Miseria y gloria de la crítica literaria

Constantino Bértolo edita y prologa un libro indispensable para esos adictos a la Literatura que siguen tratando de entender qué es Literatura y qué no lo es. 

«Porque, si se ha considerado que el capital “produce” crítica, es obvio que también el capital produce su objeto: el libro, y hasta cierto punto hasta la propia literatura». 

Nos prepara Constantino en el prólogo para una avalancha de sentencias que dicen mucho de la Literatura y de la condición humana ―tan humana― de los literatos que la habitan.

«Muchos de los comentarios que aquí se reúnen harían enrojecer de vergüenza a sus autores y llenarán de satisfacción a todos los que piensan que la crítica literaria es, cuando menos, una estupidez».

No he leído todos los libros que en este libro son criticados y tampoco conozco a todos los críticos, ni falta que me hace, se disfruta igualmente con el ingenio o la mala baba de los firmantes.

«Personalmente, sin embargo, creo que los ejemplos de error que este libro reúne confirman las glorias y las miserias de la crítica: la miseria que supone el no acertar; la gloria que conlleva el atreverse a fallar».

Convengo con Bértolo en que sin riesgo no hay gloria.

«No se olvide que en la mayoría de los casos es el medio, vía director, redactor o coordinador cultural, el que selecciona los libros que se habrán de comentar. Selección que desempeña un rol decisivo, pues es sin duda uno de los filtros más importantes que un libro ha de pasar en su camino hacia el público».

Añade el que escribe que en esa selección que desde arriba hacen raro será que piensen en el de abajo.

«Todo esto no niega la autonomía del crítico a la hora de realizar su trabajo, pero delimita el marco en que debe llevarlo a cabo. En ese sentido está claro que parte muy importante de lo que su tarea podría conllevar no está en sus manos. Decidir, por ejemplo, qué libro debe ser comentado y con qué tratamiento debe aparecer en el medio».

O sea: estar o no estar. Si estás, eres o puedes ser. Si no estás, tienes que ser aunque sea en la periferia (el tema me toca de cerca y tenía que opinar, entiéndanlo).

«También hay que considerar que la sociedad o mundillo literario es en la mayoría de los países ―y no solo en España― un grupo reducido en el que las relaciones de conocimiento o amistad acaban con el tiempo por tejer una red de relaciones de la que pocos escapan».

Termino esta extraña reseña con tres comentarios que me han hecho sonreír:

«Javier Marías sobre Camilo José Cela: Cuando nuestro actual premio nobel recibió el Premio Nobel que lo ha convertido en premio nobel, declaré que me parecía la peor noticia posible para la literatura española, ya que suponía la entronización anacrónica de la novela más folklórica, castiza y rancia, contra cuya dictadura los escritores más jóvenes veníamos luchando hacía tiempo».

«Vladimir Nabokov sobre El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha: Recuerdo con deleite la ocasión en que, para inquietud de mis colegas, hice trizas el Quijote, ese viejo libro crudo y cruel, delante de mis estudiantes en el Memorial Hall». 

«Gore Vidal sobre sobre Aleksandr Solzhenitsyn: Es un mal novelista y un bobo. Esa combinación suele implicar gran popularidad en Estados Unidos».