¿Por el bien de México?

Amigos, amigas. A estas alturas, ustedes ya saben que el partidazo, el responsable del tristemente célebre revolucionarioinstitucionalismo mexicano recibió tremenda “golpiza” y si entrecomillo el término es solo porque su significado es demasiado benevolente con lo que enfrentó este fin de semana: una verdadera violación tumultuaria sin gota de lubricante.

Miles de víctimas pasadas y presentes le cobraron la factura al partido de peña quien, dicho sea de paso, es el principal responsable de ello. El del domingo es el resultado de la ignorancia, la incapacidad, la falta de visión y, especialmente, de compromiso con la Nación a la que de plano dejó de lado para dedicarse a sonreír a las cámaras, a intentar congraciarse con sus correligionarios y a hacer malísimos chistes a propósito de sus comunes traspiés.

Años de abusos, cinismos, olvidos, burlas y robos, junto con la incapacidad de los tricolores y sus malsanos caprichos, terminaron por hartar a la ciudadanía y ésta se valió de las boletas para recriminarle no solo su actitud, sino su propia y vil existencia. Prueba de ello es el hecho de que la del domingo fue quizá la votación más alta que ha recibido un candidato a la presidencia en México: Andrés Manuel López Obrador recibió algo así como 24 millones de votos, que representan el 53 por ciento de los electores.

Desafortunadamente hay un problema: Morena se convirtió el domingo en el nuevo monstruo de la política mexicana, la superpotencia partidista, el baluarte del sistema que a partir de diciembre habrá de dirigir los destinos de nuestro México mágico al menos durante los próximos seis años.

A reserva de la confirmación que la autoridad electoral habrá de hacer en horas o días, con la elección de este fin de semana el Movimiento de Regeneración Nacional se hizo del poder en la Ciudad de México de la mano de la política, científica, activista y escritora mexicana Claudia Sheinbaum Pardo, quien es maestra y doctora en ingeniería energética y licenciada en física por la Universidad Nacional Autónoma de México.

En Veracruz triunfó con la figura del ingeniero y político mexicano, Cuitláhuac García Jiménez; en Chiapas, con Rutilio Cruz Escandón Cadenas, maestro y doctor en derecho, profesor de Derecho en el Instituto de Estudios Superiores de Tuxtla Gutiérrez, en la UNAM y La Salle; en Tabasco con Adan Augusto López Hernández, postgraduado en derecho comparado, maestría en ciencias políticas, y diplomado en derecho notarial.

En Morelos ganó con el “delantero” Cuauhtémoc Blanco  Bravo, futbolista.

La fuerza de Morena resultó más que evidente y no se puede negar su impacto en la vida nacional. Por eso, desde esa particular visualización, el mapa político mexicano dio un vuelco de 180 grados: solo en materia legislativa, por ejemplo, resulta que el partido de López Obrador podría tener por sí mismo la necesaria mayoría para modificar, aprobar o rechazar lo que sea que aparezca o requiera el visto bueno en el Congreso de la Unión. L-O Q-U-E S-E-A.

¿Cada uno de ellos ganó por sus propios méritos o su triunfo es resultado del llamado efecto peje? A excepción del caso Morelos, donde el candidato triunfador tiene su propio coto de seguidores gracias al soccer, podría subrayar el hecho de que todos, si o si, conocemos la respuesta.

Si algo es posible asegurar a la vista de los resultados y el color que ahora permea a lo largo y ancho del país, es que la ciudadanía no razonó el voto y se lanzó con todo a sufragar por “la esperanza de México”. Así lo confirmarán las cifras y resultados oficiales: con la jornada electoral dominical, los votantes entregaron un enorme cheque en blanco al morenismo y eso es un asunto muy, muy peligroso porque no hay un contrapeso, un contenedor.

Entonces, ¿qué pasó? Casi nada. La gente vio en las urnas la posibilidad de quejarse por el México de extorsiones, pobreza, violencia, corrupción, desigualdad, devaluaciones, mentiras, engaños, narcotráfico, fraudes, desapariciones forzadas, injusticias, delincuencia y mentiras, que peña dice gobernar, y eso hicieron. Infortunadamente.

El tabasqueño ha conformado un primer círculo de especialistas en diferentes ámbitos para enfrentar lo que viene, así que sus buenas intenciones resultan más que evidentes, pero ¿y los demás?

Espero que mis dudas sean infundadas… por el bien de México.