Monstruas y centauras (Marta Sanz)

Con Monstruas y centauras, Marta Sanz pone un adoquín más en el camino hacia la igualdad. El camino hacia la igualdad. Con estas cinco palabras termina Anagrama la presentación de este ensayo. La obra es personal, a veces íntima, la lectora/el lector es también cómplice.

«Los atributos que definen la calidad del hombre sirven para defenestrar a la mujer —mandona, dominante, fría, manipuladora, castradora, interesada—. Además, a esos atributos se añaden los sexualizados defectos que se utilizan expresamente para minusvalorar a las mujeres y no a los hombres: cuando en el año 2006 quedé finalista del Nadal una de las primeras flores que me dedicaron fue “fea”».

Marta profundiza en todos los aspectos del machismo, reflexiona sobre todos los feminismos y saca conclusiones. La obra es una invitación. Todas/os debemos participar.

«Todas y todos deberíamos ser feministas porque el machismo es la enfermedad, la pústula visible del patriarcado, y el feminismo un discurso corrector que hoy no sé si vive uno de sus momentos más esplendorosos».

En estos tiempos de extremismos, la Marta más racional nos invita a reflexionar. Hay mucho en juego. Y todas/os estamos sentadas/os a la mesa. El machismo, aunque se agarra, no tiene a donde agarrarse.

«No debemos ser comedidas, pero sí hemos de tener cautela. Que no nos desactiven con nuestras propias palabras. No debemos ser razonables, pero sí racionales. Movimientos como “Denuncia a tu cerdo” no son racionales, arrojan piedras contra nuestro propio tejado, neutralizan los motivos para vindicar y reivindicar, acabarán poniéndonos un esparadrapo rojo en la boca».

Marta se expresa con vehemencia. Tiene mucho que decir y sabe cómo decirlo. Monstruas y centauras nos pone al día. La igualdad es una realidad que aún no hemos hecho realidad.

«Y con nada de esto estoy diciendo que todo valga en todas partes —tampoco en la literatura—, sino más bien todo lo contrario. Sería metafóricamente reprobable patear el lenguaje —nuestro patrimonio— si el pateo fuese fruto de la falta de atención o el desinterés. Pero cuando el lenguaje se vulnera aposta, buscando sus puntos neurálgicos más expresivos, los que denotan un estado de la cuestión larvado en la desigualdad, entonces el gesto tiene valor. Trascendencia. Pica. Subraya la importancia del lenguaje mismo y de las repercusiones de su uso».

Marta es una escritora lúcida. También es una excelente oradora. Su mensaje no contiene fisuras. Si este mundo tiene arreglo, Marta ya ha puesto su granito.