El sociólogo Emilio Álvarez Icaza, ex comisionado de Derechos Humanos del Distrito Federal (CDHDF) de 2001 a 2009, es la cabeza visible del movimiento “Ahora” (una iniciativa política para enfrentar la crisis que atraviesa México partiendo de la organización de la gente, dicen) el mismo que ha encontrado en Ana Lucía Riojas Martínez a la figura idónea para tratar de hacerse con la candidatura independiente y aparecer en la boleta para contender por la jefatura de gobierno en la Ciudad de México.
Las intenciones de esta joven se suman a las de Xavier González Zirión, Hugo Rodríguez Barroso, Lorena Osornio Elizondo y Humberto García Montes, quienes ya obtuvieron su solicitud de procedencia y ya pueden empezar a recolectar las 74 mil firmas requeridas para poder obtener su registro; así como también a los de José Luis Luege Tamargo, Pedro Pablo de Antuñano Padilla y Rafael Pontón Rodríguez, con quienes deberá esperar hasta el 21 de octubre para saber si el Instituto Electoral de la Ciudad de México les acepta sus aspiraciones o les devuelve a la realidad.
Todos ellos, los ocho, quieren dirigir los destinos de la enorme, diversa, multicultural y asaltada capital del país y sus aspiraciones son, por supuesto, absolutamente válidas, pero nos llama la atención particularmente el caso de Riojas Martínez, quien estudió la licenciatura en Comunicación en la Universidad Iberoamericana, es activista y en el costado de su antebrazo izquierdo la palabra “resiste” escrita en un tono violáceo (color que simboliza magia, espiritualidad, creatividad, dignidad o hasta realeza, sin contar con que por alguna psicológica o subliminal razón es el de mayor uso para llamar la atención) está tatuada y resalta mucho más que la figura del barco de papel a su lado.
Ella acudió el domingo a las oficinas del organismo electoral en la CDMX para iniciar el proceso. De hecho, colocó un video en sus redes sociales sobre sus aspiraciones: …pretende ser un proyecto colectivo que podamos construir entre todos y todas, que tenga cabida para todas las personas que viven en esta ciudad, porque lo que buscamos es construir una ciudad libre de violencias, donde podamos caminar en la calle sin miedo, donde podamos salir en la noche y sepamos que vamos a regresar a nuestra casa con bien y, sobre todo, una ciudad que nos haga felices, que nos ofrezca alegría, que nos ofrezca empleos dignos en donde nos paguen bien, que nos alcance para vivir, donde podamos tener un transporte público de calidad y vamos a estar muy pronto en las calles, buscándolos a todas y a todos, vamos a estar recopilando firmas, vamos a estar platicando con la gente, vamos a estar buscando a las personas para crear una agenda común, que nos represente a todas y a todos, así que pronto nos vamos a conocer. Nos vemos en las calles.
Luego habló con los colegas de diversos medios, a quienes precisó que su aspiración se basa en cuatro ejes principales: seguridad y justicia, lucha contra la corrupción y la impunidad, combate a la desigualdad, pobreza y exclusión, además de fortalecer la democracia.
Dice haber empezado su acercamiento al sucio mundo de la política cuando el todavía presidente peña fue criticado en su Universidad, la Iberoamericana, durante la campaña presidencial de 2012, la que provocó a la postre la formación del movimiento #YoSoy132.
Las aspiraciones de Riojas Martínez han generado comentarios a favor y en contra: desde quienes la apoyan por el compromiso manifiesto de la juventud y el inevitable hartazgo en torno a la clase política, hasta los ataques por su desempeño musical como baterista de una banda de rock. Por supuesto están también las dudas en torno a la verdadera participación o papel del ex ombudsman capitalino recién bajado (motu proprio, dicen) del barco de los independientes a la “primera magistratura del país”.
Como sea. Ella, quien ha sufrido asaltos, quien sabe y conoce de la decepción generada por la clase política entre la gente, quien tiene la preparación de la academia y la sensibilidad que la música provoca en quienes la disfrutamos, no necesita un chef para alimentarse, tiene la conciencia social propia de la juventud y está dispuesta a salir y moverse en las calles que el común recorremos día a día sin guaruras y sin la protección del estado.
¿Qué podría hacer la demagogia de los candidatos partidistas para contrarrestar la empatía que genera Lucía?, ¿cómo podrían reducir la cantidad de electores dispuestos a jugársela con alguien que también ha marchado y manifestado su descontento?, ¿quién se atreverá a tratar de disminuir su figura aspiracional a partir de su “inexperiencia” política?
No mucho, aunque -espero equivocarme- ahí estará don Emilio…