Ni modo

No quisiera abordar la segunda parte de Dune, dirigida por Denis Villeneuve, comparándola con el libro. Ese ejercicio ya se ha realizado con buen resultado en otras ocasiones. Remito al ensayo de Danush Montaño publicado en Tierra Adentro para saber más al respecto de las diferencias en la adaptación.

En esta breve columna me voy a enfocar solo en la película y en reflexionar si funciona o no como obra independiente. Debo adelantar que me pareció buena. Disfruté el alarde técnico: los efectos visuales, las tomas abiertas, el acoplamiento entre la acción y el juego de cámaras. Sin embargo, contrario al logro visual, creo que falla principalmente en la edición y, por ello, en la forma que se construye el relato.

De por sí la adaptación de la novela original representa un reto que no parece sencillo de llevar a cabo en cine. No solo por los ejemplos de la inexistente versión de Alejandro Jodorowsky o por la dificultosa película de David Lynch, sino también por la complejidad de un mundo que se extiende por varias decenas de libros.

En la búsqueda por conseguir un equilibrio entre una obra cinematográfica bien realizada y una adaptación que no dejara a los fanáticos decepcionados, Villeneuve debió malabarear entre ambos polos.

El resultado es una película que funciona como una gran producción de Hollywood, como un ejemplo de la capacidad de Villeneuve para armar una producción tan monumental sin incurrir en fallos grandilocuentes, pero que pierde mucho del contenido rarificado y de las capas más propositivas del material original. Ya sé que advertí en principio mi alejamiento de la comparación. Consideré necesario mencionar la divergencia respecto a la obra de Herbert porque en donde más falla la cinta es en la forma de armar el hilo conductor de la historia, es decir, para el caso del cine, en el montaje.

En este sentido, la rapidez con la que ocurren las escenas no permite extenderse en aspectos de la historia que pudieron resultar interesantes. Hay grandes huecos en la edición que solo pueden ser llenados por intuición o por quienes conocen la historia original. ¿A qué se debe este apresuramiento? Quizás a que Villenueve quería completar la historia antes de que le cortaran el presupuesto. Esta decisión no surge en la nada, proviene tal vez del temor post-pandemia de las grandes casas del cine estadounidense a perder una parte de sus ingresos.

El modelo de negocios actual de Hollywood haría casi imposible que ocurriera otro El señor de los anillos, trilogía que fue filmada íntegra de una sola vez, apostando por el éxito de sus secuelas desde el principio. ¿Qué otro tipo de película tendríamos si Dune se hubiera producido sin el apresuramiento del modelo actual? Quizá una muy diferente, una en donde la caída en el abismo (o el ascenso a la gloria) de Paul Atreides marcara esta generación como lo hizo Frodo en el Monte del Destino.