura que habitan: una entidad que se conoce solo en la medida en que se forma parte de ella. Esto último es lo que hace valiosa la aportación de quienes forman parte de la antología: ofrecen una visión particular de la tierra que habitan. Tierra que en el caso de México deriva inevitablemente hacia cuestiones sociales. En sus escritos manifiestan la violencia estructural, la inseguridad de las calles y las heridas abiertas que repercuten en la memoria colectiva de México, lo cual conduce hacia una reflexión sobre la manera en que las nuevas generaciones entienden el país en el que les ha tocado crecer. Los autores construyen la ciudad a partir de un cúmulo de corrientes secretas, ríos subterráneos que conducen una violencia que está en constante amenaza de incidir en el cuerpo.

En el libro Carne y piedra: el cuerpo y la ciudad en la civilización occidental, el sociólogo estadounidense Richard Senett propone que la urbe se ha visto afectada a lo largo de la historia humana por la forma en que determinadas sociedades configuran y/o entienden el cuerpo. Así, la arquitectura refleja la concepción que de este último tienen las personas que habitan una ciudad. Asimismo, en el mismo libro, Senett introduce un término pertinente: “política del cuerpo”, el cual entiende a la ciudad como un cuerpo que se comunica y mantiene un intercambio, por decirlo de alguna manera, simbiótico, con el cuerpo de sus habitantes.                    Senett propone que la experiencia de la ciudad (en donde confluyen personas de diferente índole que interaccionan) es una especie de “resistencia a la dominación”, una forma de crear vías hacia la repartición equitativa del poder y hacia la transformación del ambiente urbano en beneficio de la diversidad de sectores sociales.

Así pues, en Ciudades aprehendidas y otros apegos, los autores miran la ciudad a través de su cuerpo, de su subjetividad, con lo cual se apropian de ella y la transforman. De esta manera, la urbe se vuelve, por ejemplo, una llanura de muerte con ecos míticos, como en “Pluviosilla (cuatro disrupciones en el paisaje)” de Nicté Toxqui; un hogar que recuerda la infancia plagada de cítricos, tal el caso de “Mizu: un haikú a Zapata” de Genaro Hernández; o, una casa familiar en mitad de Tlalnepantla, como en “Vivir en medio de la tierra” de Laura Sofía Rivero.

La ciudad se transforma, camaleónica, para descubrir sus múltiples rostros bajo la pluma de los ensayistas que componen el libro, quienes, no por su edad se debiera pensar que son inexpertos, sino al contrario, demuestran con sus trazos una virtuosa capacidad para dotar de vida las calles que transitan, ya sean de Xalapa o de Ciudad de México, de Culiacán o de Houston. Así, construyen edificios de palabras que van conformando una entidad mayor entre las páginas del libro: la sombra de una región profunda y multiforme, la certeza de que una zona urbana se transforma a partir de la visión de quienes la habitan.

Sin embargo, hablar de la configuración de la ciudad como único tema en la antología es quedarse a mitad del camino. Las colaboraciones en Ciudades aprehendidas y otros apegos, según explica el editor en el prólogo, nacen a partir de la intersección entre un ensayo sobre la ciudad donde viven los autores con otro de tema libre. Es, quizás, en estos últimos donde la creatividad se ve más exacerbada y la ideación temática se diversifica.

Kennia Cervantes en “El tren de la ausencia”, por ejemplo, se ocupa de los desaparecidos. Aquellos que salen de sus casas para nunca volver: enterrados en fosas comunes, disueltos en ácido, secuestrados por el crimen organizado, dejan sentir su presencia con más fuerza ahí donde faltan. La autora compone un ensayo fragmentario con la historia de Yosimar Pensado Barrera, uno de tantos miles de los que se han ausentado sin dejar rastro alguno, y de quien, gracias a la particularización que se hace de su figura, el lector puede tomar consciencia, tanto del contexto mexicano como del horror que lo habita.

Por otro lado, y como una muestra de la multiplicidad tonal que presenta el libro, se encuentran tres ensayos de particular temática y estilo que son de interés tratar a continuación: “Alrededor de las velas” de Laura Sofía Rivero, “Tratado sobre la incubación del ganso” de Diego Rodríguez Landero y “Dos recuerdos en la calle Manuel Gutiérrez Nájera, colonia Obrera” de Saúl Sánchez Lovera.

En el primero de ellos, la autora hace una disertación de carácter lúdico sobre el uso que las velas tienen en la actualidad, luego de inventada la bombilla. Es notable el tono humorístico que le imprime a su estilo y con el cual re-dignifica el papel casi siempre ignorado de las velas; a partir de lo cual hace una reflexión en torno a las fuentes de luz y su irrupción en la vida humana.

“Tratado sobre la incubación del ganso”, por otro lado, es un ensayo que parte de otro más, una suerte de metaensayo: es decir, utiliza su forma para reflexionar en torno a sí mismo. Surge de las entrañas secretas de la obra de Hugo Hiriart (conocido ensayista mexicano) y se dirige hacia la exploración de lo que un buen ensayista busca: ya sea redondez en sus disertaciones, ya un remate certero que cae en su justo lugar, tal como si se tratara del final preciso de un espectáculo.

Por otro lado, en “Dos recuerdos…” el autor hace un ejercicio de memoria sobre su bisabuela que hila con una noche de fiesta: hedonismo reflexivo que construye puentes entre el perreo intenso y la infancia lejana, como dos polos que parecen mundos cada vez más alejados, pero a la vez unidos por una resonancia sutil. El espacio y la vida que atraviesan al autor y lo marcan.

Como los anteriores, el trabajo del resto de ensayistas no decae. Con Mariajosé Amaral, la muerte, la desaparición forzada y la violencia estructural, que Byung Chul-Han denominaría recientemente violencia de la negatividad, reafirman su espacio en el ensayo “Reconocimiento de las sombras”. Roberto BG, en «Acá sobre un Roberto», recupera su nombre y recrea sus vivencias en torno a la confusión que surge con su tocayo, Roberto Bolaño, ironizando, no solo su parecido mutuo, sino con el de otro Roberto, conocido comediante de la televisión mexicana. Debra Figueroa reflexiona sobre la mudanza y los nuevos hogares ante los que se encuentra siempre la incertidumbre en “Una cama grande”. Génesis J. Guerrero, con “De pasteles”, ensaya en torno a conocidos pastelillos en relación directa con la poeta Sylvia Plath. “Ataque de Pánico” es un ensayo en el que la guerra en el frente soviético del pasado y la vida presente de su autor, Abelardo López, se comunican en un contrapunto armonioso. Como ya se dijo, la pluralidad de estilos enriquece las páginas del libro.

Si bien el ensayo literario tiene más de quinientos años de existencia, la multiplicidad de sus temas aún parece inagotable. La ductilidad de su forma permite albergar otros registros del discurso que le imprimen una identidad camaleónica. En México, el ensayo se encuentra en buenas manos ante una generación que comienza en su camino literario. Ciudades aprehendidas y otros apegos es un escaparate en el que se configura la urbe a través de los ojos de la juventud, y en el que se puede hallar la intuición del ensayo que está por venir.