Paternidades

La paternidad es un tema que en el arte se remonta hasta los orígenes míticos de la cultura. Desde la imagen de Saturno devorando a sus hijos, hasta Benigni en un campo de concentración; desde las Coplas a la muerte de mi padre, de Manrique, o los entrañables Shylock y Jessica de Shakespeare, ninguna de estas obras pasa por alto el vínculo irremediable que se forma entre la figura del padre y la del hijo. Aftersun (2022), la primera película de la cineasta británica Charlotte Wells, revaloriza el mencionado vínculo y elabora una postal que entrelaza lo apacible de unas vacaciones con la evocación del pasado.

La anécdota resulta en lo siguiente: Calum (Paul Mescal) y su hija Sophie (Frankie Corio) pasan sus vacaciones en Turquía. Recorren lugares turísticos, descansan en poltronas mientras admiran el paisaje, disfrutan de la piscina en el hotel donde se hospedan. Pero esto es lo que ve el espectador en la superficie, por debajo del agua Calum esconde una congoja que no puede externar, mientras que Sophie, cuyo nombre por cierto resulta interesante tomando en cuenta que la película se ubica en la Anatolia, una de las cunas de la filosofía occidental, se enfrenta a los cambios de una infancia que languidece.

Contar una historia familiar y, sobre todo, una donde se presenta a un padre y una hija, siempre es complicado porque implica una serie de lugares comunes y de situaciones idealizadas. Aftersun consigue bordear dichos problemas de dos formas. La primera la consigue dotando a sus personajes principales de una dimensión externa diferente a la que se muestran uno al otro. Es decir, al presentar los descubrimientos de Sophie en el hotel y la forma en que Calum esconde su sufrimiento, les brinda a ambos seres una complejidad psicológica que aporta a los momentos en que se muestra su relación cuando están juntos. Tal vez si el montaje de la película se hubiera concentrado en solo una de las perspectivas de los personajes el resultado hubiera sido otro, menos favorable. La segunda manera es mostrando, hacia la segunda mitad de la película, a Sophie, ahora adulta, que recuerda el viaje como una especie de prolongada despedida.

Ambos mecanismos de la ficción hacen que Aftersun adquiera una sinceridad poco vista en el mar de historias que retratan el tema de la paternidad y afronta al espectador con la pérdida que implica crecer. Con esta película, Charlotte Wells ofrece su visión particular de las relaciones familiares, soslayando los lugares comunes. De esta manera, la memoria, la convivencia, el amor, pero también los desencuentros, en conjunto nos recuerdan la inagotable capacidad que los temas demasiado humanos tienen para actualizarse en cada cineasta.