Monstruos de basura

¿Cómo puedo expresar mi sensación ante esta catástrofe,

o describir el engendro que con tanto esfuerzo e infinito trabajo había creado?

Sheley, M. Frankestein

 

 

De acuerdo a datos del INEGI (cuantame.inegi.com.mx), en México se generan alrededor de 86 mil toneladas de basura, una cantidad impresionante y preocupante.

En las estadísticas se sabe que por persona se producen unos 770 gramos todos los días, los cuales como sabemos, no se separan ni se les da un uso adecuado.

Hablamos de la posibilidad de crear compostas o incluso, como sucede en otros países altamente conscientes del problema, generar medios de autosuficiencia. Cabe mencionar la alternativa al gasto de combustibles que en otros lugares es reemplazado por equipos que producen gas a partir de los desechos del hogar.

El problema en México al respecto de la basura es que ni conciencia ni saber qué hacer con ella. Y es que a pesar de que existen grupos de personas responsables, como asociaciones ecologistas e incluso pequeños empresarios con una visión diferente del entorno, la realidad es que aún es insuficiente.

Los números parecen no mentir y denuncian en efecto, una situación actual y preocupante.

El problema de la basura en México va desde la contaminación, las zonas de riesgo por infección, hasta las inundaciones como sucede en diferentes ciudades; tenemos de ejemplo la CDMX.

Si nos enfocamos en la basura de las ciudades; es decir, esas envolturas, plásticos, cartón, etc., que se tiran en las calles sin ninguna consideración, podremos dar cuenta del tipo de uso que se le da a la basura.

Imaginando el discurso que antecede a la persona que tira su basura a la calle, diremos: ¿qué mal puede hacer esta triste envoltura?

Es decir, creer que estamos solos, que nuestras acciones no afectan a terceros, cuando vemos por medio de este problema ambiental, que no es así, que sucede lo contrario.

En la ciudad, en la cotidianidad del asfalto, todo parece estar interconectado. Lo que hace el vecino afecta de una u otra manera al de enfrente. La envoltura que se tira en la calle creyendo –u obligándose a creerlo- que no afectara a nadie, es pura ilusión.

Por supuesto que hay afectación de uno y otro lado. Hasta podemos visualizarlo en el llamado efecto mariposa, donde un pedazo de basura va consiguiendo en su recorrido por la calle-río, adherirse a otros objetos hasta convertirse en un monstruo de basura.

Y eso es lo que inunda la ciudad, los monstruos de basura. Los que primero fueron unos diminutos e inofensivos sobrecitos de plástico, para luego transformarse en enormes porquerías listas para demostrar la fragilidad de la ciudad.

En la ciudad nos enfrentamos al horror de nuestra propia creación -al puro estilo frankestiano- que habla así:

¡Odioso día en el que recibí la vida!… ¡Maldito creador! ¿Por qué creaste a un monstruo tan horripilante, del cual incluso tú te apartaste asqueado? Dios en su misericordia, creó al hombre hermoso y fascinante, a su imagen y semejanza. Pero mi aspecto es una abominable imitación del tuyo, más desagradable todavía gracias a esta semejanza. Satanás tenía al menos compañeros, otros demonios que lo admiraban y animaban. Pero yo estoy solo y todos me desprecian (Sheley, M., Frankestein, 1818: 74).

Crear lo horripilante para después despreciarlo como nos cuenta Sheley en la clásica novela de horror. Le damos vida a la basura al tirarla a las calles, al no hacer buen uso de ella, pero la vida que le otorgamos como sus creadores es maldita.

Y queda maldita una vez que en tanto su monstruosidad se apodera de las coladeras, las tapa, estropea los drenajes, cala hondo en la funcionalidad de la ciudad.

Por eso su presentación es horripilante, debe serlo así si quiere que su creador abra los ojos a su presencia: inundaciones, oxido, seres muertos, mierda.

Los ríos aparecen donde antes caminaban las personas, las ratas nadan por donde antenoche una pareja de jóvenes hablaban del futuro.

Autos del año estropeados, casas cubiertas de excremento, de lo que se desechó y ha regresado en cambio a tomar un lugar que no le estaba destinado. Se trata de: …el engendro que con tanto esfuerzo e infinito trabajo había creado (Sheley, Ídem: 30).

¿Es así la basura que tiramos en la calle?, ¿un engendro que creamos con esfuerzo e infinito trabajo?

Hace falta imaginación en México para saber qué hacer con la basura, hace falta ética para corresponderle al otro que también se verá afectado cuando creo sentir que soy el único que vive en la gran ciudad.