Relatos americanos

Cuando leo un volumen de relatos (independientes), suelo puntuarlos. Luego sumo y divido. Si la media pasa de siete, recomendaré el libro. Si no, no. Relatos americanos ha sobrepasado dicha media.

En este volumen hay un poco-mucho de todo.

Un monólogo histriónico, un micro, un cuento ingenioso, una denuncia, una canción triste, una escena cotidiana, una reflexión laboral, una reflexión teológica, un drama familiar, una historia de amor, una de asesinos, una de cineastas, una invernal y la confesión del americano más impasible.

Estos Relatos americanos tienen su pausa particular, su ritmo, son catorce y también uno. El autor se lentifica cuando conviene hacerlo. Asimismo, se lenifica si procede. Y profundiza, se exalta, sueña, razona e inventa. A veces se deja arrastrar por la melancolía. Nos sumerge en vidas ajenas y lo hace magistralmente.

“Tú que escuchas mi canto,

que has construido un mundo ideal,

debes saber que un perro negro habita tu casa,

acecha en la oscuridad,

la mirada encendida

clavada en lo que más amas,

cuidado con el perro,

cuidado con el perro.

Beware of the dog”.

 

Esta canción pertenece al décimo relato. Cuando terminé esta historia, pensé que la próxima no podría ser tan buena. No es común encontrar dos cuentos geniales seguidos. Pero sí. El siguiente es igual de bueno. Y también el que viene después.

Los cuentos es lo que tienen: que si no te gusta uno, puede gustarte otro. Mientras que una obra larga: si no te gusta, no te gusta (¡y solo has leído nueve páginas! [qué desperdicio…]). Aunque no es del todo así, porque si un cuentista no te gusta, será raro que te guste alguno de sus cuentos.

De este cuentista me ha sorprendido su prosa sencilla. Escribe con naturalidad, no abusa de las metáforas y tampoco de los tópicos. Me ha sorprendido también que haya conseguido sorprenderme. Pocos autores lo consiguen.

“Un día, a la hora de cenar, cuando yo tenía trece años, mi padre llegó a casa y me comunicó que a partir de entonces iba a dejar de ser mi padre para convertirse en mi tío.”

“De pronto, empleando un tono diría yo que filosófico y mientras se acariciaba con la mano libre su larga barba ensortijada, me dijo: pensándolo bien, creo que lo que a mí me sucede es que yo únicamente estoy capacitado para no estar capacitado.”

Relatos americanos ve la luz de la mano del proyecto editorial SaLa 28, liderado por Rosa Pastor (Libros 28), Luis Leante (escritor) y Juan Sala (filósofo y diseñador gráfico). Se hizo una tirada minúscula. Así son las cosas hoy día: tiradas enormes para libros mediocres; tiradas minúsculas para libros dignos.

Relatos americanos se puede comprar. No está en los canales de venta habituales pero se puede comprar. Deberíamos comprar más libros como este, libros que se escriben por amor a la Literatura, que se publican por amor a la Literatura. No hay muchos libros así.

Relatos americanos es el tercer trabajo de Saljo Bellver, un escritor sin ambiciones literarias fuera de lo literario.

 

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