6.
Todo es mar
sin orilla
en este día que comienza.
La luz dorada
del amanecer rompe
la densa niebla
y la oscuridad.
Las constelaciones
se desvanecen y
una lluvia ambarina
penetra la noche.
Las manos escriben.
Derrotan los miedos
nocturnos
al expulsarlos
al escribirlos en
la nacarada superficie.
Las manos los entierran
en el subsuelo
creado por la tinta
y el papel.
Se minimizan al
despuntar del día.
Temores antiguos,
lumbre ancestral.
7.
La luz crepuscular
se apodera del día.
Hécate en los nocturnos pensamientos.
La incertidumbre abraza,
subjuntivo de azogue.
Mitológicos miedos.
Se hunden en un mar
de aguas plúmbeas,
entrelazados con
el hambre de vivir.